Cuando trato de comprender cuál es la razón última de quienes sostienen el aborto, llego a la conclusión de que se basan en un concepto del hombre y su libertad como algo absoluto, una suerte de un dios creador que no tiene límites.
Parecería que las razones biológicas y científicas, que no dudan en hablar de vida humana desde el embrión, no son suficientes. Les cuesta reconocer esta realidad humana del embrión, es más, tratan de evitar que se presenten sus imágenes por la crudeza que tienen.El no ver, parecería, tranquiliza la conciencia. Tampoco alcanzan las razones jurídicas, cuando se nos habla del derecho a la vida como el primer derecho del hombre y, por lo mismo, reclama ser tutelado por las leyes. No hay nada superior a la libertad del hombre entendida como un poder absoluto de decisión.
Habría, para esta postura pro aborto, una omnipotencia de la libertad personal que exime de toda referencia ética o jurídica que sea vinculante. Algunos lo justifican diciendo que esa vida aún no tiene voz propia, no es persona como nosotros, agregan. No es suficiente, para ellos, la verdad de un ser que está en camino y que, aún, necesita de ayuda. Lo que importa es la libre decisión de quién engendra y lo lleva, convirtiéndose en creadores, en pequeños dioses de algo que les es propio, y no necesita, ni admite, una tutela legislativa y jurídica. Es una suerte de creación, si es posible la comparación hablaría de una creación sin sentido de providencia o responsabilidad respecto a la vida engendrada.
Puede parecer un tanto simple esta presentación, pero creo que es necesario plantearla en estos términos para comprender el fondo de la cuestión. Estamos ante la gravedad de una cuestión que define no sólo el valor único de una vida, sino el alcance gnoseológico y ético de una cultura. Campea como telón de fondo los principios de una filosofía de corte constructivista que, aunque no se lo exprese claramente, lleva necesariamente al planteo de una moral relativista, donde todo es posible.
No podemos dejar de pensar, ciertamente, en los problemas que puede plantear un embarazo para la mujer. No se trata de una actitud que no tenga en cuenta esta realidad, por el contrario hay que asumirla; lo que si marca una diferencia frente a esa postura es que estamos ante una vida nueva con sus exigencias y derechos. Este hecho requiere una cercanía y acompañamiento a la mujer tanto de la familia como de la sociedad, pero nunca es una actitud humana y responsable resolver el problema quitando una vida. Es importante buscar respuestas educativas y propositivas frente a esta realidad.
¡Cuántos niños hoy están creciendo con la alegría y gratitud de sus madres, porque han tenido la cercanía de personas que han sabido acompañarlas! Pienso en la obra silenciosa de Grávida, que es testimonio de un amor auténtico y responsable. El verdadero concepto de libertad, por otra parte, no es un límite a la grandeza del hombre, sino una condición necesaria que hace de la libertad un signo de su dignidad.
Reciban de su Obispo en este mes dedicado a la Familia, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús y María Santísima.
Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
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