Destacan que la creación de este Instituto revela "un absoluto desconocimiento y una desvalorización prejuiciosa de la amplia producción historiográfica que se realiza en el marco de las instituciones científicas del país".
Los estudiosos de la historia argentina opinan que este organismo "conspira contra el desarrollo científico y la circulación de diversas perspectivas historiográficas, a la vez que avanza hacia la imposición del pensamiento único, una verdadera historia oficial".
Afán totalitario de controlar nuestras mentes: gobierno crea Instituto Nacional de Revisionismo Histórico
Texto completo del comunicado: "Sobre la creación del Instituto Dorrego"
El Poder Ejecutivo Nacional acaba de crear por decreto el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego. Según se expresa en los considerandos de la medida, su finalidad “será estudiar, investigar y difundir la vida y la obra de personalidades y circunstancias destacadas de nuestra historia que no han recibido el reconocimiento adecuado en un ámbito institucional de carácter académico, acorde con las rigurosas exigencias del saber científico”. Entre esas figuras, se incluye a Dorrego, San Martín, Güemes, Artigas, Rosas, Yrigoyen, Juan Perón y Eva Perón, además de algunos personajes de otros países de América Latina.
Se agrega que el Instituto se abocará a “la reivindicación de todas y todos aquellos que… defendieron el ideario nacional y popular ante el embate liberal y extranjerizante de quienes han sido… sus adversarios…”. Y, según el artículo 1º, se revisará “el lugar y el sentido que les fuera adjudicado por la historia oficial, escrita por los vencedores de las guerras civiles del siglo XIX.
Ante esta medida y los motivos que la fundan, los abajo firmantes expresamos nuestra profunda preocupación en torno a los siguientes puntos:
1. El primer considerando pone al desnudo un absoluto desconocimiento y una desvalorización prejuiciosa de la amplia producción historiográfica que se realiza en el marco de las instituciones científicas del país –universidades públicas y privadas, organismos dependientes de CONICET, entre otras-donde trabajan cientos de investigadores en historia, siguiendo las pautas que impone esa disciplina científica pero a la vez respondiendo a perspectivas teóricas y metodológicas diversas. En los últimos treinta años la historiografía argentina ha producido abundante conocimiento sobre diferentes períodos, procesos y figuras, incluyendo todas las que menciona el decreto como “relegadas”.
2. Con todo el peso del Estado, el Instituto se crea para promover un discurso oficial sobre el pasado. Se rescata aquí una corriente específica, el revisionismo, que a mediados del siglo XX ofreció interpretaciones novedosas sobre la historia argentina, pero que, al igual que la corriente “liberal”, no responde a los criterios actuales que orientan la disciplina. Esta ha desarrollado instrumentos de análisis complejos que resisten el reduccionismo propio de esas corrientes cuyo objetivo central era la construcción de héroes y villanos. Ese enfoque maniqueo, que el Instituto adopta, no admite la duda y la interrogación, que constituyen las bases para construir, sí, “saber científico”.
3. A través de esta medida, el gobierno nacional revela su voluntad por imponer una forma de hacer historia que responda a una sola perspectiva. Se desconoce así no solamente cómo funciona esta disciplina científica, sino también un principio crucial para una sociedad democrática: la vigencia de una pluralidad de interpretaciones sobre su pasado.
"El Poder Ejecutivo de turno tiene el derecho de presentar su propia visión del pasado del país, pero crear una institución estatal cuyo objeto es imponer una forma perimida de hacer historia y una visión maniquea de ese pasado constituye un hecho grave que, sin duda, conspira contra el desarrollo científico y la circulación de diversas perspectivas historiográficas, a la vez que avanza hacia la imposición del pensamiento único, una verdadera historia oficial".
La posición de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán
Según informa La Gaceta, la Junta de Estudios Históricos de Tucumán también cuestionó la creación del Instituto Dorrego y criticó a Mario "Pacho" O’Donnell, director del organismo.
"Lo integrarían treinta historiadores de la corriente revisionista y su director sería Mario Pacho O’Donnell quien ha declarado que el objetivo del Instituto es construir una historia ’democrática, nacional, popular y federalista’ que sea alternativa a la llamada ’Historia oficial’ a la que calificó como liberal, oligárquica, porteñista, antipopular y antiprovincial", destacan los miembros de la Junta.
Los historiadores opinan que esas calificaciones ponen en evidencia "una actitud peyorativa y sancionadora respecto de lo que se ha venido investigando y escribiendo sobre la Historia Nacional e Iberoamericana -desde diferentes y, a veces, encontrados puntos de vista- durante más de un siglo, tanto por investigadores que trabajan en forma independiente, como por aquellos que lo hacen en las universidades estatales o privadas o en instituciones dedicadas a la investigación histórica como es la Junta de Estudios Históricos de Tucumán".
"Esto induce a temer que los estudios que se realicen en el Instituto no estén inspirados por la objetividad requerida para realizar una auténtica tarea de revisión e investigación histórica, responsable y libre de preconceptos", añaden Ventura Murga y Teresa Piossek Prebisch, secretario y presidente, respectivamente, del centro de estudios.
Advierten que la historia de un país maduro "precisa de todas las voces acerca del pasado para que resulte creíble, pero es indudable que la ciencia histórica debe tener cuidado en no forzar la interpretación al servicio de intereses políticos e ideológicos".
Señalan como ejemplos de lo que antecede la descalificación de Julio Argentino Roca; la indiferencia hacia Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento en ocasión de sus bicentenarios; el silenciamiento de la trascendencia continental de la Batalla del 24 de Septiembre de 1812 durante los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo, entre otros casos.
"Esas actitudes no son un modo de ’Hacer la Historia’; el historiador debe mostrar los hechos y circunstancias de las acciones de los individuos y grupos para comprender sus decisiones en el contexto de su época, no para juzgarlos y condenarlos desde la coyuntura política del cronista.
Por otro lado -concluyen- O’Donnell, limitado a los parámetros de medición de productividad ’porteñistas’, parece no haberse enterado que la historiografía argentina ha crecido con vigor durante las últimas décadas y que mucho de esa nueva historiografía se ha producido en las provincias sin necesidad de la existencia de un Instituto "democrático, nacional, popular y federalista".
Martes, 06 de Diciembre de 2011 00:59
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