Creo que no hubo persona alguna que no se haya sorprendido por los resultados de las Elecciones Primarias del 2011 (una especie de selección de pre-candidatos para octubre, que terminó siendo más una encuesta nacional que otra cosa, ya que los candidatos estaban decididos de antemano).
Ninguno de la oposición, ni siquiera desde el bando del Frente Para la Victoria (FPV), creía los números que veían en los resultados. Casi 50.1% para Cristina Fernández de Kirchner, 12.17% para Raúl Alfonsín, 12.16% para Eduardo Duhalde, y un 10.26% para Binner. 50.1% es una estimación que nadie, ni en sus mejores sueños o sus peores pesadillas, pudo haber delirado jamás. Ya eran increíbles hasta los conteos por boca de urna, que arrojaban un 45% para la actual Presidente…
Que ganara Cristina Fernández, era algo descontado por todos; pero lo que realmente interesaban, eran los porcentajes finales. Y si bien las primarias no son más que un censo político, bien pueden ser proyectados para las presidenciales de Octubre. Si el FPV ganaba por menos de 40 puntos, se iría a segunda vuelta con el segundo mejor (que tenía grandes posibilidades de juntar a todos los opositores al Gobierno); si tenía 40 puntos o más, debería verse la diferencia con el segundo (si era menor a 10 puntos, se iba a segunda vuelta; sino, ganaba en primera); y si tenía 45% o más, le aseguraba el puesto sin tener que pasar por un segundo test.
Pero desde el primer volcado parcial del conteo oficial, me di cuenta de que jamás se podía tener ese porcentaje. Primero supuse que contabilizaban los datos más favorables para luego emparejar, pero la noche pasaba y los porcentajes se mantenían estables. En el momento en que estaba pensando en un fraude abierto, me empezaron a llegar cifras por diferentes canales: casi todas coincidían entre ellas, pero diferían mucho de la historia oficial. Desde allí, y gracias a un poco de números, memoria y sentido común, supe que el fraude no sólo era posible, sino que era toda una realidad.
LA ESTAFA VISIBLE
Los primeros indicios me los dieron las cifras que me llegaban. Por todos los canales recibía, a nivel nacional, un 37-34% para el FPV, un 25-23% para Duhalde y un 16-18% para Alfonsín. Ahí es donde pensé en un reacomodamiento de cifras, cosa que nunca ocurrió. La participación del electorado, oficialmente, fue de casi un 78% del padrón (cosa que también difería, ya que el promedio estaba rondando el 65% de los datos que recibía). Ahí fue cuando recordé varios dichos y entrevistas a diversos funcionarios kirchneristas, que decían esperar lo mismo: entre un 60-65% de asistencia. Los más allegados a Cristina se contentaban con un 60%, como Scioli (aunque todos los oficialistas, como si fuese guionado, no se movían del 60%).
Otro de los datos llamativos, fue el pifie gigantesco de todas las encuestas: algo no extrañable viendo el fiasco en Capital Federal, pero nunca con tamaña diferencia. Y más aún de encuestadores como Artemio López (especie de encuestador/bloguero/filósofo/cadete kirchnerista), que en las elecciones en la Ciudad fue uno de los dos que daban ganador a Filmus (cuando Macri sacó gran diferencia en ambas vueltas). Don Artemio es públicamente conocido por dar cifras irrealmente excesivas a favor del kirchnerismo; y los datos que él exponía, eran de 45% a favor Cristina. En ésta oportunidad, y por primera vez en la historia, la realidad superó a los datos artemienses.
Por si no se dieron cuenta, en las cifras que di se visualiza el fraude mismo. Todos los oficialistas (y también los opositores) esperaban un 60-65% de presentismo, pero según el conteo oficial, esa cifra fue de 78%. O sea que votaron de más entre el 13% y el 18% del padrón. Si comparamos el porcentaje de Cristina según las encuestas y los datos que recibía en tiempo real (34/37%) y el del resultado oficial (50.1%), nos da… entre un 13/16% de diferencia. Casi el mismo porcentual de la gente que votó de más. Es muy raro que se erre por tanto una vez, pero dos veces ya es indicio de algo. Más cuando el error viene de la misma entidad y enlaza a dos datos que no deberían estar relacionados entre sí (como cantidad de votantes extras y diferencia de un candidato).
Si seguimos mirando las cifras y hacemos memoria, los resultados oficiales son muy sugerentes. Al kirchnerismo siempre se le achacó el no haber sido elegido nunca por la mayoría del Pueblo (Néstor sacó sólo un 20% de votos antes de que Menem se bajara del ballotage, y Cristina logró unas décimas por encima del 45%). Para ser representante de todos de punta a punta, ella debía ganar por mayoría (mayoría es la mitad más un centavo), y eso le serviría también tanto para evitar una segunda vuelta como para “demostrar” que podía ganarse a sí misma y, de esa forma, validar el modelo que tanto pregona y del que tan poco habla. Sacó un 50.1%. La mitad más un centavo, y se autosuperó con su anterior 45%. Redondito. Con sus dos más fuertes adversarios ocurrió algo similar: Duhalde sacó 12.16% y Alfonsín 12.17%. Si hacemos memoria (no mucha porque fue bastante reciente), ambos candidatos se juntaron varias veces para llegar a un acuerdo: el que saliera tercero, apoyaría al segundo al 100% para que pueda tener el porcentaje suficiente para segunda vuelta y para ganar la secuela bipartidista. Si los dos terminan técnicamente empatados, no hay tercero que deba ayudar al segundo. Y de todas formas, aunque se hiciese, los dos partidos juntos no llegarían al 30% necesario para ir a una segunda vuelta si Cristina sacaba un 40% (lograrían sólo un 25%). Otra vez, redondito. Y no olvidemos la rareza de que los dos partidos históricamente mayoritarios no lleguen a 1/4 de los votos (entre ambos), y la mágica estadística que pone a dos políticas tan dispares a unos 1500 votos de diferencia (sí, leyó bien, mil quinientos votos…).
Otro de los indicios de fraude, es el mismo gobierno diciendo que es “imposible” el fraude, y sin que nadie le pregunte. Si a usted le preguntan cómo es su trabajo diario y, luego de una breve explicación, pone énfasis en decir “pero es imposible que yo pueda robar en mi trabajo”, ¿qué impresión daría? Bueno, eso es lo que hizo Alejandro Tulio (Director Nacional Electoral), cuando se lo consultó sobre las generalidades de la elección y las demoras esperadas, y, de la nada, termina asegurando que el sistema es infalible y anti-fraude… Pero parece que los kirchneristas no se terminan de poner de acuerdo sobre el ocultar los fraudes o exponerlos. Aníbal Fernández, 2 días después de las elecciones y ante las denuncias de robos de boletas de los partidos opositores, dijo “que pongan fiscales que presten atención para que no se las roben. Tontos hay en todos lados”. Entonces, ¿aceptamos que el sistema es impecable e inviolable, o llamamos a más fiscales para que no se roben las boletas? Lo lindo es que para Aníbal, el robado es un tonto, pero del que roba ni se habla ni se lo condena. Una segunda impresión que, sumada a la que deja Tulio, nos hace pensar que el fraude no sólo existió, sino que también es avalado por el kirchnerismo. No sé por qué, pero no me sorprende…
También hubo otros tipos de fraude en las elecciones, que van desde falta de boletas, pasando por la suplantación de boletas falsas de Duhalde, hasta golpizas propinadas por La Cámpora (rama muy reactiva y violenta, mezcla del kirchnerismo con los Derechos Humanos de Madres y Abuelas) a representantes de Alfonsín. Esas y otras tácticas, puede verlas aquí. Pero hay todavía más. El cierre del escrutinio se hizo con el 96.84% del electorado, porque, según Randazzo había “inconsistencias” en “algunos” telegramas, y por ello dejaron al 3.16% afuera. Pero ese porcentaje representa a 2715 mesas. Si tomamos un promedio de 300 votantes por mesa, nos da un resultado de 814500 votantes dejados afuera del conteo. Me suena más a “casi un millón” que a “algunos”…
EL FRAUDE EN LOS TELEGRAMAS Y EN LA PÁGINA WEB
Por si faltaba algún tipo de fraude, tenemos también el de los telegramas. Ya desde la elaboración, pasando por el telegrafiado, la toma de datos y la publicación por web. En esta dirección puede navegar por los resultados totales del escrutinio, y en esta otra puede navegar entre los telegramas (supuestamente) originales enviados por Correo Argentino. En ésta última página, pueden ver cosas muy comunes, como éstas (pulse en el link para ver el telegrama):
Prueba 1 - 273 votantes, sin diferencias. Pero la suma no está. Cuando uno la hace, el resultado es de 265 (faltan 8 votos). Las columnas de Presidentes y Diputados, tampoco concuerda.
Prueba 2 - Dígame que esto no es fraude. No tiene conteos al principio ni al final. Los números ni siquiera se entienden y parecen haber tachado y agregado a conveniencia.
Prueba 3 - No se agregan totales al principio ni al final. Otra vez, se tacha y se agrega a gusto (hay un voto de 23 tachado y cambiado a 34). Se agregan datos en la zona sombreada prohibida.
Prueba 4 - 277 votantes, sin diferencias. Pero en la suma se totalizan 279 en presidenciales y 272 en Diputados (en la primer cifra hay 2 votantes de más, en la segunda son 5 de menos). Cifras tachadas y remendadas, otras agregadas en sectores prohibidos. Si miran bien los números “2″ de las columnas, verán que hay dos tipos de escritura (hay “2″ con la parte inferior con “rulito”, y otros con el final hacia arriba). No sólo dos personas distintas llenaron las columnas, sino que ninguna fue el Presidente de Mesa, única autoridad que debe hacerlo (si miran el “2″ que agregó en su documento, es un tercer tipo distinto). Eso me hace pensar que o varias personas consumaron el fraude en el mismo cuarto oscuro (cosa rara habiendo 4 fiscales firmantes), o bien la parte de las firmas es original y la de las columnas con conteos fueron agregadas luego…
Prueba 5 - 282 votantes, pero sin sumas en la parte presidencial (que da 272, 10 votantes de menos).
Prueba 6 - 272 votantes totales, sin diferencias; pero en las columnas agrega 270 en las presidenciales y 266 en las de Diputados.
Prueba 7 - 268 votantes, pero 269 registrados (1 de diferencia). En las presidenciales, tacharon 21 votos a Campo Popular para que cierren los números, pero parece que se olvidaron de los Diputados, que totalizan 255…
Prueba 8 - 285 votantes, sin diferencias, tampoco sin totales. Cuando uno suma la columna presidencial, da la asombrosa cifra de… ¡434 votos! Son casi 150 votantes “extras” que aparecieron de la nada. No contentos con eso, en Senadores la cifra es de 401, y en Diputados son 254. Un telegrama con 4 cifras distintas en vez de una. ¡Un combo genial!
Prueba 9 - 206 votantes, sin diferencias. Pero la columna (no sumada) en presidenciales nos da 199 (7 votos perdidos), y en la de la derecha, 198.
Prueba 10 - 199 votantes, sin diferencias acusadas. Pero en la columna presidencial agregan 195, y en la siguiente 189.
Prueba 11 - Otra más de tachoneos, que ni siquiera así cierran los números con los votantes. Otra vez, hay votos de menos.
Aclaro que los telegramas que expongo los descubrí al azar y, en apenas 40 minutos de búsqueda, encontré éstos y otros más (que debí omitir para no saturar el post). Haga la prueba, busque, mire, y haga cuentas. Si en 5 telegramas seguidos no encuentra ni una irregularidad, le regalo mi voto a Cristina en octubre. ¡Súmese al “Encuentre su propio telegrama fraudulento”!
Otro de los fraudes (por si no alcanzaba con los telegramas) es la publicación vía web de los resultados que se reciben en esos telegramas. Voy a ir lento y despacio, porque si bien ya se están viendo los errores enormes en la gran mayoría de los telegramas, hay todavía más particularidades que estoy notando y que parece que han sido pasadas por alto.
Voy a tomar una muestra chica de telegramas emitidos por Correo Argentino y recibidos por Secretaría Electoral sobre una misma ciudad con todas las mesas. Si no hubo fraude, ambas cifras deberían ser las mismas, ¿verdad? Bueno, veamos:
Tomo una ciudad chica con pocas cantidades de mesas. Elijo la provincia de Corrientes, en el distrito de Berón de Astrada. Tiene sólo 7 mesas, de las cuales fueron escrutadas el 100% (o sea, se contabilizó TODO). Según los datos oficiales emitidos por web, los votos positivos totales fueron de 1402, a lo que hay que sumarle 3 en blanco y 4 nulos (convengamos en que tanto blancos y nulos son porcentajes casi increíbles por casi 1500 votantes). Vamos a tomar también la cantidad de votantes para el FPV, para Alfonsín y para Duhalde. Cristina tuvo 1076 votos, Alfonsín 210, Duhalde 67. En el link de arriba pueden corroborar esos datos.
Ahora voy a la parte de los telegramas (pueden verlo del link de “telegramas”, poniendo Provincia, sección de distrito, luego los circuitos y las mesas). Están los de las 7 mesas (correcto) y voy sumando las cantidades de los 3 circuitos y las 7 mesas. Los resultados: las cifras de los candidatos son iguales a las de los telegramas (1076, 210 y 67), pero hay 6 votos en blanco y 6 impugnados/nulos. Según los telegramas, los votantes fueron 1470, pero en página figuran 1402 (casi 70 votantes “perdidos”). ¿Y entonces?, preguntará usted. En este punto le recuerdo que cuando hay números de menos, se lo restan a alguien. Lógicamente, no siempre pueden restarles a los que vienen detrás, pero sí a lo/s siguiente/s (para no despertar sospechas de restarle siempre a los mismos, van bajando a un candidato por circuito para acomodar los números totales: a nivel nacional no se notaría, pero sí a nivel de circuito). Hilando más fino los números, encuentro a uno de los damnificados. Altamira (sí, el del milagro) en los totales de los telegramas, tiene 19 votos; pero en la página de los totales, lo retocaron a… sólo 6. Si usted tiene ganas, siga buscando, porque encontré 13 de los eliminados, pero son casi 70. Apuesto a que algún partido local fue el que recibió la mayor paliza.
También puede buscar usted mismo las mismas discrepancias entre telegramas y resultados finales, y le apuesto una bolsa de boletas falsas a que en cada investigación habrá damnificados diferentes, necesarios para acomodar los resultados a dedo sin que salten las alarmas.
EL CAMINO DEL FRAUDE
Como hemos visto, hay varios tipos de fraude aplicados, aunque por mecanismos no siempre visibles. Empezando por el bombardeo propagandístico oficialista, sumado a las mentiras o voto miedo, el robo de boletas, el camino sigue su curso por otras estafas a las que no estamos acostumbrados. Si la confección de las actas y los telegramas ya dan números de menos (o con votos únicos al FPV), quiere decir que el fraude se consuma en el mismo cuarto oscuro o es retocado por el organismo que emite esos telegramas. Ese organismo es Correo Argentino, nacionalizado por el kirchnerismo y con militantes en su estructura; es la misma entidad que transporta las urnas con los votos reales, y también la misma que provee de sellos y fajas. No tengo pruebas precisas, pero bien podrían retocar los números y “equiparar” esas cifras con votos reales (recordemos que los sellos de los sobres y hasta los sobres mismos también entran en su campo). La prueba 4, en donde los números de la planilla no se corresponden con ninguna autoridad de mesa, me hace aumentar esa sospecha.
Otro de los caminos del fraude, es el mismo sistema que recoge los datos. El caso de Berón de Astrada es clarito, y no olvidemos tampoco que en las elecciones cordobesas por Gobernador, se cayó la base de datos que, casualmente, también manejaba Correo Argentino. Ellos dicen haber recuperado todo gracias a backups, pero a media hora de los conteos se colgó, por lo que no creo que haya backups que tuviesen el respaldo completo (de hecho, al momento en que termina una copia de respaldo, ya hay nuevos datos sin respaldar). También casualmente, es uno de los puntos de la definición de “fraude electoral” (que recomiendo que lean, porque aparecen casi todos los métodos kirchneristas): “Caída de los sistemas de cómputo en red para confundir a la opinión pública y manipular los resultados electrónicamente”. Al parecer, hicieron una prueba que se aplicó a nivel nacional el 14. Supuestamente, Correo Argentino tiene una especie de sistema intermedio que se conecta con el oficial, por lo que tampoco sé si el fraude se da sólo en CA o también en la empresa que recoge los datos finales a publicar. Esa empresa es Indra, y también es la beneficiada de colocar 10.000 máquinas de tarjetas SUBE en los colectivos. Me parece lo suficientemente grande e internacional como para caer en algo así (además, desde el 97 que computan elecciones en el país), pero nunca se sabe…
EL EJEMPLO FRAUDULENTO
Con todo lo que escribí hasta ahora, es fácil perderse y ver las enormes irregularidades, mas no el fraude. Por eso, voy a poner un ejemplo práctico.
Imaginemos que hay una mesa con 300 empadronados. Si tomamos en cuenta los porcentajes que recibí, habría votado el 65% (195 votantes); voy a ser bueno y le voy a dar un 37% al FPV (72 votos), un 23% para Duhalde (45 votos), y un 16% para Alfonsín (31 votos). A efectos prácticos, vamos a llamar a ésta fórmula “la realidad”.
Ahora bien, por un lado, el kirchnerismo dice que la participación fue del 78% (234 votantes). Si ese excedente se lo sumamos únicamente el FPV, tendríamos 72 votos de “la realidad” + 39 votos extras (234-195): un total de 111 votos para el FPV. Si volvemos a sacar el porcentaje (de 234 votantes, pero ésta vez con 111 votos para el FPV), nos da la friolera suma de 47.5%. Un número más cercano a los 50.1% que a los 37/34%, ¿verdad? Y no olvidemos que los porcentajes “de la realidad” pueden variar lo suficiente como para cubrir ese casi 2.5% restante.
Por supuesto, ese 2.5% también se puede explicar de otra forma, al igual que el por qué tanto Duhalde y Alfonsín lograron poco más de 12% si en “la realidad” tienen cifras tan superiores. Si tenemos en cuenta que los números de “la realidad” acercaban a Binner y a Rodríguez Saá en torno del 5% para cada uno, en los números “oficiales” sacaron 10.3% y 8.2% respectivamente. Ahí ya tendríamos un 7-8% que se le pudo restar a los dos segundos. Si tenemos en cuenta el caso que expuse de las 7 mesas en Corrientes, el sistema reduciría los votos en más de 4.5% (1470 reportados en telegramas, 1402 contabilizados vía web). Y eso si no olvidamos que cada error en los telegramas promedian los 10 votantes de diferencia hacia abajo (ver las pruebas). O sea que tendríamos un 8% + un 4% (vamos a volver a ser buenos) y un estimado de (vamos a ser muuuy buenos) otro 4% en los telegramas. Eso nos da cerca del 16% que pueden bajar al resto de los contendientes. Si sumamos los 12.16% de Duhalde a un 11%, tendríamos el 23% de “la realidad”; y si sumamos a los 12.17% de Alfonsín un 4%, nos daría el 16% de “la realidad”. 11%+4%=15% de diferencia, ¡y sobra resto! El otro 1% se puede restar a los otros partidos, junto a cualquier otro porcentaje “extra” que hayan encontrado en el camino, como el agregado de gente desaparecida en los padrones como “conmemoración” (al que se le ocurrió poner nombres de muertos que no votan en los padrones en donde se vota, disfrazándolo de reparación histórica, fue realmente un genio).
¿Y AHORA?
Los pasos para lograr la mayor estafa conocida en materia electoral, fueron muy bien pensados, cronometrados, ocultados y milimetrados. Son varios puntos relativamente pequeños, pero si los vamos siguiendo, nos trazan la línea del plan de manera clara. Con “algunos” errores en los telegramas, desconocimiento de las autoridades de mesa, fallas en los sistemas y demás, intentan explicar los puntos que, casualmente, hacen cerrar todos los porcentajes (los inventados y los reales). Pero, ¿hay forma de verificar de forma tangible ese fraude? La respuesta es: depende. Y aunque se demostrase, tal vez tampoco importe.
La forma más fácil de verificar, es recontar los votos. Y eso es algo que debe hacerse sí o sí (recuerden que el recuento por telegramas es provisorio, las cifras finales se dan con el conteo a mano del contenido de las urnas). Allí deberían verse las enormes discrepancias entre porcentajes telegrafiados y reales. Pero entonces, ¿no se le caería la elección al kirchnerismo? La respuesta es: NO. Por un lado, las cifras “de mentira” ya están instauradas y diseminadas por los medios, por lo que la mayoría de la sociedad se atiene a eso. Por otro lado, el conteo manual puede llevar meses, por lo que aunque se descubriese el fraude, ya tendríamos elegido el puesto presidencial para entonces. Y siempre se puede retrasar con medidas de amparo o “cajoneos” que alarguen el tiempo. Por algo Cristina Fernández va en contra de la boleta única y aclaró “es un nuevo sistema que salió muy bien, y esperamos que se aplique a nivel nacional de ahora en más”…
Si los votos reales fueron acomodados por Correo Argentino según las estadísticas que ellos mismos cargaron por web, es casi imposible que el fraude se descubra. Ellos tienen las urnas completas guardadas, fajadas y selladas, pero ellos también tienen fajas y sellos, y los fiscales no pueden estar meses en los depósitos viendo que nadie se acerque. Si ven a la gente de Correo Argentino muy atareada en las próximas semanas, ya saben…
Así es que, en “la realidad”, estamos jodidos, se demuestre o no el fraude. La Justicia acá es lentísima y, salvo algún amparo especial, probablemente nos enteremos el siglo que viene (si es que nos enteramos). Y lo peor de todo, es que si hubo tanto furor en el kirchnerismo por saber los resultados de éstas elecciones y promocionarlas tanto, es porque es el trampolín para lo que va a pasar en Octubre. Lamentablemente, no le veo una salida a ésta fórmula delictiva tan bien aplicada y a punto de repetirse en un par de meses. No de manera pacífica al menos, aunque sigo buscando soluciones en ese sentido. (PLPLE)
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