lunes, 28 de mayo de 2012

La reforma tributaria se cocina a fuego lento.

por Darío H. Schueri (desde Santa Fe).

No es nuestro estilo observar la política nacional; análisis que, con sus matices, llevan cabo de manera mucho más pertinente los comentaristas nacionales. Sólo nos ocupamos cuando las consecuencias de los vaivenes políticos y económicos centrales alcanzan a nuestra Provincia.

En este caso, las severas restricciones a las importaciones y la denegación a la compra de dólares controlada cada día de manera más severa por la Afip, genera escozor en los espíritus de quienes apelan a la memoria histórica mas o menos contemporánea para empezar a justificar actitudes defensivas ante la visible presencia de un enemigo imparable: la inflación, que corroe la moneda nacional y se retroalimenta demoníacamente a si misma con los propios argumentos de quienes la padecen y buscan resguardarse de ella con maniobras que la terminan potenciando, como la obsesiva compulsión a la compra de dólares, por ejemplo, que dispara miedosamente los precios. La construcción sigue siendo un buen refugio para esos pesos evanescentes. Otros apelan al consumismo. Algunos a plazos fijos. Los más, miran expectantes no perder el empleo. Según nos dijera el Ministro de trabajo de Santa Fe hasta el momento no hay pérdida de fuentes laborales; aunque se detuvo la absorción de mano de obra. “Tenemos que hacer la reforma tributaria este año que no es electoral”, alegó tiempo atrás un funcionario provincial, al cual le hicimos notar que el inquietante clima social que se advertía (y del que dimos cuenta) no era el mejor para encarar el aumento de impuesto; por mas razonables que sean. Hermes Binner desperdició con sus rigurosos modos y media legislatura a su favor la oportunidad de modificar los tributos cuando la situación económica era de mayor bonanza; el mismo bienestar que llevó a la Presidente Cristina Fernández a obtener el 54% de los votos para su reelección. De todos modos, las entidades del campo estarían dispuestas a no entorpecer la “actualización tributaria” si el gobierno accede a no tocar los avalúos fiscales, admitiendo como moneda de cambio un aumento de alícuotas que admiten están muy depreciadas. Mientras, en el Poder Ejecutivo cuentan los porotos legislativos como en un partido de truco. En el Senado dan por sentado que el peronismo necesita oxigenar a sus presupuestariamente apurados municipios y comunas con los 500 millones de pesos que ingresarían por la reforma tributaria. Con oportunos y pactados (con el gobierno y el campo) cambios en la Ley hasta los más duros peronistas (Calvo, Pirola) darían el voto favorable. Insólitamente el escollo político para el socialismo estaría entre sus fastidiados aliados radicales, quejosos por lo que consideran habituales destratos de funcionarios del gobierno que estarían rebalsando el vaso de la paciencia política. En las comisiones específicas, tras haber recibido a las entidades del campo interactuadas por la Mesa de Enlace, los senadores advirtieron que si quitan del medio el revalúo fiscal (que mandaría de cabeza a pagar bienes personales y renta mínima presunta a miles de pequeños chacareros) el sector no haría objeciones al incremento de las hoy bajas alícuotas que pagan de impuesto inmobiliario. Los revalúos fiscales sin progresión alguna aplicados en Entre Ríos, Córdoba y proyectado en Buenos Aires, elevaron hasta la rebelión el tributo. Ello no ocurriría en Santa Fe. Los expertos asesores que recibieron en las Comisiones del Senado santafesino coincidieron con los representantes gremiales del campo y sus equipos técnicos en reconocer el profundo trabajo realizado por Catastro para determinar las Unidades Agrícolas ponderando valores de la tierra con su ubicación geográfica que, dicen las entidades, debería ser imitado por el resto de las Provincias en conflicto con sus productores. A cambio de no tocar las valuaciones fiscales habría que afilar el lápiz incrementando las alícuotas tomando antecedente el año 2010 en que se establecieron coeficientes con valores fictos con “efectos únicamente a los fines del cálculo del impuesto inmobiliario”, de esta manera, el Estado podría recaudar igual los 1800 millones de pesos a los que apunta (1300 para la Provincia y 500 a repartir por coparticipación entre Comunas y Municipalidades). Si hay aprobación en el Senado, en la atomizada Cámara de Diputados con 16 sub-bloques repartidos en dos grandes Frentes y Unión Pro Federal, el oficialismo cuenta de arranque, entre propios y aliados del FPV, con 25 votos, que podrían extenderse a varios mas entre peronistas e integrantes de Unión Pro, dispuestos a no rifar su capital político por una causa inexistente. Quedarían para quienes decidan seguir adelante los dogmáticos argumentos para el Diario de Sesiones del despilfarro del gasto público como consecuencia del sobredimensionamiento del Estado en manos del socialismo. Para terminar de congeniar con el arco contribuyente, el gobierno debería resignar también la actualización impositiva automática hasta el año 2018, reclamada por el campo y el comercio (éste último cuyas alícuotas del Impuesto sobre los Ingresos Brutos se incrementarían a partir de los 30 y 40 millones de pesos anuales de facturación). La industria seguirá exenta de pagar Ingresos Brutos; ingresando (de manera no traumática aseguran en el gobierno) al código IB el hasta ahora eximido sector de la construcción. Así las cosas, si el oficialismo conforma a las entidades, y éstas terminan siendo permeables a la Ley, se le diluirían los argumentos –de por si mas efectivas que fundamentados- a quienes afirman que la reforma es un verdadero impuestazo. Más aún después que el BCRA para autorizar la emisión de Letras de Tesorería destacara que “el manejo prudente de la provincia en su política de endeudamiento, que deriva en un nivel de deuda muy bajo en término de los ingresos corrientes”; y que “si bien en el ejercicio 2011, el margen operativo de la provincia se redujo significativamente, la capacidad de pago de la provincia no se vio afectada debido a que se mantuvo una política de endeudamiento muy prudente”. 
De la tranquilidad de Medio Oriente a las internas policiales 
A cinco horas de haber llegado de la extenuante y aparentemente promisoria para el clima de negocios de los empresarios santafesinos por Medio Oriente y Alemania, el Gobernador Antonio Bonfatti presidía los actos del 25 de Mayo y evitaba hablar en el tradicional agasajo con pastelitos y chocolate en el Salón Blanco de Casa de Gobierno de otra cosa que no fuera la exitosa gira. “Recién llegué, ahora no, fue la cortante respuesta que nos dio cuando le preguntamos por la autorización para emitir letras, evadiendo otra pregunta política relacionada con la presencia en la gira de legisladores de la oposición: “todos teníamos puesta la camiseta de Santa Fe”. Bonfatti evitó declaraciones de política doméstica. Aun estaba bajos efectos del “jet lag” (también conocido como descompensación horaria, disritmia circadiana o síndrome de los husos horarios) mientras advertía la avidez periodística por el tema del momento: la sensibilidad ciudadana en esta capital y Rosario ante sorprendentes hechos de inseguridad que no respetaron ni la investidura de dos diputadas peronistas: Alejandra Vucasovich fue víctima de “motochorros” en plena centro de Rosario; mientras que Patricia Gazcuè vivió alucinantes momentos de terror cuando un hombre la maniató en su domicilio a las siete de la mañana para sustraerle elementos de poco valor, hecho ocurrido 24 horas después que la diputada ya había tenido extrañas llamadas desde dependencias policiales. "Es llamativo que el hombre actuara con una tranquilidad total y se fuera tranquilamente por la calle”, señaló su esposo Carlos Carlozzi, funcionario del gabinete presidencial de Cristina Fernández. Las miradas políticas ante los cimbronazos policiales apuntan a una feroz interna entre miembros de la Fuerza y éstos con el poder político que, para unos no atina a reaccionar ni dar respuestas ante el desborde de los acontecimientos, y para otros está en el buen camino depurando de la institución a los malos efectivos con las consabidas reacciones de tipo mafioso que ello siempre produce, con mas razón cuando, como sostiene el gobierno, el narcotráfico sigue ganando la batalla en el mundo del hampa, que confunde (en verdad no debería) las imperceptibles fronteras entre quienes delinquen y quienes deben evitar que lo hagan.
27/5/12

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