por Federico Kucher/iProfesional
Varios analistas ya ajustaron sus pronósticos a la baja. Tres factores inciden para este cambio de tendencia y de humor. No prevén desplome, pero tampoco clima de fiesta.
Si el "yuyito" no empuja como hasta ahora, todos los sectores sentirán el impacto, no sólo el campo. Claves a seguir muy de cerca. Si hubiera que definir en una sola palabra el sentimiento que imperaba entre los analistas agropecuarios hasta hace pocas semanas, no sería exagerado decir que el término era "euforia". Es que, con vistas a los "sojadólares" que recibiría el país en 2013, se daba una conjunción de hechos positivos raramente vista: Perspectiva de una gran cosecha, con 55 millones de toneladas.
Bajo nivel de producción en el hemisferio norte, como consecuencia de las dificultades climáticas. Sostenimiento de una alta demanda por parte de los países asiáticos. Debilidad relativa del dólar, producto de la política de expansión de dinero de Estados Unidos. Como consecuencia de todo lo anterior, lo que se esperaba era la ocurrencia en simultáneo de precios récord junto con un volumen de cosecha también récord. Es una "pareja" raramente vista, porque lo habitual es que la cotización y el nivel de cosecha evolucionen en sentidos opuestos. De esta forma, el ingreso de dólares había sido estimado por los consultores más optimistas en u$s33.000 millones (unos u$s3.000 millones adicionales a la entrada de este año). Con semejantes expectativas, todo hacía prever que en 2013 los argentinos podrían esperar un año más "desahogado" en materia financiera. Con la ayuda del campo, habría una cantidad de divisas suficientes como para aflojar las trabas a las importaciones y apoyar una recuperación de la economía. En definitiva, muchos problemas del país, que se habían originado por la falta de billetes verdes, volverían a relajarse gracias a una cosecha "apetitosa". Sin embargo, en cuestión de pocos días, las expectativas cambiaron, a punto tal que aquella euforia amenaza con transformarse en "depresión". En lo que respecta a la cotización, luego de tocar niveles récord en torno de u$s660, la soja cayó por el tobogán hasta perforar el nivel de u$s550. Y, para colmo, comenzaron a surgir dudas respecto de si las condiciones climáticas podrían empañar lo que en principio había sido previsto como una excelente cosecha. Lo cierto es que todos los analistas se pusieron a revisar sus proyecciones. "Frankenstein apareció en los pronósticos", grafica César Gagliardo, presidente de la corredora Artegran, sin ocultar su inquietud. "Creo que estamos en problemas. El maíz luce una baja importante, pero no tan significativa como la de la soja", advierte Salvador Di Stefano, influyente consultor de la zona agrícola santafecina. Su sombrío análisis es que, con una cotización volátil y apuntando a los u$s500, el panorama se complica para la Argentina, al punto que la caída respecto de las previsiones originales podrían llegar hasta u$s840 millones para el maíz y u$s5.500 millones para la oleaginosa. La importancia del "yuyito" La perspectiva de una campaña agrícola no tan buena como la esperada es una noticia que obligaría a cambiar los planes no sólo de los productores, sino prácticamente el de todos los actores del mercado. Ocurre que la tercera parte de las exportaciones que realiza el país se basan en productos del campo y, de eso, el 80% se explica a partir del "yuyito". Es por ello que la posibilidad de que entren menos dólares a los previstos hace unos meses genera tanto ruido. De manera que si antes todos esperaban una campaña inmejorable y ahora ya nadie está tan seguro, entonces la discusión acerca de cómo le irá al país en el corto plazo se vuelve inevitable. Es que su precio por encima de u$s550 y las 55 millones de toneladas hacían que los números les cierren, incluso, a los más pesimistas de los expertos. Una cotización récord le aseguraba al Ejecutivo recaudar entre u$s8.000 millones y u$s10.000 millones. Es decir, casi la mitad de lo que necesita para "bancar" los subsidios. Más aun. Le sería suficiente para muchas más cosas: Pagar deudas en dólares del sector público, que se ubicarán por encima de u$s5.000 millones. Cubrir obras de infraestructura, como las que serán necesarias para YPF, si no se consiguen otras fuentes de financiamiento. Revertir la caída de las reservas del Banco Central, sagradas para el "modelo", porque brindan poder de fuego para apagar los incendios agudizados por el "cepo". Facilitar un relajamiento en las trabas a las importaciones. Todo esto había facilitado que los analistas proyecten un marco más favorable y de mayor crecimiento para el país en 2013. Pero, con el cambio de las condiciones, ahora predomina la cautela. Y hasta están los que dudan acerca de si el ingreso extra de "agrodólares" será suficiente como para impulsar una recuperación de la economía. El cambio de humor ¿Qué fue lo que pasó como para que se produjera semejante cambio de expectativas? ¿Realmente cambiaron tanto las condiciones? ¿O habrá existido algún componente de optimismo en exceso que ahora está siendo revisado? Tres factores clave sirven para responder estos interrogantes: 1. Precios Por lo pronto, si hay un factor que justificaba el nerviosismo, ese fue el brusco bajón del precio internacional. En rigor de verdad, pocos preveían que pudiera sostenerse indefinidamente por encima de los u$s650. Aun así, la caída que tuvo de u$s110 en unas pocas semanas, es lo suficientemente violenta como para preguntarse si se trató de un típica situación de volatilidad o si, por el contrario, existen motivos estructurales para abandonar la idea de una soja récord. Los análisis respecto de por qué ocurrió semejante quiebre de tendencia empezaron a proliferar, apuntando a diversos motivos. Algunos dan cuenta de la clásica situación de corrección de precios después de una suba que, tal vez, estuvo algo "inflada" por la acción de fondos especulativos. Otros, en cambio, apuntan a modificaciones más estructurales, como una eventual caída en la demanda por parte de los principales compradores internacionales. "Es un cambio de expectativas que responde a la desaceleración de China", advierte Federico Muñoz, titular de la consultora homónima quien, en sus últimos reportes, ajustó sus números a la baja. El economista asocia la caída del precio con los menores pedidos de los países asiáticos. Desde esta perspectiva, lo que ocurrió fue que el efecto de la crisis mundial arrastró a los grandes consumidores de soja y, por lo tanto, la cotización. Y, desde ya, están quienes lo ven como un problema de mayor oferta, que atenta contra el precio. Hacen referencia a la producción de Brasil y Argentina, ya que ambos países, sumados, conforman un 45% de la entrega mundial de este producto. Todo esto cerraba el paquete de causas como para que la soja entrara en un camino hacia la baja. 2. Factores climáticos Pero no todo es factor precio. Hay otro motivo de peso como para justificar el cambio de humor entre los analistas. Y tiene que ver, una vez más, con las dudas sobre la situación climática en la Argentina. Si bien el fenómeno de "El Niño" había sido al principio una de las causas que permitía pensar en una gran cosecha-porque empezaba a solucionar la sequía registrada en 2011/12- ahora amenaza con convertirse en un "aguafiestas". Durante el último mes, se registraron en la "pampa húmeda" excesos de precipitaciones, que podrían dejar inundada una zona de gran superficie en la provincia de Buenos Aires. En consecuencia, todos los analistas ahora están a la expectativa del resultado de las lluvias para las próximas semanas. Si, por efecto de "El Niño", el exceso de precipitaciones continúa, se anticipa que el pronóstico será aun peor. En efecto, los problemas climáticos podrían derivar en una fuerte baja del volumen de la cosecha que no serían compensados con una suba en la cotización, producto de esta menor oferta. "Hay que rezar para que El Niño no se ponga más travieso", señala Ernesto Ambrosetti, economista jefe de la Sociedad Rural quien, en principio, mantiene cierto optimismo sobre el futuro de la cosecha. 3. El factor "USA" Por si esto fuera poco, algunos analistas agregan a la lista de los problemas una cuestión que llega desde Estados Unidos. Se da una suerte de paradoja, porque ese país fue el que venía dándole una mano a la Argentina. Es que, como resultado de la sequía norteamericana, habían aumentado los precios en el mundo, algo que terminó compensando la mala producción de los campos albicelestes durante este año. Pero ahora las cosas podrían cambiar. Cuando todos daban por hecho que la elección presidencial de 2013 se definiría a favor del actual presidente, Barack Obama, la campaña se puso muy reñida. ¿Qué pasaría si gana Mitt Romney en Estados Unidos? Algunos prevén un final del dólar débil. En uno de sus últimos informes, Salvador Di Stefano adelantó que "se terminará la fiesta" porque, "probablemente, el presupuesto no sea tan deficitario, la divisa estadounidense tendería a revaluarse y las materias primas caerían de precio". Esto trae una reminiscencia de la situación ocurrida en 2008 cuando, en plena crisis financiera, los inversores del mundo buscaban refugio en el billete verde. Así, el dólar se había hecho fuerte mientras se hundía el precio de la soja. En la búsqueda del equilibrio Entonces, ¿hay que dejar de festejar y empezar a ver el 2013 con mayor preocupación? Los analistas más cercanos al negocio agrícola prefieren situarse en un punto intermedio. Según ellos, probablemente haya sido tan exagerada la euforia de hace algunas semanas como el pesimismo de los reportes recientes. Se basan, para ello en las tendencias de los mercados de futuros, que tanto en los momentos récord como ahora, vienen previendo que, hacia mediados de 2013 (cuando la Argentina obtenga el grueso de su liquidación) los precios se ubicarían en una franja de entre u$s530 y u$s550. Es decir, un valor que habilita un moderado optimismo, sin ribetes de euforia. Expertos como Guillermo Villagra, administrador del fondo de inversión Openagro, cree que el mercado está cerca de encontrar un punto de estabilización. "No vemos que las cotizaciones vayan a bajar más de lo que lo hicieron, aunque tampoco esperamos un rebote que las lleve a los números que habíamos visto hace unos meses", concluye. Mientras tanto, muchos respiraron aliviados al escuchar el pronóstico de Gustavo Grobocopatel, quien en la década pasada se ganó el apodo de "rey de la soja". Para este productor, el precio durante 2013 no llegará a u$s600, pero tampoco hay riesgo de que se acerque al piso de u$s500. El tiempo, las lluvias, y otros factores -que no pueden ser manejados por el Gobierno- serán los que definan, a suerte y verdad, el devenir del yuyito. También, la caja con la que contará el Gobierno y las mayores o menores tensiones en el mercado cambiario. "La recuperación de la cosecha le dará aire fresco a la actividad el próximo año", dice Ramiro Castiñeira de la consultora Econométrica. Los más críticos del modelo K, en tanto, ironizan respecto de la dependencia que genera el campo. "Se habla mucho del modelo industrialista y productivo pero, al final, tenemos que terminar rezándole a la soja y a Brasil", afirma el analista José Luis Espert. En tanto, Federico Muñoz cree que "si el año próximo vemos un crecimiento de la economía será, en buena medida, gracias al aporte del campo, aun cuando los precios no se mantengan en niveles de récord histórico". En definitiva, pasan los modelos, pero ciertos principios argentinos permanecen inmutables. Como la certeza de que con una buena cosecha se arreglan los problemas del país.
Publicó: Noticias Verdaderas en la Época.
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