lunes, 23 de diciembre de 2019

Jorge López Teulón y los mártires de Toledo: «No se puede perder ni un nombre ni una historia»

 por Javier Navascués Pérez 
Jorge López-Teulón, durante su conferencia sobre los mártires de Toledo en las recientes Jornadas Martiriales.


Este miércoles 18 de diciembre, a las 19.30 horas, el sacerdote Jorge López Teulón, bloguero en ReL, postulador de las causas de los mártires en la archidiócesis de Toledo, presenta en la sala capitular de verano de la catedral primada su libro La persecución religiosa en la Archidiócesis de Toledo (1936-1939). 

Con ese motivo ha conversado con Javier Navascués Pérez sobre el alcance de su investigación.

-¿Por qué un libro sobre los mártires de la Diócesis de Toledo?

-Nuestra archidiócesis ya contaba con un martirologio propio, elaborado por el canónigo Juan Francisco Rivera Recio, y que fue publicado en 1958. Escrito en dos tomos: el primero de ellos tenía 400 páginas y el segundo, 573. Tuvo dos ediciones. La tercera edición fue corregida y ampliada por monseñor Jaime Colomina y publicada en 1995, en un solo tomo de 658 páginas. Ahora, después de más 17 años de trabajo, aparece el primer tomo de La persecución religiosa en la Archidiócesis de Toledo 1936-1939.

»Tras un estudio preliminar de 50 páginas con todo lo que sucedió en la archidiócesis (alcanzaron la palma del martirio 293 sacerdotes, un subdiácono y cuatro seminaristas), este primer tomo recoge en las 550 páginas siguientes lo que sucedió exclusivamente en la Ciudad Imperial, durante los sucesos de la liberación del Alcázar de Toledo. Acompañan al texto 405 fotografías que lo enriquecen frente a lo ya publicado.

-¿Cuántos fueron en número y cómo se produjeron los hechos?

-Como digo, a la sombra de la gesta militar que supuso la defensa y liberación del Alcázar, la ciudad de Toledo sufrió una persecución brutal que en 61 días (desde el 22 de julio hasta el 20 de septiembre, fechas del primer y último sacerdote asesinado) llevó al martirio a 79 sacerdotes diocesanos (miembros del Cabildo Catedralicio, párrocos, coadjutores, capellanes; algunos párrocos de otras localidades toledanas), 14 carmelitas descalzos, 11 hermanos maristas, tres jesuitas y un padre franciscano.

-¿Destacaría algún caso en especial?

-De los 79 sacerdotes diocesanos el más joven es el beato Guillermo Plaza Hernández, operario diocesano y superior del Seminario Mayor. Había nacido en Yuncos (Toledo) el 25 de junio de 1908. Así que, al sufrir el martirio, el 9 de agosto de 1936, tenía recién cumplidos 28 años. Cuando ya estaba frente al pelotón, solo preguntó quién le iba a matar, para besarle la mano como signo de perdón y para agradecerle el gran beneficio que, sin saberlo, le hacía por medio del martirio. Un periódico italiano, meses después, pidió a su retratista hacer una composición con la escena y un breve texto refiriéndose al joven superior del Seminario.

-¿Qué aporta de nuevo el libro con relación a lo que se ha escrito de los mártires…?

-Lo primero que no caiga en el olvido lo que sucedió en la ciudad de Toledo. Se trata de visualizar los lugares martiriales, lugares por los que paseamos, calles que nos llevan a nuestros trabajos o a los lugares de culto a los que acudimos… Se trata, pues, de una guía que ofrece la posibilidad de saber en qué calle exacta de la ciudad de Toledo fue asesinado cada uno de los sacerdotes y religiosos. Se presenta además de forma cronológica.

-¿Por qué merece la pena leerlo?

-Porque es nuestra historia. Está claro que recordamos hechos, pero hablamos de los que pertenecen a la Iglesia del Cielo. Unos, ya reconocidos por la Iglesia con su beatificación y los demás, esperando que llegue ese momento. La Iglesia diocesana está regada por la sangre de nuestros mártires. La mitad del clero fue sacrificado y nos recuerdan que, en medio de las dificultades, nosotros debemos seguir su testimonio. Ahora no se nos reclama la sangre, pero sí la fidelidad y la santidad.

-No es el primer trabajo que hace de mártires, siente la vocación de difundir estos hechos...

-Bueno, en primer lugar, es la tarea que me han encomendado mis obispos desde el año 2002. Creo que los libros, los artículos y, sobre todo, internet se nos han abierto como verdaderos cauces para poder explicar con detalle todo lo que sucedió durante los días de la persecución religiosa en España desde el 11 de mayo de 1931 -quema de conventos- al 7 de febrero de 1939 -asesinato del último obispo, beato Anselmo Polanco-. Un libro siempre será un libro. Aunque después, al tiempo, los subimos a internet, en formato PDF, para poderlos descargar.

-Mucho se habla de la ley de memoria histórica, pero estas muertes se silencian.

-Bueno, pero para eso estamos nosotros: información frente a ese silencio programado. Yo crecí desde los 6 años escuchando relatos de mártires. A mi párroco le mataron a su padre por tener al sacerdote del pueblo escondido en su casa. No se puede perder ni un nombre ni una historia. Aunque falte documentación para un posible proceso de canonización. Nuestra Iglesia diocesana se levanta sobre cada relato sacrificial. Y, mientras sea mi encomienda, lo haré lo mejor que pueda.

-¿Quiere añadir algo?

-Hemos querido presentar esta nueva historia diocesana de nuestros mártires en base a la última división que monseñor Braulio Rodríguez hizo para la archidiócesis en 2015. Ahora tenemos cuatro vicarias territoriales: Toledo, Talavera de la Reina, La Mancha y la Sagra. El primer tomo -que ve ahora la luz-, como queda dicho, solo se refiere a lo sucedido en la Ciudad Imperial, por el volumen de información y de fotografías. En el segundo tomo, y esperamos que último, en el cual todavía estamos trabajando, presentaremos desde esas vicarias los casos de cada uno de los pueblos de Toledo y Extremadura.

(En ReL publicamos muchas historias sobre los mártires en nuestra Sección Mártires aquí)

 / ReL 17 diciembre 2019

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