El gobernador puntano fue informado sobre lo inevitable, a saber, que resultaría perdedor en el combate electoral por realizarse el próximo domingo en las provincias del noroeste argentino (Catamarca, Santiago del Estero y Tucumán). A último momento, recurrió a la treta: deshizo todo lo previamente acordado puertas adentro del Peronismo Federal, exigiendo que se votase solo en las principales ciudades. Como consecuencia, Eduardo Duhalde se encargó de brindar detalles a la prensa sobre lo sucedido. La continuidad de la competencia, en jaque. La logística puntana. La mano del kirchnerismo, Hugo Moyano y Juan Carlos Mazzón (el “Chueco”). Por Gabriel Martin* para el Informador Público
Cualquiera que pronosticaba que la interna del Peronismo Federal entre el lomense Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá estaba llamada a ser un evento sin rasgos noticiables, se equivocó. Luego de dos semanas, la competencia perfectamente puede haberse topado con un final cercano al escándalo. Ello, en virtud de lo que El Ojo Digital supo revelar oportunamente -en la pluma de Víctor Litta-, y que supo arrojar luz sobre el pacto puntano-kirchnerista para derribar al aspirante llegado de Lomas de Zamora, a cualquier precio.
La elección pautada para desarrollarse el próximo domingo 17 de abril terminó viéndose contaminada. Para el martes 12, la junta del espacio peronista federal -constituida por tres referentes duhaldistas y tres del núcleo del rodriguezsaísmo- había reafirmado su acuerdo para que la puja del fin de semana se llevara a cabo en dieciséis sitios diferentes de las provincias de Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca. Este acuerdo quedó expresamente rubricado en las palabras y los papeles.
No obstante -y con el transcurrir de las horas-, este medio pudo corroborar que la maquinaria prebendaria de que los hermanos Rodríguez Saá habían echado mano para los capítulos de Capital Federal y luego el noreste argentino se encontraba pronta para reciclarse. Aunque esta vez, en las provincias donde se votaría el 17 del corriente. El detalle de la información era bastante nutrido: los puntanos tenían montada su estructura de centenares de coordinadores para trabajar en el terreno. La logística volvería a ser la de siempre, aunque en esta oportunidad sería necesario un esfuerzo superior. Tal es así que los operadores se movilizarían en un total aproximado de cuarenta ómnibus procedentes de San Luis (de la firma “20 de junio”, llevando funcionarios gubernamentales, empleados municipales y partidarios), y treinta que partirían desde provincia de Buenos Aires (especialmente desde Mar del Plata). Otros salieron desde la provincia de San Juan (con militantes de aquella región). Los cincuenta pesos abonados para los sufragantes en la Ciudad Autónoma se transformarían ahora en ochenta. Incluirían, por cierto, los ya vistos bolsones de comida. Se reportó una inversión total estimada en torno de los cinco millones de pesos.
Finalmente, sobresalían dos aspectos derivados de la operatoria. El primero de ellos confirma -sin espacio para la duda- la participación del camionero Hugo Moyano, con el lógico objetivo de nutrir la logística. El gremialista, aunque con algunas reservas, continúa alineado con la Casa de Gobierno. Su necesidad de trabajar en connivencia con los Rodríguez Saá para esta interna federal observaban un argumento contundente: asegurarse su futura impunidad. Cree Moyano que la única vía que le queda para granjearse una buena dosis de aprobación desde Balcarce 50 es intervenir agresivamente en la disputa entre Duhalde y el gobernador puntano, tomando partido por este último. Porque, aunque haya que repetirlo hasta el cansancio, es sabido que el entorno de la Presidente Cristina Elisabet Fernández Wilhelm -hoy cada vez más debilitada- demanda que el de Lomas de Zamora quede fuera de competencia. El segundo hecho que condimenta las ambiciones de Alberto Rodríguez Saá tiene que ver con la participación (a estas alturas imposible de negar, ni siquiera por él mismo) del operador oficialista Juan Carlos “Chueco” Mazzón. El mencionado hace las veces de “oficial de enlace” entre la Casa Rosada y los sagaces puntanos, al tiempo que mantiene los circuitos de comunicación abiertos entre el dirigente camionero y el Gobierno Nacional. Mientras el lector recorre estas líneas a consciencia, podrá confirmar cabalmente -en el proceso- la existencia de dos líneas en pugna dentro de la Administración Fernández Wilhelm: una de ellas (la de el “Chueco”) persigue instalar a Cristina con miras a octubre a cualquier precio, recurriendo incluso a la ayuda de sus fieles puntanos. La otra se ve encabezada por Juan Carlos Bettini (Embajador en España) y busca una salida “honorable” para la Presidente. Esto es, sin persecución judicial. Todo dato sirve, cuando se trata de comprender el escenario político. Ingenuos y cultores de la lectura veloz, abstenerse.
Retomemos, en este punto, la línea de tiempo que describe la actual crisis en la interna federal. Al acercarse al fin de semana, Adolfo Rodríguez Saá -hermano y principal operador del Gobernador de San Luis- fue recopilando información de “inteligencia” en relación a las chances reales de los puntanos de cara al domingo. Los reportes no eran precisamente alentadores: apuntaban que “El Alberto” perdería miserablemente en el interior de las provincias donde se desarrollarían los comicios, con una proporción de de 20-80. Solo las ciudades alternaban con números menos oscuros. En los centros urbanos, el Gobernador podía arañar el empate. Pero no era suficiente. Para colmo, el duhaldismo desde hace tiempo se encontraba haciendo un trabajo callejero notable con su militancia en Catamarca (V. Leguizamón, del Partido Popular de Catamarca) y Tucumán (Julio César Díaz Lozano, Partido Popular de Tucumán, candidato a gobernador por el Peronismo Federal).
En base al conocimiento de que la batalla resultaría perdidosa, “el Adolfo” sugirió echar mano de una jugarreta, que fue la información que llegó a los medios nacionales, por supuesto sin pulir: los tres referentes puntanos de la Junta Electoral del Peronismo Federal (El “Adolfo” entre ellos) elevaron la correspondiente nota, solicitando que la elección del 17 de abril se realizara solamente en las capitales de las provincias en disputa. Con ello, los dieciséis lugares pautados para sufragar se hubieran reducido a solamente tres. Sugestivamente, allí donde las cosas estaban llamadas a no salirle tan mal al Gobernador de San Luis. Eduardo Duhalde fue en extremo benévolo a la hora de analizar el escenario: no dijo en conferencia de prensa que su rival llevaría las de perder. Aunque no escatimó palabras para referir lo que medios como el que Usted está leyendo ya habían confirmado: el “Alberto” y el “Adolfo” tuvieron que subirse al carro de la triste maniobra porque, simplemente, no están acostumbrados a las derrotas. El próximo-pasado jueves 14, los puntanos de la Junta Electoral elevaron el pedido para reducir el número de sitios de votación. Dieron forma a la táctica porque, primero, necesitaban reducir el margen de la segura derrota (sobre la cual ya estaban apropiadamente informados); segundo, efectuaron el pedido porque sabían de antemano que sería rechazado. Lo que siguió después fue la clásica operación de prensa y burda iniciativa marketinera de intentar achacarle al rival el “paso al costado”. En la práctica profesional de la comercialización, a esto se llama “reposicionar a la competencia”, y sus orígenes se remontan a la milenaria obra de Sun Tzu, “El Arte de la Guerra”. Pero, si Usted es lo suficientemente inepto, el disparo termina saliéndole por la culata. Fue el propio Duhalde quien se ocupó de desnudar la estrategia, amortiguando el impacto mediático con leves “caricias” a la admirable gestión puntana. Pero, en la propia provincia de San Luis, las flamas ya comenzaban a devorarlo todo. Especialmente a los hermanos del poder porque, a partir de este triste episodio, tendrán que lidiar con la explicable furia de sus gobernados. Ellos también acusan recibo de sus propias internas, y en tierra puntana existen aquellos que reclamaban al “Alberto” que dejara toda otra faena y se dedicara a su reelección. Otros -hoy derrotados- empujaban para que su favorito fuera por la Presidencia.
El hombre de Lomas de Zamora intentaría, por todos los medios, salvar la relación con los Rodríguez Saá, a pesar de que -para el comicio en ciernes- ni siquiera se habían resuelto aún cuáles serían las escuelas utilizadas para la votación. Desde el inicio, Eduardo Duhalde prefirió omitir los reportes que describían con detalle las “malas artes” a que recurrían los hermanos puntanos para sabotear la interna y tornarla en su favor. Lo hizo hasta este jueves, momento en que vio colmada su paciencia. Desde el círculo duhaldista, todo mundo se preguntaba por la extraña desesperación de los puntanos para modificar las condiciones de los comicios del domingo. Luego de indagar un poco más, comprendieron el porqué. El de Lomas abandonará su habitación del Grand Hotel de San Miguel después del fin de semana, para retomar el trabajo el lunes y continuar cargándose la totalidad de la campaña al hombro.
Algunos dirán que los de San Luis se la tienen “jurada” al de San Vicente, desde la ocasión en que Adolfo Rodríguez Saá se vio forzado a abandonar la Presidencia de la Nación, en el conocido infierno de diez años atrás. Ellos culpan a Duhalde, pero desconocen que éste se encontraba jugando al tenis con un intendente amigo en el momento en que se desarrollaba la novela. Lo que es más, el lomense se enteró por sorpresa de que sería designado para ocupar el sillón de Rivadavia. De tal suerte que una porción importante de la historia de las naciones se escribe a partir de un compendio de malentendidos y la retórica del “teléfono descompuesto”...
El futuro de la interna del Peronismo Federal no luce auspicioso. En las próximas horas, la Mesa del espacio resolverá si acaso es factible continuar con la compulsa, o si corresponde ungir al candidato que más electores se haya anotado hasta la fecha (en tal caso, Eduardo Duhalde sería el elegido). Pudiera existir alguna dosis de consenso para continuar la convocatoria, pero no faltan aquellos que aluden a la escasez de fechas y al hecho de que habría que completar, en medio de un apretado calendario, la elección en aquellas provincias en las que se suspendiera en su momento la interna. Tal es el caso de Formosa. Principalmente, los inconvenientes se arremolinan en torno de la necesidad de que el aspirante victorioso ponga manos a la obra con la campaña presidencial, que todos saben se condice con el decisivo mes de octubre. En virtud de que el Gobierno Nacional cuenta con todos los medios y recursos disponibles, los peronistas federales no pueden permitirse el lujo de desperdiciar más tiempo: ello podría resultar fatal.
En cualquier caso, debe decirse que los Rodríguez Saá han echado al basurero una oportunidad más que interesante. Su fracaso -tal lo referido en columnas previas de El Ojo Digital- coincide con los desbarajustes producidos a la hora de convocar operadores aptos, lo que derivó en la imposibilidad de llegar verdaderamente al potencial militante. En vistas de este panorama, y mientras las manecillas del reloj se movían rápidamente, los puntanos sucumbieron a la tentación del Maligno. Dieron por tierra y de un plumazo con sus ambiciones, recurriendo a lo peor del costumbrismo prebendario que hizo tan “popular” y vigente al kirchnerismo, a la mediación del “Chueco” Mazzón y los “buenos oficios” del camionero Hugo Moyano. Pero, por sobre todo, lo que “El Alberto” y “El Adolfo” han hecho es propinarle un grosero puntapié a las sanas expectativas de los habitantes de la provincia de San Luis. Por estas horas, aquellas personas solo pueden dar cuenta de una asfixiante decepción.
* Director Adjunto de El Ojo Digital
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