Por Leonardo Castellani, 22 de julio 1944.
La reconquista de la cultura argentina debe correr parejas con la reconquista económica, si ésta debe ser efectiva y duradera. Primero de tener una economía colonial (o al mismo tiempo), se tiene una mentalidad colonial; porque en el hombre el alma reacciona sobre el cuerpo y el cuerpo sobre el alma.
La "política británica sobre el Río de la Plata" no hubiera triunfado en el Río de la Plata si, primero, esa forma de protestantismo adaptada a los países católicos que se llamó liberalismo, no le hubiese abierto las puertas. No se sabe cómo es, pero es una cosa comprobada que dondequiera aparecen misioneros regalando Biblias, si los negros las aceptan, al poco tiempo el terreno de los negros pertenece a la nación generosamente bíblica. Vender Biblias a precio de costo es el camino para comprar cosechas a precio de costo; y también, si a mano viene, los consejales y diputados. Y quien dice Biblias, dice libros, revistas, periódicos y diarios. La Argentina tiene la prensa más barata del Mundo: verdaderos juegos de sábanas de papel impreso, y no de cualquier manera impreso, sino con perfección tipográfica y periodística insuperable, todo por una monedita. El extranjero paga una parte del costo.
Todo esto que se está haciendo está muy bien; y la nacionalización de los transportes nos parece un gran ideal argentino. Los transportes transportan gentes de una parte a otra. Hay otra clase de transportes que transportan ideas; y con las ideas, modos de ver; y con los modos de ver, ideales de vida, normas de conducta e impulsiones a la acción, que a la larga se transforman necesariamente en actos.
Esa clase de transportes en la Argentina están a disposición de quien quiera apoderarse de ellos, teniendo naturalmente plata para hacerlo. Y resulta que no falta gente que lo quiera hacer, más bien sobra. Antes existía la noción de que era cosa importante saber quién es el que informa a la gente y el que divierte a la gente. Después se abandonó esa idea como contraria al progreso. Hoy día el argentino está alimentado intelectualmente de afuera y los vehículos de la cultura, cuando están en manos de comerciantes, que no pueden ver más que su lucro, es el mejor de los casos. ¿Y con un estado de cosas así, se hacen la ilusión de que vamos a ir muy lejos? Dentro de poco ¡vuelta en redondo! y al mismo estado de cosas que antes; pero solo si Dios quiere.
Muy bien el discurso del coronel Perón sobre Defensa Nacional. Ahora con una cátedra concurrida de Defensa Nacional, los jóvenes universitarios aprenderán de memoria , que es cómo se debe aprender las cosas en una Universidad que se respete, la importancia de la guerra. Si a esto se añade industria pesada, tendremos todo lo necesario para ser capaces de hacer la guerra, sin lo cual no hay nación que valga. Faltará solamente una pequeña cosa, el ánimo capaz de hacer la guerra es el ánimo capaz de sentir el honor nacional: no se forman leyendo las revistas Ahora y Aquí está; ni siquiera los doctos libros de la Editorial Sudamericana, que son tan sudamericanos como yo turco.
¿Qué mal puede haber en que una empresa extranjera nos haga un diario perfecto con mucha información, con notas instructivas acerca de Proust, Péguy y Pereda; con historietas de los mejores dibujantes, argentinos incluso, con humorismo de Chamico y Religión de Casal Castel, con crítica de Roque Molina y moral de Ernesto Nelson; en fin, con lo más escogido que hay, de papel decente y tipografía limpia, todo decentemente pagado, y que todo no valga más que cinco centavos? Pero el espíritu del diario es protestante; y su dirección es extranjerizante.
Dejen nomás el diarito, y las editoriales extranjeras, y los sabiazos extranjeros escapados de su patria por patriotismo, y ayúdenlos con plata fiscal; porque todo es cultura. Y después me contarán si pueden gobernar este pueblo, si lo pueden hacer sentir patria, si lo pueden hacer pensar de acuerdo unos con otros, si lo pueden hacer vivir, sin tutores extraños. Ustedes sigan nomás. Yo espero sentado.
Si se quieren los fines, hay que poner los medios. Si se quieren argentinos, hay que argentinizar, no solamente los pies...sino también la cabeza.
22 de julio de 1944
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