sábado, 13 de julio de 2013

Francisco en Lampedusa: “Hemos caí­do en la globalización de la indiferencia”



M. Á. MORENO | Francisco quiso tener su primera visita fuera del Vaticano y de Roma junto a aquellos que sufren para llegar a una Europa que está en crisis, pero que aun así supone una mayor oportunidad que sus países en África o Asia. Y que se dejan la vida en el intento, en una dura realidad que se ha hecho habitual en la isla italiana de Lampedusa.
Allí Bergoglio ha celebrado en la mañana de hoy lunes 8 de julio una misa junto a inmigrantes y refugiados, y con la presencia también de voluntarios, asociaciones y los habitantes de esta isla mediterránea, la más meridional del territorio italiano.
En una visita breve, de menos de cuatro horas, Francisco pudo realizar un trayecto por las costas de la isla italiana, en las que arrojó al mar una corona de flores para recordar a aquellas personas que perdieron la vida en el intento de acceder a las costas de Lampedusa en barcos.
También tuvo la oportunidad de saludar a un grupo de inmigrantes, momento en el cual uno de ellos le ha relatado cómo fue “secuestrado por diferentes traficantes”, y le agradeció su visita al Santo Padre. “Nos gustaría que otros países nos ayudaran. Gracias por su colaboración y demos gracias a Dios”, dijo este inmigrante, que era de origen árabe, según informó Radio Vaticana.
“Estoy muy agradecido por vuestra acogida. Todos juntos rezaremos unos por otros y también por aquellos que hoy no están aquí”, dijo el Papa a los inmigrantes con los que pudo compartir unos instantes después del recorrido en barco por las costas de Lampedusa. Ya en la celebración haría una mención especial a los inmigrantes de religión musulmana, que están prestos a iniciar el mes santo para el Islam, Ramadán.
Celebración de penitencia y gratitud a los voluntarios
En una celebración a la que el Papa fue ataviado con una casulla morada, simbolizando la penitencia, Francisco realizó una homilía breve, pero cargada de sentido, en con la que quiso “despertar las conciencias” sobre el drama de centenares de personas que cada día tratan de cruzar desde las costas de Libia a las italianas en barcas que “en lugar de ser una vía de esperanza, han sido una vía de muerte”, exclamó el Santo Padre en el estadio Arena de la ciudad.
Francisco comenzó destacando los esfuerzos solidarios de aquellos habitantes de Lampedusa que desde las asociaciones, el voluntariado o con el apoyo de las fuerzas de solidaridad “muestran atención a las personas en su viaje hacia algo mejor”.
“Ustedes son una pequeña realidad, ¡pero ofrecen un ejemplo de solidaridad!”, dijo el pontífice en un agradecimiento que hizo extensivo al arzobispo local, Francesco Montenegro, y a la alcaldesa de las localidades de Lampedusa y Linosa, Giusy Nicolini, donde viven algo más de 6.000 personas.
“¿Dónde está tu hermano?”
La lectura del episodio del Génesis sobre Caín y Abel fue el punto sobre el que Francisco hizo girar su homilía, centrada en la pregunta “¿Dónde está tu hermano?” y también en la pregunta que Dios hace a Adán cuando éste come del fruto del árbol prohibido.
“El sueño de ser poderoso, de ser grande como Dios, es más, de ser Dios, lleva a una cadena de equivocaciones que es cadena de muerte, ¡conduce a derramar la sangre del hermano!”, exclamó el Papa, que resaltó que los hombres estamos “desorientados”, no “cuidamos” ni “custodiamos” el mundo creado, ni somos capaces de “custodiarnos unos a otros”.
Citando la comedia de Lope de Vega, Fuenteovejuna, Francisco reflexionó sobre la inhibición de todos ante la catástrofe de las muertes de inmigrantes. “¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas? ¡Nadie! Todos nosotros respondemos así: no soy yo, yo no tengo nada que ver, serán otros, ciertamente no yo. Pero Dios pregunta a cada uno de nosotros: ‘¿Dónde está la sangre de tu hermano que grita hasta mí?’”.
“La cultura del bienestar nos vuelve insensibles”
La pérdida de este “sentido de responsabilidad” sobre el otro es la causa de que la sociedad haya caído “en la actitud hipócrita del sacerdote” de la parábola del buen samaritano. Una actitud que nos lleva a mirar al que sufre, compadecernos, pero continuar con nuestro camino, ya que “no es tarea nuestra”, crítico el pontífice.
Recorrido en papamóvil antes de oficiar la misa
“La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos vuelve insensibles a los gritos de los demás, nos hace vivir en pompas de jabón, que son bellas, pero no son nada, son la ilusión de lo fútil, de lo provisorio, que lleva a la indiferencia hacia los demás, es más lleva a la globalización de la indiferencia”, destacó el Santo Padre con dureza.
Una globalización de la indiferencia que ha eliminado “la capacidad de llorar”, que ha provocado que se olvide la experiencia de padecer con el otro.
“Pidamos al Señor que borre lo que queda de Herodes también en nuestro corazón; pidamos al Señor la gracia de llorar sobre nuestra indiferencia, sobre la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que abren el camino a dramas como este”, rogó Francisco en el final de su interlocución a los fieles reunidos en Lampedusa.

Publicado el 08.07.2013
Fuente: Vida Nueva
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