(AA) El 17 de agosto se hará en Madrid la presentación mundial de la película Cristiada, protagonizada por Andy García y Eva Longoria, en el marco de las actividades “¡de cine!” propuestas a todos los jóvenes del mundo, con motivo de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
“Cristiada” es un largometraje basado en un episodio real de la guerra Cristera en México, que presenta diferentes personajes involucrados en una lucha por defender su religión.
Constituye la película más cara jamás filmada en México. Es una superproducción de Dean Wright con actores tales como Catalina Sandino, Rubén Blades, Néstor Carbonell, Oscar Isaac, Mauricio Curi, Eduardo Verástegui y Santiago Cabrera. También cuenta con las interpretaciones de Peter O'Toole, Bruce Greenwood y Bruce McGuill.
El 31 de Julio de 1926, la Ley Calles entró en vigor y a las 12 de la noche, las luces se apagaron y el Santísimo Sacramento fue retirado de todas las iglesias de la república mexicana. Como escribe el historiador Jean Meyer, “el pueblo católico vivió la Ley como “el fin del mundo””. Y no era una locura: se suspendieron los bautismos, matrimonios, confesiones y comuniones, hasta la extremaunción. Para un católico de principios del XX era el fin del mundo.
El actor cubano-norteamericano Andy García encarna en el filme a Enrique Gorostieta Velarde, un caudillo que lidera un destacamento cristero en Jalisco, mientras que Eduardo Verástegui, el intérprete de Bella, interpreta a Anacleto González Flores, beatificado por el Papa Benedicto XVI en 2005 como mártir de la rebelión de los católicos mexicanos contra la persecución desatada en los años veinte por Plutarco Elías Calles.
Breve biografía de Anacleto Gonzáles Flores. Organizó la Unión Popular en Jalisco, fundó en 1916 la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), y se distinguió como profesor, orador y escritor católico. El Maestro Cleto, como solían decirle con respeto y afecto, era un cristiano muy piadoso, devoto de Santa María de Guadalupe. Con la edición de libros y artículos, discursos y en el ejercicio profesional de abogado defendió los derechos de los católicos públicamente y con tal audacia, que mereció ser condecorado por la Santa Sede con la Cruz «pro Ecclesia et Pontífice». A causa de tan diligente actividad apostólica se despertó el odio de los enemigos, que finalmente el día 1º de abril de 1927 le dieron muerte, a los 38 años. Se había casado el 17 de noviembre de 1922, en la capilla de la ACJM con María Concepción Guerrero Figueroa, con quien tuvo 2 hijos.
Anacleto fue martirizado mediante un refinado suplicio, muy popular en aquella época: fue suspendido de los pulgares, flagelado, le descoyuntaron los dedos y le hirieron las plantas de los pies. Un golpe brutal de fusil le desencajó el hombro y le atravesaron el costado de un bayonetazo, y como sangraba mucho, el general que mandaba dispuso la ejecución, pero los soldados elegidos se negaban a disparar, y hubo que formar otro pelotón. Antes de recibir catorce balas, aún alcanzó a decir Anacleto: «¡Yo muero, pero Dios no muere! ¡Viva Cristo Rey!».
Semblante de Anacleto Gonzales Flores. Reproducimos abajo algunos párrafos de su libro “Tu Reinarás” que permiten formarse una imagen de quién fue el beato Anacleto Gonzáles Flores.
“Pero -habrá que repetirlo y recalcarlo- hay que comenzar por matar nuestro apocamiento y poner en su lugar todo el inmenso arranque de acometida de la osadía cristiana. No nos parecerán entonces ni altas, ni sagradas, ni inviolables las murallas de todos los dominios a donde debemos llevar la púrpura victoriosa de Cristo; y, con un acto permanente de presencia en la mitad de las batallas del pensamiento, de la palabra, de la prensa, del libro, de la cátedra, de las escuelas, de la política, de la organización y de la totalidad de la vida..., llegaremos a ser reyes, no para nosotros, no para nuestra vanidad ni para nuestros planes personales; sino para que reine Cristo sobre las montañas y sobre los tejados.”
“Y mientras los viejos del cuerpo y del alma tiemblan y se azoran delante de todos los riesgos y se entregan a la parálisis, a la inercia y a la indecisión de los que a nada saben atreverse, ellos —los mártires y los santos— llenan sus ánforas en la corriente de la osadía eterna y marchan tranquilos en presencia del inmenso riesgo de ser mártires y de ser santos.”
“Por esto, no basta ser ni haber sido joven una vez. No basta haber sido vivo y palpitante boceto de Cristo, ni basta haberse asociado un día a su eterna juventud. Es preciso ser joven con la juventud de los mártires y de los santos; todos los días y en todas partes. Es preciso vivir permanentemente asociados a la osadía inmensa de Cristo, a su inacabable juventud, para no ser solamente el resto ennegrecido y mutilado del naufragio de una vida que ha sido saqueada y entregada a la lumbre devoradora del incendio que arruina y que mata las fuerzas vivas de donde arranca la audacia santa de ser buenos, de ser mártires y de ser santos.”
“Es la hora de los grandes riesgos y de las grandes osadías. Nos hallamos en el cruce donde se han dado cita, y a donde han llegado en tropel vertiginoso todos los riesgos. No se le puede rezar a Dios, no se puede bendecir a Cristo, no se le puede cantar a la libertad sin que el puño de los verdugos estruje brazos, amordace labios, quiebre plumas y hunda su espada hasta la empuñadura en el pensamiento y en las conciencias. El que se atreve a cantar a Dios tiene que ir a platicar con la sombra, a beber y apurar el cáliz de la soledad a la mitad de la noche y encontrarse rodeado de picas ensangrentadas. Y porque esta es la hora de los grandes riesgos y de las grandes osadías, es también la hora de la juventud, solamente de la juventud. Los viejos del cuerpo y del alma no quieren, ni pueden tener puesto en esta batalla. Ellos han perdido la osadía y no podrán tolerar ni la visión lejana de los grillos y de los calabozos.”
Lunes, 08 de Agosto de 2011 17:30
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