domingo, 8 de enero de 2012

Éramos pocos. y parimos más "intelectuales" y "trabajadores".


por Juan Salinas Bohil

La soga del gran ajuste aún no aprieta, pero ya llegará el momento tan temido. La entelequia del "modelo nacional y popular" agoniza, como en su momento lo hicieron el Proyecto de Reorganización Nacional, los "Cien años de democracia" del alfonsinismo, el liberalismo trucho de Menem, las apoplejías de Fernando de la Rúay el brevísimo paréntesis de Duhalde.
Búsquese hacia atrás y el panorama que se encuentre será, por lo repetitivo, desolador.
Mientras de mientras, entre magníficos pisos de robles de Eslavonia, un necesario aire acondicionado 24 ºC, y finísimos caireles que irradian a más no poder abstracciones universales alumbradas apenas unos metros más abajo, se ha conocido el parto mediante fórceps de un nuevo grupo de pensamiento formado por "intelectuales" y "trabajadores" de la cultura que dice tener como objetivo "la recuperación del pensamiento crítico" en contraposición a labor desarrollada por la paraestatal "Carta abierta", un consorcio de apoyadores crónicos del modelo gubernamental y, no cuesta mucho decirlo, con una muy pobre erudición.
Sin embargo, que haya quienes deseen oponerse a la agencia TELAM del pensamiento único es, por lo menos, paradojal. Como alguien puede contraponerse a la nada. ¿Acaso otra nada? Pregunta profunda si la hay que el mortal ordinario no puede contestar. ¿Por qué? Se entiende: no es un intelectual porque tiene poco seso ni tampoco un "trabajador", es algo parecido a un zombie de tránsito lento que en lugar de carne humana bebe Activia.

La nueva colectividad de "pensadores" cuya figura más conocida es Beatriz Sarlo, publicitada como nunca por LA NACIÓN, quiere su lugar bajo el sol bolivariano que desde hace ocho años irradia vía Caracas la Casa Rosada. Sus integrantes proponen sostener su "capacidad y conciencia crítica", "romper el silencio como paso imprescindible hacia un accionar colectivo y transformador en defensa del pensamiento crítico", apuntar contra "la homogeneidad discursiva", anunciando que al mismo tiempo trabajarán como "un colectivo horizontal con la idea de fomentar la apertura y salir de la dicotomía que se viene planteando en el ámbito intelectual". ¡Uf!
Pero, al plumerear suavemente la carcaza que cubre las "ideas" de la nueva "intelectualidad" se observa que de nuevas no tienen nada y mucho menos de intelectuales, pero sí de políticas. Así discursean acerca de la desigualdad social en el país, de los muertos escamoteados por el discurso oficial que marcan un encarnizamiento represivo en donde "Muchas de las últimas muertes están vinculadas a la carencia de tierra, y detrás de cada nombre hay una historia de vida que se remonta a la histórica lucha de los pueblos originarios contra el despojo del que han sido objeto. El proceso de concentración de la propiedad de la tierra y la soja-dependencia de los últimos ocho años son un correlato en el presente de aquel despojo, que el discurso oficial oculta". O por ejemplo, "Quieren aparecer como actores de una gesta contra las 'corporaciones', mientras grandes corporaciones como la Barrick Gold, Cerro Vanguardia, General Motors, las cerealeras, los bancos o las petroleras - y el propio grupo Clarín, hoy señalado como la gran corporación enemiga - han recibido enormes privilegios de este gobierno".

De manera que, disfrazados con ropajes de liberales de izquierda muestran su verdadera faz ideológica cuando arremeten contra la reciente sancionada ley antiterrorista al decir "nos inquieta enormemente porque sabemos que puede ser utilizada para reprimir la protesta social", que no casualmente es lo mismo que pregonan otros izquierdistas y terroristas como Verbitzky, Hebe, la CTA, el Partido Obrero, Zaffaroni, la Carlotto y todos los personajes que habitualmente suelen viajar en el vagón de cola del trencito fantasma local.

Si todos estos personajes (incluidos los nuevos "intelectuales") van a defender el derecho a la protesta social, es decir al pueblo en su concepción más amplia, hay algo que no funciona adecuadamente. Es como si Sergio Schoklender fuera nombrado jefe de Gabinete o Robledo Puch ministro de la Corte Suprema. Mejor será desempolvar el pasaporte.
7/1/2012

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