por Aldo Norberto Bonaveri
Con los alimentos que se desperdician en América Latina y el Caribe a nivel de la venta se podrían satisfacer los requerimientos nutritivos de más de 30 millones de personas, o lo que es igual, el 64% de quienes sufren hambre en la región.
En un informe de reciente aparición, la Oficina Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación “FAO”, da cuenta que en América Latina y el Caribe “ALC” se pierden y desaprovechan más alimentos que los que son necesarios para satisfacer las necesidades nutricionales de las 47 millones de personas que aún padecen hambre en la citada región.
Según el dossier de referencia titulado "Pérdidas y desperdicios de alimentos en América Latina y el Caribe", el 6% de las pérdidas mundiales de alimentos ocurren precisamente en ALC. A los efectos de interpretar mejor el dispendio, resulta oportuno reproducir literalmente lo expresado por Raúl Benítez, Representant e Regional de la FAO: “Cada año la región pierde o desperdicia alrededor del 15% de sus alimentos disponibles, lo que impacta la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, reduce la disponibilidad local y mundial de comida, generan menores ingresos para los productores y aumentan los precios para los consumidores”.
Al trascendental menoscabo nutricional, con la consiguiente repercusión económica de los países de la región, debe añadirse el impacto adverso sobre el medio ambiente, habida cuenta del empleo rebatible de los recursos naturales. Las consecuencias que el conjunto de factores trae aparejado, exige en forma prioritaria resolver tal problemática, para poder ganar la lucha contra el hambre en este sector del planeta.
El documento de marras indica que las pérdidas se ocasionan tanto en los procesos de producción, post-cosecha, almacenamiento y transporte. El despilfarro concierne a pérdidas emanadas de la decisión de descartar alimentos que aún poseen valor nutricional, haciendo referencia con procederes de los distribuidores y comercios minoristas, comedores y restaurantes y, los propios consumidores.
Las pérdidas y desperdicios acontecen en los distintos segmentos de la cadena alimentaria. El informe indica que en ALC, un 28% se disipa en el sector de la producción, otro 28% se da en el sector consumidor, 22% durante el manipuleo y almacenamiento, 17% en el mercado y distribución, en tanto que el 6% restante a nivel de procesamiento.
Llama a una profunda reflexión y, por consiguiente equivalente concientización, tener presente que con los alimentos que se desperdician en América Latina y el Caribe a nivel de la venta se podrían satisfacer los requerimientos nutritivos de más de 30 millones de personas, o lo que es igual, el 64% de quienes sufren hambre la región.
Cabe consignar que en los países de la región con niveles de subalimentación sobre el 5%, los alimentos perdidos sólo a nivel de retail, son suficientes para que seis de ellos alimenten a toda su población y otros doce logren el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio.
Como queda dicho, ALC cuenta con una producción de alimentos suficientes para que todos sus habitantes tengan una adecuada manutención: el problema del hambre radica sustancialmente en que los sectores más vulnerables no disponen de los medios económicos para acceder a ellos. No obstante los países de la región no pueden continuar perdiendo y desperdiciando sus alimentos, en tanto y en cuanto aún hay millones de niños y adultos que padecen hambre recurrentemente.
El impacto y gravedad de las pérdidas y desperdicios en la región queda en evidencia si se analiza a nivel de países. Los alimentos que se derrochan en el retail en Bahamas, Jamaica, Trinidad y Tobago, Belice, Colombia y Uruguay, son equivalentes a los que se necesitarían para alimentar a todas las personas que sufren hambre en cada uno de dichos países.
San Vicente y las Granadinas, Brasil, Guyana, Honduras y Panamá, que ya han logrado la meta del ODM1- desperdician más alimentos a nivel de retail que los que son necesarios para alimentar a todas las personas que aún sufren hambre en cada uno de esos estados.
En vistas y considerando el tenor del informe, no caben dudas que el gran desafío de cada país y de la región en su conjunto, es abocarse ineludiblemente a solucionar el problema con programas sustentables y, un gran compromiso de gobernantes , entidades intermedias y representativas de los actores involucrados, contemplando indefectiblemente la implementación de una estrategia educativa que cale hondo en toda la población
Pregón Agopecuario (Boletín Electrónico N° 299 - 18 de julio de 2014)
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