por Mario Cadenas Madariaga
El reclamo de Hugo Moyano significa el fin del estado corporativo, iniciado por Juan Domingo Perón en el año 1945, es decir, la independencia de la central obrera de la conducción política del gobierno.
Es indispensable clarificar este aspecto de la cuestión para entenderla y proyectarla debidamente en el escenario político de la Nación.
Es decir la clase obrera tiene intereses propios y bien diferenciados, que giran fundamentalmente alrededor de sus ingresos, de la estabilidad de los mismos, su progresivo mejoramiento real y la cobertura de los riesgos a los que están expuestos.
Las trescientas organizaciones gremiales que nuclear a los trabajadores argentinos, tienen suficiente experiencia y recursos para interpretar mejor que nadie como se deben llevar a cabo esos objetivos.
La dependencia del Estado, le significan declinaciones muy peligrosas, como lo han podido experimentar recientemente el gremio de los trabajadores rurales, los gremios que se opusieron a la expansión del gremio de camioneros cuando éste contaba con el favor oficial, y en la medida que no tuvo razón, pero fundamentalmente:
a) cuando se le retienen alrededor 12.000 millones de pesos descontados de los sueldos de todos los trabajadores;
b) cuando no se le concede la representación que debían tener en el Congreso;
c) cuando se les quiere limitar el poder de negociación en las convenciones colectivas;
d) cuando se les desgasta sus ingresos con una inflación que produce el Gobierno, y es de su exclusiva responsabilidad reducirla y eliminarla.
e) cuando no resuelve el problema de la informalidad en el trabajo:
f) cuando hay una amenaza latente contra las obras sociales administradas por los gremios, con la intención de pasarlas a la administración del Estado.
g) cuando los derechos de los trabajadores a la jubilación se están afectando por la financiación que la ANSES al Estado sin garantías y contra sus funciones.
h) cuando se desconocen las bases de la modificación de las tarifas de los servicios públicos, que se proyecta y que tanta influencia tendrán en el presupuesto de los trabajadores.
La República Argentina ha cambiado mucho en el transcurso de siete décadas.
En el año 1945 se inició un nuevo período en la historia de la República Argentina. La organización política de las mayorías populares, asumieron el poder soberano de la conducción nacional, pero como no estaban capacitadas para ejercerlas, declinaron en el Conductor todas las facultades necesarias.
Esto modificó la República en un régimen presidencialista con la concentración de las atribuciones de los tres poderes en el Presidente de la República, no obstante lo cual los otros poderes subsistieron pero subordinados a los lineamientos trazados por el poder presidencial. Evidentemente la República había sido sustancialmente modificada.
Sin embargo el cambio para las mayorías populares tuvo un saldo positivo. Dentro de la organización corporativa del Estado, tuvieron una representación muy importante en el Parlamento, se organizaron gremialmente y negociaron sus condiciones de salarios y de trabajo, tuvieron el apoyo del Ministerio de Trabajo y sus Delegaciones en todo el país para resolver todos los conflictos laborales, y designaron a los jueces de la justicia del trabajo. Por tanto en los hechos habían sustituido al antiguo régimen, participando en forma relevante en la nueva conducción.
Pero cuáles fueron las otras enseñanzas de las décadas transcurridas.
En el transcurso de casi siete décadas (1945-2011) el movimiento obrero argentino acumuló una experiencia que supera la concepción original del justicialismo.
La primera experiencia por su relevancia es que el movimiento obrero organizado es más fuerte que el partido justicialista y que por tanto puede subsistir sin él. En períodos muy adversos, el movimiento obrero demostró ser una estructura mucha más sólida que el partido.
Es más ha logrado conquistas sustanciales en períodos que el Partido Justicialista no conducía la Nación, como en el gobierno del Dr. Frondizi -con la ley 14455 reglamentaria de las organizaciones gremiales-, y en el Gobierno Militar en 1970, al que deben la ley 18610 sobre las obras sociales sindicales.
Asimismo aprendió que durante la conducción del Partido Justicialista se aplicaron políticas que fueron notablemente perjudiciales al movimiento obrero, como la paridad monetaria con el dólar, que originó una desocupación muy alta.
Al mismo tiempo aprendió las lecciones del movimiento obrero mundial y la libertad sindical en la Argentina.
La dirección argentina del movimiento obrero conoce perfectamente la conducción de todos los movimientos obreros de los países desarrollados y de los emergentes que se transformaron en desarrollados.
Esa experiencia les hizo ver que en el mismo período que los argentinos llegamos a ingresos del orden de los 11 mil dólares por habitantes, aquellos países alcanzaron niveles de los 40 mil dólares por habitante, con una evolución similar en los salarios. Y sin inflación.
Al mismo tiempo han aprendido que esa evolución se ha cumplido dentro del acatamiento del principio de la libertad de agremiación, por lo que no hay razones para temerla.
Por otra la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sostenido entre nosotros esa libertad, por lo que ya es una realidad, sin que ello haya modificado la situación del movimiento argentino, que continúa con una de las mayores concentraciones conocidas.
Ha llegado la hora de desprenderse de la tutela del Gobierno.
Los menores de edad y los incapaces son los únicos que necesitan de la tutela o la curatela de otros. ¿Es esta la situación del movimiento obrero argentino?
Después de setenta años, el movimiento obrero argentino es mayor de edad para resolver con toda independencia cuales son los mejores procedimientos o vías, para defender sus intereses y para progresar.
De la crisis del 2001/2002 el movimiento obrero no fue responsable, y por el contrario bajo la conducción de Moyano lucho para modificarla. Por lo tanto nada deben a nadie por los beneficios de la reforma que ellos contribuyeron a forjarla.
Es la oportunidad de controlar muy estrictamente la situación económica y social.
La situación actual requiere ejercer un estricto control objetivo y autónomo. La situación financiera y la de la balanza de pagos así lo hacen aconsejable.
La inflación que reduce cualquier beneficio que se alcance con las paritarias, no tiene ni siquiera un plan que prevea su reducción. Es más grave aún: el gobierno no la reconoce.
Con un poder político muy reducido por la escasísima representación parlamentaria y de participación en el Poder Ejecutivo, el movimiento obrero, solo tiene la garantía de su autonomía.
Si esto se niega con la subordinación política, se perderá toda garantía. Lo que se pide hoy al movimiento obrero es una rendición incondicional.
Mario Cadenas Madariaga
Martínez, 6 de febrero del 2012
FUENTE INFORMADOR PÚBLICO
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