miércoles, 19 de marzo de 2014

Nuestro Papa al rescate de la Argentina


La reunión que el Papa Francisco ayer mantuvo en el Vaticano con la presidenta Cristina Kirchner no surgió por un pedido o un mero deseo de la primera mandataria, como intentaron hacer trascender desde la Casa Rosada. 

El hecho de que el Santa Padre almuerce durante más de dos horas con una presidenta (es la tercera audiencia entre ambos desde que llegó al Vaticano), siendo una de las personalidades con mayor poder del planeta al tener la responsabilidad de conducir a 1300 millones de fieles católicos, es algo que sólo puede darse por propia iniciativa del Sumo Pontífice. A esta altura de los acontecimientos, es evidente que Francisco siente una profunda preocupación por lo que está sucediendo, y especialmente por lo que puede llegar a ocurrir en los próximos meses,  en la tierra que tanto ama: la Argentina.
Al estar ocupando el trono de Pedro, el Papa maneja información de los principales servicios del mundo. En lo que se refiere a la Argentina, está prestando especial atención a las noticias y a los informes que le acercan, ya que entiende que el Vaticano no puede quedarse con los brazos cruzados mientras la conflictividad social crece exponencialmente en nuestro país, en medio de una escalada inflacionaria que no da tregua, al punto que se ubica por encima del 7% en los primeros dos mes del año. Solamente Venezuela, algunos países de la ex Unión Soviética y un puñado de naciones empobrecida de Africa, gobernadas por sangrientas tiranías, atraviesan por situaciones similares en lo que se refiere al aumento sistemático y permanente del costo de vida, un flagelo que es una máquina infernal de fabricar pobres.
En las propias declaraciones de Cristina, pronunciadas luego de la audiencia, se denota esta preocupación del Santo Padre. Concretamente, CFK manifestó que el Papa considera que “la exclusión es uno de los principales motivos de la inseguridad". Eso no es todo, según la propia Cristina, a Francisco "lo preocupa y lo desvela, la falta de trabajo en el sector de la juventud".
Si después de 10 años ininterrumpidos en el poder, habiendo contado en gran parte de este período con condiciones macroeconómicas muy favorables, hay cada vez una mayor exclusión, y por ende mayor inseguridad, es porque evidentemente el gobierno está fracasando. Ahora bien, el problema es que el kirchnerismo se está yendo de la peor forma: dejando tierra arrasada, un país cada vez más dividido y fragmentado.
Ante esta situación, la Iglesia, con la impronta que le da Francisco, está empezando a ocupar muchos de los lugares abandonados por el gobierno y algunos sectores de la oposición. Por ejemplo, a través de su Observatorio Social, sigue de cerca la evolución de la pobreza y de la marginalidad que, según sus propios indicadores (que nada tiene que ver con los dibujos que se hacen desde el INDEC) afecta a más de 10 millones de compatriotas, es decir uno de cada cuatro personas. 
Asimismo, fue la propia Conferencia Episcopal, por orden de nuestro Papa gaucho, la que primerió a gran parte de la dirigencia política denunciando que una parte importante del territorio argentino está cooptado por los narcos y haciendo un llamado de alerta acerca de que drogas como el paco están causando verdaderos estragos sociales. 
Además, los colegios religiosos empezaron a cumplir un rol preponderante que antes desempeñaba la escuela pública. Reciben cada vez más alumnos, especialmente aquellos provenientes de familias de clase media y de sectores populares que hacen el esfuerzo para abonar una cuota, ante lo que ven que es un problema recurrente y sin solución: las escuelas del Estado pierden varios días de clases, que jamás se recuperan, ante los paros y la ausencia de respuestas salariales de parte las autoridades gubernamentales. La educación pública está atravesando por la crisis más importante en décadas.   
Este mismo proceso de deterioro, con un gobierno que se vuelve cada vez más autoritario, ya se registró en Venezuela llevando a que el país caribeño, tras la muerte de Hugo Chávez, ahora esté al borde de una guerra civil, con los mayores niveles de inseguridad del continente: allí se registra un promedio de 70 muertes violentas por día. A ello se le suma una angustiante escasez de alimentos y de distintos productos de la canasta básica, y un ataque constante a las libertades individuales de la población. 
Durante todos estos años, los Estados Unidos y las potencias centrales toleraron la existencia del proyecto chavista al ser Venezuela el principal proveedor de petróleo de los norteamericanos.  
Ahora bien, está claro que el Vaticano no quiere saber nada con que se instaure una nueva Venezuela en el Cono Sur.  
Desde que comenzó a ser un sacerdote influyente en la Iglesia de nuestro país, llegando a ser presidente de la Conferencia Episcopal antes de ser elegido Papa, el entonces cardenal Jorge Bergoglio siempre abogó por un acuerdo entre el capital y el trabajo para sacar al país adelante. Y es muy probable de que se lo haya mencionado, ayer, a la propia Cristina. 
Encontrar consensos superadores entre empresarios, sindicalistas y representantes de los distintos sectores de la dirigencia política, especialmente de aquellos que dicen expresar la necesidad de un cambio, se vuelve cada vez más necesario. Es cuestión, en definitiva, de empezar a escuchar lo que nos está diciendo nuestro Papa y actuar en consecuencia.
CFK, al borde del papelón
Fiel a su estilo, la presidenta Cristina Kirchner llegó tarde –aproximadamente 10 minutos- al almuerzo con el Papa, que la recibió con una amplia sonrisa y cordialidad.
Tras las fotos de rigor, se pudo ver a la primera mandataria entregándole al Sumo Pontífice, un termo, un cuadro de Santa Rosa de Lima y, como si fuese una maestra de catequesis, la presidenta le explicó al Papa de quien se trataba la figura de la imagen.
Llevada por su soberbia, quizás no se dio cuenta que la explicación iba dirigida a la máxima autoridad de la Iglesia en el planeta. 
Luego de almorzar a solas con el Papa Francisco durante más de dos horas en la residencia Santa Marta, la presidenta Cristina Kirchner reveló ante los medios que con el Sumo Pontífice dialogaron sobre "la paz en el mundo", aunque aclaró que no abordaron temas o conflictos puntuales. Sonó como una verdad a medias.
"Me trató muy bien, me atendieron muy bien y comimos bien", manifestó Cristina Kirchner. Detalló que almorzaron "verduras al vapor con un costillar y frutas". "Hubo un lenguaje común", dijo la mandataria.
La Presidenta formuló estos conceptos en el aeropuerto romano de Ciampino, antes de abordar un vuelo a París, donde se reunirá con su par Francois Hollande.


 Hoy en la Noticia (La Plata, 19 de marzo de 2014)

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