por Guillermo Cherashny.
Monseñor Poli marcó distancias.
La mayoría de los analistas señala que la presidente salió bien parada de su almuerzo con el Papa. Ella se comprometió a seguir su cruzada antiabortista, negociar con la Iglesia la corrección de las críticas que ésta le hizo al anteproyecto de reforma del Código Civil y hacer cesar los ataques de sus seguidores contra el Sumo Pontífice.
Con la idea de sumar puntos en la consideración de Francisco, CFK le habría comentado que el proyecto de reforma del Código era obra de ministros de la Corte Suprema de Justicia anticlericales como Elena Highton de Nolasco y Ricardo Lorenzetti, este último además de excelentes relaciones con la masonería. Ella se habría comprometido entonces a hacer valer las raíces católicas del peronismo frenando estos excesos que, hasta ahora, habrían pasado inadvertidos para el gobierno. De este modo -según fuentes del oficialismo- el almuerzo habría conformado al Papa. Esta providencial conversión de Cristina mejoró el humor del gobierno y, sumado a la “baja” del blue y la salida masiva por las vacaciones de Semana Santa, le dio cierto respiro.
Sutilezas
En cambio, según algunas fuentes eclesiásticas, sectores opositores y algunos moderados del gobierno, habría sutiles señales críticas del Papa a la trayectoria presidencial que sólo fueron advertidas por una pequeña minoría. Por ejemplo, la utilización del termino “pescar” habría sido despectivo de la intelectualidad de la presidente. O que en su primera aparición ante la Plaza San Pedro, Francisco haya hablado de que la corrupción genera hambre y muerte. También se señala que, luego del almuerzo, Cristina habría lanzado varias indirectas que habrían molestado al Pontífice.
Ahora surgirían los primeros obstáculos a lo supuestamente acordado en el Vaticano. La primera reunión entre Diana Conti, la diputada que maneja la reforma del Código Civil, con el presidente de la Comisión Episcopal, Monseñor José María Arancedo, no lo habría dejado conforme a éste. Tal vez el obispo habría empezado a suponer que los anticlericales de izquierda del gobierno serían en realidad menos permeables al diálogo que los redactores del proyecto en la Corte Suprema. En segundo lugar, Estela de Carlotto, después de dejar de lado sus críticas al Papa, le reclamó una audiencia para analizar la búsqueda de más nietos de desaparecidos. Tampoco agradaría en Roma que, desde los medios de comunicación, el gobierno esté usando publicitariamente en su beneficio electoral la foto de la entrega de CFK a Francisco de un mate. Y además el gobierno habría cometido infidencia de hacer trascender que Monseñor Mario Poli sería el nuevo Arzobispo de Buenos Aires. Desde la Pampa, donde se lo conoce por su renuencia a hacer declaraciones, señaló que respeta a la presidente pero que mantendrá distancia con el poder.
Fuentes eclesiásticas deslizan que el Sumo Pontífice no le tendría demasiada confianza a la presidente y que en su entorno habría sospechas de que las promesas que ella le hizo tuvieron por fin conseguir que no venga a Buenos Aires antes de las elecciones. En este contexto, la negociación con la Iglesia de las reformas al código civil podría ser también un entretenimiento hasta las elecciones legislativas y después de las mismas podrían estancarse. Y hasta hay sospechas de que los cuestionamientos a la actuación de Bergoglio en los ‘70 no están definitivamente superados.
marzo 29, 2013
Informador Público
Interesantísimo análisis. Realmente recomendable. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarSaludos y feliz Pascua.