por John Allen
“El Informe de la ONU es ideológico y sesgado”, por John Allen, periodista de The New York Times, en entrevista en Páginas Digital (7/2/2014)
“Decir que el Vaticano no ha hecho nada para combatir los abusos a menores es terriblemente incorrecto. Primero como cardenal y luego como Papa, Ratzinger hizo de todo para intervenir con firmeza, a pesar de que no todos los obispos católicos tomaran en serio sus directrices”.
Lo afirma John Allen, vaticanista del New York Times, comentando el informe sobre la Iglesia católica publicado por la Comisión de la ONU para los derechos de los menores. El documento es, en opinión de Allen, “fuertemente ideológico”, pide la expulsión inmediata de los responsables de los abusos, que deberían ser entregados a las autoridades civiles, y la apertura de los archivos sobre pedofilia. La ONU critica además a la Santa Sede por su posición sobre la homosexualidad, el aborto y la anticoncepción.
¿Verdaderamente puede decirse que la Iglesia ha intentado encubrir los escándalos?
Antes aún de convertirse en Papa, Joseph Ratzinger hizo todo lo que pudo para preparar un proceso de reforma no solo en Europa sino en muchas otras partes del mundo. Sus enormes esfuerzos se dirigían a promover la protección de los niños. No hay duda de que aún hay mucho trabajo por hacer, no solo para luchar contra los abusos sino también para que los obispos sean llamados a responder de sus decisiones cuando no aplican los principios guía. Insinuar que la Santa Sede no ha hecho nada sería por tanto terriblemente incorrecto.
¿Es verdad que la Iglesia ha intentado cubrir a los que se veían manchados por casos de abusos?
Ciertamente, en el pasado se dio esta tendencia, y la Santa Sede lo reconoció a partir de Benedicto XVI. La Iglesia hoy es muy diversa, y se está comprometiendo en una política de “tolerancia cero” contra los abusos. Hay que prestar mucha atención para que esta política sea aplicada de manera efectiva sobre el terreno.
¿Cómo se puede hacer?
Los obispos deben asumir su responsabilidad cuando omiten el cumplimiento de su deber. La Iglesia necesita un mecanismo que regule que si un obispo recibe una denuncia por abusos a menores y no actúa, tendrá que pagar las consecuencias personalmente. Esta es la principal pieza que falta en el puzle.
¿Por qué el informe de la ONU llega justo ahora, en un momento en el que salen a la palestra ciertos escándalos?
El debate sobre los abusos a menores vuelve a la palestra de manera cíclica, y hasta ahora no solo ha implicado al Vaticano sino a todos los Estados que se han adherido a la convención de la ONU. Entiendo por tanto que no hay ningún complot por parte de las Naciones Unidas contra la Santa Sede, pero el curso de las reformas sobre los abusos sexuales en la Iglesia no se ve favorecido por informes sesgados e ideológicos, como es el caso de este.
¿En qué sentido afirma que es un informe ideológico y sesgado?
En una entrevista en Radio Vaticana, el obispo Tomasi lo ha afirmado con claridad. El informe pide que la Iglesia católica cambie su posición sobre el aborto, el matrimonio homosexual y el control de la natalidad. Me disgusta decirlo, pero eso tiene que ver más con una determinada ideología que con la protección de los menores.
¿Entiende que estos aspectos están ligados entre sí en cierto modo?
No, entiendo que no existe ligazón alguna. La causa de la protección de los menores debería ser apoyada por todos indistintamente, conservadores o liberales, laicos o creyentes. Cualquiera debería estar de acuerdo con el hecho de que la defensa de los niños es una prioridad absoluta. Pero la ONU ha decidido mezclar las aguas relacionando el tema de los abusos con una batalla cultural partidista.
Revista Ecclesia (7 de febrero 2014)
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