Cuando los gobernantes se dedican a exaltar el mal, a propagar el error, a saquear los bienes morales que constituyen la principal riqueza de un pueblo, es natural que acaben organizándose como bandas de ladrones, mientras el pueblo chapotea en la sentina de los vicios. Juan Manuel de Prada
jueves, 9 de enero de 2014
Descanso presidencial y una ausencia beneficiosa
Por Juan Salinas Bohil.
@salinasbohil
Finalmente el kirchnerismo llegó a la última etapa del 2013. Con muletas, marcapasos y fusibles algo chamuscados, pero llegó. Y en la misma situación comenzó el 2014. Hay que admirarle constancia.
Si con razón muchos se han quejado de la larga ausencia presidencial por motivos que no se conocen ni se conocerán jamás, y aunque el locuaz jefe de Gabinete habló de “merecido descanso” y “recuperación”, parece cierto el dicho “No hay mal que por bien no venga”.
Es cierto que la Presidente se aleja raudamente de los problemas que afectan a la población cuando estos superan la media permitida de su ofuscación. Sucedió por ejemplo en la tragedia de Once. Suele, también, ignorarlos olímpicamente. Así sucedió durante los saqueos con sus respectivas muertes que se produjeron por una casi generalizada huelga policial en todo el país. Prefirió, en la noche del 10 de diciembre, en un festejo de los 30 años ininterrumpidos de democracia, bailar en el escenario levantado en Plaza de Mayo rodeada de la claque que suele acompañarla y aplaudirla mientras el país ardía.
En la actualidad, con un escenario luctuoso en las grandes ciudades por la falta de energía eléctrica y dantesco por las fogatas encendidas en las calles por los damnificados, ha preferido otra vez apartarse de sus obligaciones al no emitir una sola palabra de congoja o esperanza a quienes han sufrido por semanas, agravado el hecho porque la situación se produjo en la celebración de las tradicionales Fiestas de Navidad y Año Nuevo.
Es conocida la animosidad de la Presidente a quienes no suelen rendirle pleitesía. El electorado de las grandes ciudades y en especial el de ésta es uno de ellos. De ahí la respuesta. En difícil brete se encontraría el gobierno si tuviese que explicar por qué la locutora oficial que la presenta en sus repetidas intervenciones desde el atril que la extraña la anuncia como “La presidenta de los 40 millones de argentinos”. 40 millones menos algunos.
Sin luz, agua, heladeras, ascensores y a pesar de, la gente siguió su actividad. Como de costumbre. El país es tan rico que en sólo veinte días puede permitirse una huelga nacional de policías, saqueos y prolongados cortes de luz al por mayor en las principales ciudades del país sin que el amperímetro de la indignación popular se mueva un milímetro. El país, aclaremos, es el rico, y no todos sus habitantes.
Tampoco se supo nada en estas semanas del vicepresidente y quien lo sigue en la sucesión presidencial. Bien podrían haber sido dignas búsquedas de Interpol.
Sin embargo, el alejamiento presidencial deja algo positivo. Dio por tierra con la vieja sentencia que fulminaba sin más “Argentina es un país hiperpresidencialista”. Cómo puede serlo si no se tienen noticias de la Presidente y de los otros dos personajes suplentes, uno de los cuales fuera apostrofado por un gremialista con un “Está más sucio que un mecánico”.
Es innecesario cambiar la Constitución porque los últimos hechos han demostrado que no existe tal hiperpresidencialismo, siempre y cuando los integrantes de los otros dos poderes que gobiernan la Nación se hagan cargo de su responsabilidad. De lo contrario deberían tener la amabilidad de renunciar porque su actitud hasta el momento encarna una dejadez punible.
Correo de Buenos Aires.
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