domingo, 23 de febrero de 2014

Del Mercosur a la U.R.S.S.


Por Juan Salinas Bohil.      
@salinasbohil
La tensa situación venezolana hace hervir las redes sociales en Argentina. Allá, el socialismo del siglo XXI tiene sus bemoles. Aquí, el “proyecto nacional” también tiene lo suyo. Son iguales pero distintos. O al revés. Similares en su ineptitud. Idéntico en su saqueo como después de 50 años lo es la Castrotiranía.
Salvo honrosas excepciones, los mandatarios han salido en tropel a apoyar al presidente venezolano, una especie de bufón de él mismo como tantos otros que ha parido la América hispana en toda su historia.
Estos ungidos se desviven rindiendo pleitesía a los hermanos carceleros de la isla prisión, por lo que no debería llamar la atención el apoyo incondicional a un Maduro del que no se le conoce partida y lugar de nacimiento, un caso tan difícil de dilucidar como el de la presidente argentina que dice haber sido una abogada “exitosa” y no se le conoce un solo escrito que lleve su firma como tal.
Hay que reconocer que los guerrilleros de los 60 y 70 aprendieron la lección de su derrota armada a manos de las respectivas Fuerzas Armadas de cada país, a pesar de haber cultivado la orden soviética del entrismo en los principales partidos mayoritarios de la región. En Argentina, terroristas comunistas como Verbitsky, Gelman, Walsh, Quieto, Osatinsky y otros, se infiltraron en el peronismo para llevar a cabo la lucha armada al modo que deseaba el Che Guevara pero que era rechazada mayoritariamente por la población.
40 años después de la derrota armada de las guerrillas, la mayoría de los países sudamericanos tienen sentados en sus sillones presidenciales a ex guerrilleros como Mujica, Rousseff, Ortega o abiertos seguidores de los Castro a la manera de Fernández o Maduro.
Frisando los 60 años, han quedado presos en su adolescencia, defendiendo y ejecutando el autoritarismo que ejercieron cuando eliminaban a sus opositores. Haber llegado al poder a través de las urnas frena en algo sus ansias totalitarias que se desbordan cuando ven peligrar sus quimeras. Maduro, un mal papel de calcar de Chávez, es un claro ejemplo. Pero hay otros… y otras. Todo a su tiempo.
La U.R.S.S., la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, capotó en su terror e inutilidad económica 70 años después de haber aterrorizado a media humanidad, engendrando en América un hijo llamado Castro que lleva 50 años en el poder. Ambos totalitarismos tienen casi la misma duración. Aunque el tirano no tiene necesidad de minar campos, levantar muros y alambrar cercas con púas para evitar que hombres, mujeres y niños intenten escapar porque cuenta con inigualables cancerberos: los tiburones del Caribe. Dementes por completo, hay quienes los prefieren a vivir enrejados.
Ese sistema es el que acaban de apoyar los presidentes latinoamericanos en la reciente cumbre de la CELAC, una especie de nueva U.R.S.S., Unión de Repúblicas Socialistas Sudamericanas. Hace horas y como no podía ser de otra manera, la misma CELAC acaba de respaldar a Nicolás Maduro que cuenta, además, como todo izquierdista, con el respaldo tácito de la OEA a través de la vergonzosa labor de su secretario general José Miguel Insulsa.
Venezuela es otra Cuba en el continente. Los comunistas siempre desgarran sus ropajes hablando de respetar la democracia al tiempo que hacen lo imposible para anular las instituciones de cada república. Esa es la gravedad de los hechos que suceden en el país caribeño. Hay gente que no quiere ser comunista. ¿Tan malo es eso?

Correo de Buenos Aires.com.ar (21/2/14)

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