por Carmelo López-Arias
Este domingo 15 de diciembre, dentro del ciclo de conferencias organizadas por el Foro San Benito en torno a los Testigos de la fe. El valor de los mártires, Carlos Gregorio Hernández, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad CEU San Pablo, disertará sobre "El genocidio armenio". La conferencia tendrá lugar a las 12.30 horas en el salón de actos de la hospedería del Valle de los Caídos.
De la importancia de esta cuestión da cuenta la abundancia de datos que se expondrán durante el acto, algunos de los cuales anticipa a ReL el profesor Hernández, a quien pedimos, para situarnos, una breve cronología de los hechos...
-...porque el centenario del inicio de la tragedia está ya cerca, ¿no es así?
-Los hechos que propiamente se denominan genocidio armenio tuvieron lugar tras la entrada del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, en octubre de 1914, y especialmente a partir de la batalla de Sarikamis, en enero de 1915.
-¿Que sucedió entonces?
-Desde febrero de 1915 el gobierno turco, acuciado por esta derrota ante los rusos y por la presión británica en el Cáucaso, inició los planes para acabar con los cristianos de Anatolia, que tuvieron su máxima intensidad a partir de abril.
-¿Cuándo empezó a saberse y qué se hizo?
-Las denuncias de estos hechos comenzaron a tener repercusión a partir de 1916, pero no consiguieron detener los crímenes, que se prolongaron incluso después del inicio de las investigaciones turcas de 1918, en buena medida motivadas por la presión internacional.
-Esto es, a la conclusión de la contienda...
-El final de la guerra y los tratados de paz posteriores no fueron el punto y final, pues la difícil coyuntura por la que atravesó el Imperio derrotado y el contexto internacional propiciaron que Turquía vulnerara los acuerdos y los armenios siguieran sufriendo hasta prácticamente desaparecer de la Anatolia turca.
-¿Habían sido perseguidos antes?
-Previamente a estos episodios sucedieron otras persecuciones (1894, 1909, etc.), en el periodo de declive del sultanato turco, pero no en la misma escala, con la dirección del Estado y de una manera tan sistemática.
-¿Y luego?
-La Armenia independiente sometida a la URSS siguió padeciendo persecución por motivos étnicos y religiosos.
-¿Cuál es la cifra de víctimas mortales del genocidio armenio?
-La mayoría de los expertos coinciden en señalar que superó el millón de muertos, sobre una población seguramente superior al millón y medio de armenios en Anatolia. Esta última cifra, la de los armenios que vivían en la zona, también es objeto de controversia. Siempre hablamos de estimaciones, no de cifras definitivas o cerradas, pero es significativo que los estudios más recientes hayan ido corrigiendo esa cifra al alza y que los primeros cálculos difundidos por Arnold J. Toynbee fuesen bastante menores.
-¿Y la cifra de desplazados?
-La cifra de desplazados motivada directamente por el genocidio de 1915 pudo alcanzar el medio millón. Los armenios prácticamente desaparecieron de Anatolia. En otras regiones del Imperio, como la capital, donde también existía una importante comunidad, la situación no fue tan dramática.
-¿Fueron muertes directas?
-La mayor parte de las muertes fueron causadas por el hambre pasada durante las largas marchas a través del desierto, que tenían como destino Der-el-Zor. La deportación fue el principal instrumento de la masacre.
-Y mientras esto sucedía, ¿qué hacían los gobiernos occidentales?
-Para explicar esta cuestión hay que tener en cuenta el contexto de la guerra y las divisiones existentes entre las naciones europeas. Es significativo que las autoridades alemanas, aliadas de las turcas, confirmen los datos aportados por los británicos. Fueron estos últimos los más preocupados ante los crímenes contra los cristianos. Llegaron a amenazar al gobierno turco con juzgarles al término de la guerra.
-Pero no lo hicieron...
-El final de la Primera Guerra Mundial no acabó con los conflictos en la zona. Inmediatamente se produjo el conflicto con Grecia. Creo que es fundamental la expansión militar que estaban desarrollando los comunistas rusos en el Cáucaso durante este periodo.
-¿En qué sentido?
-Tanto Azerbaiyán como Georgia cayeron bajo su dominio y los occidentales valoraron claramente el peligro de que una presión más fuerte contra Turquía precipitara el alineamiento de esta nación con la URSS. Por esto los acuerdos de 1923, a diferencia de los de 1920, ya ni siquiera consideraban a los armenios y los Estados Unidos, cuyo presidente, Woodrow Wilson, había tenido tanto peso en el reconocimiento del Estado de Armenia y en la definición de sus fronteras modificaron su criterio.
-Antes de todos estos hechos, ¿cuál había sido la relación entre el pueblo armenio y sus vecinos musulmanes?
-Si nos atenemos al pasado inmediato, es llamativo que hasta 1913 la cara ante Occidente del Imperio Otomano fuese un armenio, el ministro Gabriel Noradukyan. A lo largo del siglo XIX, con el declinar del sultanato y la apertura a la influencia de las potencias europeas, los armenios adquirieron mayor presencia pública, cierta autonomía y reconocimiento para sus autoridades religiosas. La democratización iniciada por el Imperio a partir de 1876 significó un claro retroceso para este pueblo, porque la mayoría musulmana intentó limitar su influencia. A esto se añadió la penetración del nacionalismo en toda la región, que padeció el desplazamiento y la exclusión de las minorías.
-La tragedia es que nada mejorase tras la guerra...
-La Armenia de 1918 fue un Estado fallido. Perdieron territorios ante los turcos y seguidamente la libertad ante los comunistas rusos. En 1921 se sublevaron contra el dominio ruso sin éxito. Hasta 1936 estuvieron integrados junto a Georgia y Azerbaiyán como repúblicas de Transcaucasia federadas a la URSS. Desde entonces Armenia, como las restantes repúblicas, tuvo un estatus propio. Pese a todas las dificultades de la época comunista, la desaparición de Stalin y la llegada de Khruschev permitió recuperar y recordar el genocidio.
-¿Y tras la caída del comunismo?
-La implosión del Estado soviético abrió la puerta a que el 1991 el 99,3% de los armenios votaran en referéndum la separación de la URSS. Levon Ter-Petrosian fue elegido presidente a continuación con el 83% de los votos a su favor y el país admitido en la ONU al año siguiente. El punto de fricción más importante de Armenia con su entorno ha sido la región de Nagorno Karabaj, de mayoría armenia, pero sometida a Azerbaiyán.
-¿Qué hubo de persecución religiosa y qué de persecución política en el genocidio armenio?
-Cuando empecé a interesarme por la cuestión de los armenios y leí las historias contadas por sus descendientes llegué a la conclusión de que la última razón del genocidio era política. La Primera Guerra Mundial y sobre todo la derrota ante los rusos construyeron el contexto para que los turcos intentaran asegurar su Estado desplazando de la frontera a los armenios, a los que intentaba seducir el Zar Nicolás.
-Por lo que sugiere, luego ha cambiado de opinión sobre el peso de la motivación política y la religiosa...
-La lectura de los textos de la época revela una realidad distinta. El término armenio es muchísimo menos frecuente que el de cristiano en los documentos de cualquiera de las partes e incluso en algunos tan fundamentales como la carta de denuncia de Lord James Bryce ni siquiera aparece. Aunque hoy miremos a aquel pasado desde un punto de vista étnico o nacional y siendo cierto que el Estado-nación tiene un peso incuestionable en el asunto, lo religioso determinó el criterio para la exclusión.
-¿Fueron las únicas víctimas?
-Con los griegos ortodoxos ocurrió algo semejante. Como afirma el historiador Mark Mazower,fueron expulsados a Grecia desde Asia Menor millares de aldeanos ortodoxos cuya lengua no era el griego sino el turco; mientras tanto fueron embarcadas hacia Turquía las familias griegas convertidas al islam.
-¿Por qué entonces se da tanto peso al factor político y tan poco al factor religioso?
-Estimo que en esta desfiguración del pasado han tenido mucho peso los relatos construidos por los armenios de la diáspora.
-¿Debido a qué?
-El papel de los Jóvenes Turcos cambió a lo largo de la segunda década del siglo XX. Previamente habían tenido una relación muy próxima a los armenios. Les unía su común oposición al sultanato e incluso denunciaron las persecuciones que padeció esta comunidad en 1908. Durante la guerra es cuando se produjo el cambio de tendencia.
-¿Quiénes, con nombre y apellidos, pueden ser considerados responsables del genocidio?
-El Comité de Unión y Progreso, con Enver Pasha (ministro de la Guerra), Talaat Pasha (Gran Visir y ministro del Interior) y Djemal Pasha a la cabeza (también formaba parte del mismo Mustafa Kemal, el arquitecto de la futura República de Turquía), fue quien orquestó la supresión de los grupos potencialmente subversivos. Los cargos que se opusieron u obstruyeron las órdenes de acabar con los varones y de desplazar a los cristianos fueron reemplazados.
-Desplazarles, ¿hacia dónde?
-El objetivo no era trasladar a esta población sino destruirla. La tentativa de eliminar a los armenios —efectuada principalmente a través de la llamada Organización Especial— constituía la prolongación lógica del programa nacionalista del Gobierno de Estambul.
-¿Aprobaba esto el pueblo?
-La participación popular también está demostrada, aunque también la oposición al programa, como atestigua un informe de julio de 1915 sobre la provincia de Erzurum. Asimismo es patente la colaboración de la minoría kurda en la región de Bothan y sus esfuerzos en otros lugares para salvar a los armenios. El Estado, en cualquier caso, fue mucho más resolutivo que la población en general.
-Y fue acusado por ello...
-Británicos, rusos y franceses también señalaron al gobierno turco en una declaración conjunta por “estos nuevos delitos de Turquía contra la humanidad y de la civilización”.
-¿Se hizo una depuración interna?
-El gobierno imperial de Constantinopla constituido tras el armisticio que dio término a la guerra inició su propia investigación sobre las masacres. Fueron acusados Enver, Talaat y otros veinte individuos ante un tribunal militar, pero los citados escaparon al extranjero. Los nacionalistas en la oposición consideraron este tema una campaña orquestada por el nuevo gobierno para ganarse el favor de Occidente.
-¿Tuvieron los armenios entonces algún dirigente de relieve que diese la voz de alarma o se opusiese a los designios turcos?
-El obispo armenio de Salónica y el Patriarca de Constantinopla denunciaron en junio y agosto de 1915 el exterminio sistemático de su pueblo.
-Franz Werfel fue el autor de la gran novela del holocausto armenio, Los cuarenta días del Musa Dagh: ¿en qué consistió esta epopeya?
-Esta novela, publicada en 1933 y también llevada al cine, tuvo mucha influencia entre los judíos (su autor es judío nacido en el Imperio Austro-húngaro), que observaron rápidamente los paralelos entre su situación y los padecimientos anteriores de los armenios. El fundamento es la resistencia al ejército turco de las aldeas de alrededor de Musa Dagh, liderados por el joven Gabriel Bagradian, junto a los esfuerzos del misionero Lepsius por socorrerles y, después de la derrota, el destino posterior de la familia.
-¿Por qué ha sido tan silenciado este genocidio, a pesar de su magnitud?
-La geopolítica inmediata al genocidio, en la que Turquía se convierte en un eslabón importante como frontera ante el comunismo, y el encaje de Armenia en la URSS explica, en buena medida, el olvido. El inicio de la Guerra Fría, en la que Turquía vuelve a ser un factor estratégico, tampoco favoreció que se modificara esta situación.
-¿Cuál es la actitud de la Turquía actual?
-Turquía acepta el hecho de que se produjeron masacres, pero cuestiona que el objetivo último fuera el exterminio de los armenios. También minimiza las cifras e insiste en señalar el papel reactivo de los crímenes ante la sublevación de los armenios en abril de 1915.
-Los turcos no quieren ni oír hablar de genocidio...
-Sus embajadas están alerta ante los libros y artículos a propósito de este asunto, porque sigue siendo para ellos una cuestión sensible. El reconocimiento del genocidio es parte también del argumentario para negar la inclusión de Turquía en la Unión Europea. La Armenia, una vez que alcanzó su independencia, entró rápidamente en el Consejo de Europa.
-Es decir, que sigue siendo conflictivo en las relaciones entre países...
-Es verdad también que el reconocimiento legal del genocidio armenio abriría la puerta a reparaciones y compensaciones —recuérdese el ejemplo de Alemania en relación a los judíos— y tiene también que ver con que las fronteras entre ambos Estados sean aún un tema en discusión, aunque no parece probable que en el contexto presente se rediseñen las fronteras orientales del régimen de Ankara. El reconocimiento del genocidio perturbaría también el mito sobre el nacimiento de la Turquía moderna.
-¿Qué sentido tiene recordar hoy cuanto sucedió hace un siglo?
-Entiendo que la mayoría de las víctimas y sus familiares dispersos por todo el mundo, que han mantenido la memoria de estos hechos —lamentablemente los descendientes de las víctimas han estado solos en esta tarea durante mucho tiempo—, pretenden una disculpa pública por parte del Estado turco, un reconocimiento moral, más que las cuestiones señaladas con anterioridad. El contexto actual es una buena oportunidad para dar un paso oficial en este sentido —está a punto de cumplirse el centenario—, pero no soy partidario de las historias oficiales.
-¿Por qué?
-Mirando a mis compañeros de profesión, especialmente en el ámbito anglosajón, he de decir que la mayoría se hace eco del genocidio armenio. Creo que el fallo está en el enfoque nacionalista que minusvalora el factor religioso, que es primordial en este tema.
* * *
Éste será, sin duda, uno de los puntos que suscitará mayor interés este domingo, a partir de las 12.30 horas, durante la conferencia que sobre el asunto ofrecerá el profesor Carlos Gregorio Hernández en la hospedería del Valle de los Caídos.
Actualizado 14 diciembre 2013 Religión en Libertad.
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