Por JUAN SALINAS BOHIL
La Argentina opositora deambula alienada mientras el oficialismo toca la guitarra eléctrica en el mejor de los mundos. La situación es parecida a esos filmes de terror bizarros de tercera categoría. Aquí, en la película nativa, los actores zombies creen que en realidad están vivos y no perciben las paladas de tierra que caen sobre ellos, menos Hermes Binner que llegado cuarto en el último esperpento electoral llamado internas abiertas, simultáneas y obligatorias, gracias a la generosidad de la Señora Pauta Publicitaria Estatal y los contribuyentes visita a toda hora los estudios de televisión como si hubiese salido primero .
El malón de perdidosos ahora se les ha dado por protestar porque entienden que el gobierno ha hecho un poquito de fraude en la elección y aclaran, por si las moscas, que igual los pequeños timos no alteran el resultado final. Es decir que en vez de una goleada a favor del kirchnerismo de 20 a 0, fue, en realidad, de 19 a 1. ¡Vive la différence!
Al parecer todos se han puesto de acuerdo en querer cambiar en menos tiempo que canta un gallo el vetusto sistema de boletas individuales impresas por otro más moderno como el de boleta única. Y como los que hoy no están en el poder ayer lo estuvieron con los que en la actualidad lo detentan, se nos prrsenta como de costumbre una pregunta superficial, tenuemente banal y por momentos casi innecesaria: ¿Por qué no lo hicieron antes? ¿Por qué los que se convierten en oficialistas no se caracterizan por proponerlo? ¿Hay que explicarlo?
Y qué desean cambiar porque lo que debe borrarse de Argentina en su camino hacia un país moderno es el sistema electoral en su totalidad. ¿Qué proponen además de suplir el antiquísimo sistema de boletas de papel? ¿Es que van a dejar incólume la obligatoriedad del voto, la inconstitucional pena que se aplica por no sufragar, la ridícula veda electoral digna para acatamiento de infradotados, la obligatoriedad de las internas abiertas obligatorias que sólo corresponden a los afiliados de los partidos políticos, la necesidad de haber nacido o denunciar domicilio en tal o cual lugar para ser candidato o la imposibilidad fáctica de crear un partido político por las trabas que impone la legislación al respecto?
Precisamente esta última situación fue la responsable de tanta queja opositora. Mientras los fiscales del gobierno recibieron entre 100 y 200 pesos, de acuerdo a lo que se quedaba en el bolsillo del puntero de turno que controlaba a los fiscales en cada escuela, se supo antes de las elecciones que los financistas de los opositores iban a colocar dinero únicamente en publicidad y ningún billete para los fiscales. No existe militancia en los partidos sin
billetes y quien los tiene todos es siempre el gobierno (pregúntenle a los asalariados de La Cámpora). De ahí el descontrol habitual que abarca desde el robo de boletas hasta lo menos pensado. Lo demás es intentar cambiar la realidad.
Reconozcamos que si la culpa es del otro, podemos salvar en apariencias errores propios. Pero el tango siempre se baila de dos y uno solo es el que por lo general llora. Los opositores están pagando el precio de nunca haberlo sido cabalmente. Se cansaron de proclamar a los cuatro vientos que estaban de acuerdo con algunas medidas del gobierno que los convertía ipso facto en aliados. A ver si el oficialismo estuvo alguna vez conforme con sugerencias opositoras. A lo sumo las hizo ley, como la asignación universal por hijo o el aumento a los jubilados. Si las implementó bien o mal a gusto de quienes las habían pensado es otra cuestión: esto no es Suiza.
Enarbolar las banderas de lucha contra la inflación, la corrupción y la defensa de las instituciones en una sociedad que mayoritariamente las ignora y lo que es peor, las desprecia olímpicamente cuando no las alienta, fue una carrera hacia la nada. Podían, si hubiesen querido, plantear otras realidades diferentes al kirchnerismo como bajar el gasto público improductivo y IVA en una primer etapa al 18% hasta llegar paulatinamente al 10% o menos; suprimir los planes sociales en un término de un año al mismo tiempo que se establece la libre contratación; anular el impuesto al cheque, gravar fuertemente el juego, prohibir la publicidad televisiva de bebidas alcohólicas, limitar la inmigración hasta tanto se sepa qué cantidad de extranjeros habitan Argentina, dónde se encuentran asentados y cuál es la actividad productiva que desarrollan; anular el Fútbol para Todos y convertir a los clubes del ramo en sociedades anónimas, establecer el juicio por jurados que duerme el sueño de los justos desde 1853 y la elección popular de los fiscales; derogar el dos por uno carcelario y aumentar las penas a los delincuentes; acelerar los juicios a los funcionarios públicos como se hizo con los integrantes de las Fuerzas Armadas y de Seguridad que combatieron a los terroristas marxistas, y devolver el gobierno de los establecimientos educativos de todos los niveles al personal docente. Esas son propuestas diferentes al modelo de la actualidad. ¿Hay otras? Los electores escuchan.
Porque fue y es más fácil para los opositores vivir en los estudios televisivos y pasarse el día hablando por radio en emisoras carentes de programación que con cuatro o cinco llamadas salvan el día, o que sus colaboradores presenten proyecto tras proyecto legislativo que nunca serán tratados y mucho menos aprobados. Por lo menos se ha corrido el cortinado de la realidad y los famosos "equipos técnicos" compuestos por decenas de "asesores" con su impericia y desconocimiento han quedado al descubiero. Así andamos. No querer darse cuenta de que Argentina puede funcionar sin vicepresidente y sin Presupuesto, significa que puede hacerlo sin Congreso por más que figure en los papeles y se gasten las partidas necesarias. Y si no lo hicieron hasta hoy debe ser porque los escenarios opositores se parecen bastante a los gubernamentales.
El caso típico es el del jefe del Gobierno de esta Ciudad, Mauricio Macri, que usó para llegar un disfraz de derechas que hasta la actualidad le viene al dedillo a la izquierda para apostrofarla (a la derecha, no a Macri). Fue sorprendente como Daniel Filmus, el candidato opositor del Frente para la Victoria (FPV) respaldado por la casa Rosada, lo enfrentaba con el eslogan de que había que cambiar el modelo. Curiosamente casi el 70% de las directrices oficiales que incluyeron entre tantas un aumento del 300% del Presupuesto en cuatro años, de impuestos municipales como ABL, ingresos brutos, peajes, etc. (más los que ya están en marcha para el año en curso) y endeudamientos varios fueron apoyadas por el partido oficialista a nivel nacional y "opositor" a nivel local (el FPV).
De tanta falsa ojeriza contenida, opositores y oficialistas aún no se han dado cuenta que en la ciudad que administran el banco comunal cobra un 53% de interés anual por el empeño de joyas cuando la institución "surgió en 1878 para combatir la usura mediante préstamos de dinero sobre objetos diversos a un interés menor que el de plaza, orientado a actuar sobre las diferencias sociales" y ". servir a la clase proletaria, que es precisamente la que más necesita aprovechar de los beneficios de esta institución".
Con escaso interés por las cuestiones económicas, sorprende que el electorado de esta Ciudad que es bastante menos autónoma de lo que se proclama, en un mes le bajara al oficialismo la nota crediticia del 47 al 16% de los votos. Y más sorprende resulta que semejante guarismo se haya festejado como una gran victoria. Existen demasiadas coincidencias con el oficialismo en algunos para ser considerados opositores. Y si continúan usando los servicios de los mismos economistas, el resultado será el mismo. Los votantes deben haber pensado, ¿para qué cambiar?
29 de agosto de 2011 correodebuenosaires.com.ar
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