Nuestros “medios de desinformación”, saturados de superficialidad e irrelevancia, mantienen a los peruanos perfectamente ignorantes de los extraordinarios cambios que se están produciendo en la opinión pública mundial.
El principal de ellos es la renovada influencia de la moral y la religión —especialmente del catolicismo— en la política, como hoy ocurre en los Estados Unidos y otros países. El “fenómeno Santorum” en las primarias republicanas es la muestra más palpable de esa tendencia en crecimiento.
La "Marcha por la Vida" en Washington, donde sobresalen los estandartes de la TFP, reunió en enero de este año a 400 mil manifestantes, en su gran mayoría jóvenes. Fue una demostración de la vitalidad de los temas morales en la vida pública.
Una nueva tendencia socio-ideológica
Cuando en 2008 comentamos la extraordinaria recepción oficial y popular tributada al Papa Benedicto XVI en los Estados Unidos, señalábamos que esa acogida implicaba “un vuelco histórico que representa la derrota de los principios laicistas de la Revolución Francesa”.
La actual campaña para definir la candidatura presidencial del Partido Republicano muestra que ese giro continúa. Independientemente de quién resulte vencedor, es un hecho que en estas primarias los temas morales y familiares han tomado la delantera sobre los puramente políticos y económicos. Y por detrás de esos temas irrumpe, como su fundamento último, la religión ¡nada menos que en el primer Estado laico surgido en la Historia!
Ese deslizamiento de la política hacia lo moral-religioso preocupa sobre todo a los liberals (equivalentes norteamericanos de nuestros izquierdistas caviares, aunque incomparablemente más serios y honestos que los de aquí).
Uno de ellos, el catedrático Howard Schweber, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Wisconsin, publica al respecto un revelador análisis bajo el sugestivo título La Catolicización de la Derecha Americana. Reproducimos aquí los pasajes principales (destaques nuestros):
Liderazgo católico sobre la derecha religiosa
“En las dos últimas décadas la derecha religiosa norteamericana se ha vuelto crecientemente católica, tanto en sentido literal como amplio. Al pie de la letra, los escritores católicos han emergido como líderes intelectuales de la derecha religiosa en universidades, entre los especialistas, en la prensa y los tribunales, promoviendo una agenda que en lo teórico reivindica la tradición de la ley natural de Santo Tomás de Aquino, y en lo práctico invoca una forma de sentido común, como los argumentos “todo el mundo sabe” o “es justamente eso” que han caracterizado la oposición al matrimonio de personas del mismo sexo.
“No hay nada nuevo en que aparezcan intelectuales católicos conservadores. Lo nuevo es la preeminencia que esos pensadores y líderes católicos han llegado a tener dentro de los espacios de la política norteamericana dominados por protestantes evangélicos. Los intelectuales católicos se han convertido para la derecha norteamericana en lo que los intelectuales judíos fueron para la izquierda. En las academias, en los tribunales, los intelectuales católicos suministran el discurso teórico que da forma a los argumentos conservadores en una amplia gama de asuntos. Frecuentemente esos argumentos se nutren de fuentes tomistas o jesuíticas (…).
La visión católica del mundo, soporte del movimiento conservador
“En el reino de la política de hecho, los políticos católicos han emergido como líderes en el movimiento religioso conservador. Una vez más, eso no es nuevo. Lo nuevo la habilidad de políticos auto-identificados como católicos para atraerse amplio apoyo entre la derecha religiosa evangélica protestante. Rick Santorum es un típico ejemplo de ello.”
Rick Santorum, católico conservador y militante, la gran sorpresa de las primarias republicanas
Aludiendo a la polvareda levantada por Santorum cuando introdujo el tema del control artificial de la natalidad —una cuestión que se suponía ya dirimida— al impugnar el programa de salud de Obama, Schweber señala que el resurgimiento de ese controversia “es sólo un ejemplo de un fenómeno mucho más profundo”. Santorum “habla frecuentemente sobre ley natural”; y en vez de centrarse en la relación personal con la Biblia, como hacen los protestantes, “sus argumentos recurren a una visión informada teológicamente sobre la naturaleza del mundo”.
Votantes católicos, “soldados de una Cruzada”
Esto se debe a que la cosmovisión católica, fruto de un Magisterio inmutable y dos veces milenario, es sólidamente universal, y en este sentido “el votante católico republicano es como alguien que busca ser comandado por un general que lidera soldados cristianos en una Cruzada”: él ve al Partido Republicano como “último bastión de la civilización en una jungla huracanada”. De su lado, los protestantes comparten cada vez más la “visión política del mundo” católica —que no depende del capricho de pastores— porque sienten que el catolicismo “los conduce en el campo de batalla hacia las mismas posiciones” que ellos buscan defender, pero con mucha mayor solidez.
Aunque no es probable que Santorum logre ser nominado, concluye Schweber, lo que interesa en el caso es el fenómeno de opinión que él representa: su postulación —como la del también católico Newt Gingrich— constituye “una profunda señal de hasta dónde se ha vuelto católica la derecha norteamericana” .
Eso explica también, agregamos nosotros, el extraordinario desarrollo de Tradición Familia Propiedad en los Estados Unidos: movimiento específicamente cívico-cultural, la TFP se ha convertido en un influyente polo de pensamiento católico, en un país donde los católicos son sólo el 25% de la población, pero integran la Iglesia más numerosa y organizada del país.
Fracaso del progresismo y del laicismo, reafirmación de valores religiosos tradicionales
Una conclusión colateral, pero de la mayor importancia, que emerge del citado artículo es la constatación de un doble fracaso: el del progresismo eclesiástico y el del laicismo político.
Porque de un lado, Schweber deja claro que el elector religioso es conservador, y lo que le atrae es la afirmación categórica de principios basados en la fe, y no las tergiversaciones relativistas de la doctrina y la moral, al gusto de los eclesiásticos progresistas que buscaron acomodarse a las modas revolucionarias.
De otro lado, el artículo muestra que el llamado laicismo —doctrina impulsada por filósofos más o menos agnósticos desde los tiempos de la Ilustración, que pretendió desterrar la religión de la vida pública— después de 250 años de incesante prédica no ha conquistado la opinión pública. Las mayorías electorales continúan considerando que la política, como cualquier actividad humana, es indisociable de la moral; y como no hay verdadera moral sin religión, ésta debe necesariamente influenciar la conducción del Estado.
Tal convicción es reforzada en nuestros días por el espectáculo del naufragio socio-cultural de Occidente, debido precisamente al abandono de la Fe y la moral: la reafirmación de los valores religiosos tradicionales en la vida civil es vista por un número cada vez mayor de electores como el remedio propio para esa situación.
Lo que el autor llama “catolicización” de la política americana es un fenómeno de alcance universal y que no dejará de repercutir en nuestro paradójico Perú (donde contradictoriamente, y a contracorriente de la Historia, la dirigencia marxistoide de la Universidad Católica desempolva un decrépito laicismo para declarar su antojadiza “autonomía” en relación a la Iglesia…).Es curioso ver a los caviares de la PUCP, que blasonan de progresistas, detenerse en el tiempo, aferrados a un obsoleto laicismo, como pretexto para renegar del origen e identidad de su alma mater.
Esa revalorización de lo moral-religioso es, además, un fenómeno irreversible, que irá acentuándose inexorablemente a medida que la revolución cultural de nuestros días camine hacia los paroxismos de degradación neopagana que tiene por meta. Cuanto más se aproxime de esa meta, tanto mayor será la nostalgia que despertará del extremo opuesto, la sabiduría católica, y tanto mayor será el impulso a regresar a la "casa paterna", la civilización cristiana, como ya comienza a notarse de tantas maneras en Occidente.
7 de marzo de 2012
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