Por Enrique Díaz Araujo
Curiosamente, a pesar de que dos de los primeros historiadores de San Martín y connotados masones, como lo eran Domingo Faustino Sarmiento y Bartolomé Mitre, negaron que el Libertador perteneciera a esa Orden, pronto, otros ensayistas inscriptos en las logias se dieron en afirmar tal afiliación.
He aquí un primer hecho de esta manida cuestión:
“La leyenda masónica sanmartiniana nace como concepción mental en 1876. Es decir, veintiséis años después de la muerte de San Martín y diecinueve con posterioridad a la organización de la masonería argentina en Buenos Aires…
El nacimiento real de la leyenda masónica sanmartiniana es de mayo de 1880…una tarea de titanes que no consiguen su objetivo…(Por lo tanto) resultará siempre una quimera presentar al libertador como masón” [1].
Se trata, pues, de un anacronismo, nacido, cual lo apunta el gran historiador hispano Vicente Rodríguez Casado de una motivación utilitaria: “Sobre la intervención de la masonería hay que tener en cuenta diversos hechos importantes. En primer término, el interés de los masones actuales de tener el mayor posible enlace con las grandes personalidades del pasado” [2].
En ese tipo de ensayos, como diría Ricardo Piccirilli, abundaban los argumentos y faltaban las pruebas. Arquetípico, en ese sentido, ha sido Alcibíades Lappas, al enunciar- sin prueba alguna, desde luego- el ingreso del Libertador a la Logia Integridad número 7 de Cádiz, en 1808- [3]-.
Empero, al presente ya suficientemente conocida la trayectoria política del Libertador, y las disposiciones religiosas anotadas “ut supra”, el debate se ha reducido considerablemente.
Veremos, pues, los dos o tres puntos pendientes, donde se afincan los alegatos masónicos.
El primer tema corresponde a la logia de los “Caballeros Racionales” de Cádiz (más adelante conocida como “Lautaro”), acerca de lo cual decimos en resumen: “De esta logia, el propio Mitre, al recoger el testimonio de Matías Zapiola, sostuvo que la Lautaro no fue masónica (sí, la logia de Julián Álvarez). De otras probanzas, la principal resultó la memoria de fray Servando Teresa de Mier, quien trató expresa y largamente la cuestión, y que sostuvo que fuera de Alvear y algún otro, ni la Lautaro ni sus miembros eran masones” [4].
“Eso es cuanto se sabe de la Sociedad, desde adentro.
En cambio, desde afuera hay variadas noticias.
Las más destacadas nos parecen las dos siguientes: Una, la circular de la Logia, del 21 de diciembre de 1816 (ya citada ut supra).
Dos, la nota secreta de la Secretaría del Rey Fernando VII al Gobernador de Cádiz, Villavicencio, del 22 de agosto de 1816, en la que se decía: “Muy reservado. El Rey ha sabido por conducto seguro que existe una sociedad muy oculta, cuyos ritos son análogos a los de la masonería, pero que su único objeto es la independencia de América”[5].
Este informe es coincidente con lo expresado por el Grl. Enrique Martínez a Andrés Lamas, en su carta del 4 de octubre de 1853, en la que aludiendo a la Lautaro, anotaba: “Esta sociedad tenía el solo objeto de proponer la independencia de todas las secciones de la América española y unirse de un modo fuerte para repeler la Europa en caso de ataque…”[6].
El segundo punto se refiere a la misma Logia, pero en Londres, cuando San Martín y sus 17 compañeros salen de Cádiz, con intención de pasar a América; navegación que únicamente pueden realizar desde Inglaterra. Allí, dicen los masones, se instalan en la denominada “Casa de Miranda” ( en Grafton Street n° 27) y se integran en la logia masónica mirandista “Gran Reunión Americana”.
Al respecto, por lo pronto cabe aclarar que Francisco de Miranda- a quien le atribuyen falsamente haber participado en Cádiz en la fundación de los “Caballeros Racionales”- hacía alrededor de un año que no estaba en Londres; que no hay pruebas de que fuera masón, y menos pruebas de la existencia de la supuesta “Gran Reunión Americana” ( con Pablo de Olavide y el abate Vizcardo)- [7]-. “Contrario sensu”, los verdaderos dueños de esa casa londinense, los venezolanos Andrés Bello y Luis López Méndez, no eran masones y sí católicos prácticos- [8]-. En cualquier caso, este es un punto absolutamente aclarado. Tanto a las logias inglesas, como a las escocesas, se les ha interrogado acerca de las eventuales constancias del masonismo de San Martín, Miranda, y la Logia Lautaro. Las respuestas oficiales siempre han sido negativas- [9]-. Más decisivas y contundentes han resultados las investigaciones recientes de tres historiadores masones, dos británicos (F. W.Seal-Coon y León Zeldis, en la revista masónica “Ars Quatuor Coronatorum”, de Londres) y uno norteamericano (George H. T. French), que terminan de negar toda relación de la “Lautaro” y de San Martín con la Masonería- [10].
El tercer punto es realmente insignificante. Alude a la acuñación de una medalla por una logia de Bruselas en homenaje a San Martín. Ya en 1990, Horacio Juan Cuccorese se interrogaba al respecto: “¿ Existe alguna prueba documental o testimonial reveladora de que San Martín haya aceptado una medalla masónica? ¿Existe constancia de la recepción solemne sobre la entrega de la medalla, discurso del Gran Maestre de la logia y palabras de agradecimiento de San Martín? Nada. ¿ Habrá tenido conocimiento San Martín de que se acuñó una medalla masónica en su honor? En la correspondencia sanmartiniana tampoco se encuentra nada” [11].
Pues, dichas preguntas han sido con posterioridad puntualmente contestadas. De los archivos de la Logia “Perfaite Amitié”, que no estaba en Bruselas- como cree Patricia Pasquali-, sino en Amberes, y conforme a los exhaustivos exámenes de los masones Frank Langenauken, Jacques Levine y León Zeldis, cabe concluir de que:
“no existe ninguna prueba de la condición de masón del general San Martín” [12] .
Y eso es todo. Ya no queda nada de las alegaciones que en otras épocas esgrimían escritores masones como Fabián Onzari, Antonio Rodríguez Zúñiga, Boleslao Lewin, Enrique de Gandía o Alcibíades Lappas.
Por lo que se sabe, la Lautaro fue nada más que una asociación secreta política de autodefensa, sin ningún tipo de iniciación masónica ( aunque usara alguno de sus rituales). Ergo, si la sociedad no lo era, tampoco cabe predicarlo de sus miembros (excepto de Carlos de Alvear, el enemigo jurado de San Martín).
Empero, aún para aquellos que se apegan a la hipótesis contraria, valen la siguientes palabras de Roque Raúl Aragón: “De cualquier manera, para el caso huelgan las indagaciones en su conciencia. No se trata del proceso de su canonización, sino del sentido de su política. Los testimonios de los que disponemos concuerdan en esto: se pronunció como general y gobernante católico y notoriamente mariano; tuvo todo el clero de su parte, proveyó a sus tropas de capellanes y las hizo participar en actos de culto, entre ellos el rezo diario del Rosario; reprimió la blasfemia y toda práctica que se opusiera a los principios de la Iglesia; invocó a Dios y a su madre en los momentos decisivos de su carrera: reconoció la preeminencia de la religión en la vida pública, reservó a los católicos el derecho de ocupar cargos en el Estado; dio estado institucional a la fe de la Iglesia, su moral y su jerarquía; usaba objetos piadosos. Esto es historia contante y sonante, que nadie puede negar. Si lo hizo sinceramente o por cálculo, sólo Dios lo sabe. Los hombres juzgamos “ex opere operato”. Y su obra, desde el comienzo, contradice a la Masonería en el espíritu y en la letra...hizo lo contrario de lo que la Masonería procuraba y fue hostigado por ésta” [13].
La función principal de la Orden Masónica, por entonces, era propagar el liberalismo anticristiano, cuyos principios habían triunfado en la Revolución Francesa (que había hecho suyo el lema masónico “Libertad, Igualdad, Fraternidad”). San Martín, como sabemos, se proclamaba permanentemente antiliberal en el orden político, lo que fue asociado a su política religiosa cristiana. Oposición completa. Eso es, precisamente, lo que documentó el mismo General en una carta al Sr. Arzobispo de Lima, D. Bartolomé de Las Heras, en la que le expresó: “Sería para mí una de las mayores satisfacciones el ofrecer personalmente mis respetos al prelado más antiguo y venerable del Perú; y que si a esto se añadiese el placer de ver consolidado un gobierno que garantizase el orden y la prosperidad sobre principios opuestos a las ideas exaltadas que por desgracia se han difundido en el mundo desde la célebre revolución del año 92 (la Revolución Francesa), yo me retiraré de la escena pública, a gozar de la mis semejantes y a bendecir la Providencia por los beneficios dispensados al país que pertenezco” [14].
Luego, la conclusión obligada es que San Martín no sólo no fue masón, sino que gobernó con “principios opuestos” a los de la Masonería.
Dr. Enrique Díaz Araujo
Notas:
[1].- Cuccorese, Horacio Juan, San Martín. Catolicismo y Masonería. Precisiones históricas a la luz de documentos y testimonios analizados con espíritu crítico, Bs. As., Instituto Nacional Sanmartiniano, Fundación Mater Dei, 1993, p. 144.
[2].- Rodríguez Casado, Vicente, Conversaciones de Historia de España, Barcelona, Planeta, 1965, t° II, p. 149, nota 4. Y agrega: “Del mismo(que en el caso del Conde Aranda) sucede, por ejemplo, con el general San Martín. Después de los estudios de monseñor Navarro demostrando que “la Gran Reunión Americana no fue propiamente una logia” y los escritos de Pueyrredón y Bulnes en los que determinan el que la logia americana tampoco puede incluirse en la organización masónica, difícilmente puede afirmarse el carácter masónico de San Martín, el general, que, por otra parte, castigaba en su ejército con pena de muerte la blasfemia”.
[3] .- Lappas, Alcibíades, San Martín y su ideario liberal, Bs. As., 1982. Posteriormente: Pasquali, Patricia, San Martín. La fuerza de la misión y la soledad de la gloria, Bs. As., Planeta, 1999, pp. 73, 74, 92. También: Pasquali, Patricia, “Bolívar, San Martín y la masonería en la Independencia”, en: Todo es Historia, Bs. As., n° 405, abril 2001. El principal argumento que esgrime es una carta de Carlos de Alvear a Rafael de Mérida, en Caracas, en la que le da cuenta de la creación de los “Caballero Racionales”, en Londres, y los grados que en ella cada uno ocupaba.Detodasformas, allí en ningún lado se habla de masonería..
[4].- Díaz Araujo, Enrique, y Alonso Camacho, Omar, De golpe en golpe y otros ensayos, Mza., El Testigo, 2007, p. 131. Referente a ese testimonio, añadíamos que de Mier era “un fraile liberal y trotamundo, quien en sus Memorias narra que estando en Cádiz fue invitado a integrarse en esa Logia de americanos. Por su condición sacerdotal, preguntó si la logia era masónica, en la que él no podía ingresar dadas las prohibiciones eclesiásticas. Se le aclaró ( por el Padre Ramóm Anchoris) que no eran masones. El único masón era Carlos de Alvear. Cuando le tocó exponer en las tenidas de la Logia, Mier aprovechó la ocasión para atacar a la Masonería. Entonces, Alvear, a la oreja, le preguntó “ por qué insistía tanto en que no eran masones…respondió que insistía porqueen realidad no lo era, y porque él no quería serlo, pues además de tenerlo prohibido Su Santidad, su razón lo convencía…” (Villegas, Alfredo G., San Martín en España, Bs. As., Academia Nacional de la Historia, 1976, pp. 73-74). Exprofeso hemos insertado primero el texto de las “Memorias”, porque el que sigue, ha sido discutido por los masones. Se trata de la declaración que tuvo que prestar Mier ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en México, el 18 de noviembre de 1817. Ahí mencionó las diversas sociedades de auto-socorro que en Cádiz se formaron, y “naturalmente estaba faltando una de americanos, que estaban allí mismo perseguidos”. Se enteró de la de los “Caballeros Racionales”, quiso ingresar, preguntó al P. Ramón Eduardo Anchoris si aquella era “conforme a la Religión y la Moral”, y con la respuesta positiva, entró. “Tampoco era de masones la sociedad- añade- aunque puede ser que como Alvear era masón imitase algunas fórmulas”. Él arengó a sus socios, advirtiendo por tres veces: “que no será Sociedad de Masones sino de Patriotismo y Beneficencia”. También dijo que conoció al chileno José Pinto que “aunque era Masón, no era Caballero Racional” (Memorias de Fray Servando Teresa de Mier, Madrid, América, sf, pp. 337-338 y ss. O´Gorman, Edmundo, Prólogo, a: Fray Servando Teresa de Mier, Ideario Político, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1978, t° I, pp. IX-XXXIV; cfr. Fernández del Castillo, Antonio, “ El eslabón de Londres. José de San Martín, Fray Servando Teresa de Mier y Francisco Javier Mina”, en:Comisión Nacional Ejecutiva de Homenaje al Bicentenario del Nacimiento del General José de San Martín, Primer Congreso Internacional Sanmartiniano, Bs. As., 1979, t° I, pp. 201-217; Miquel Verges, J. M., “Aspectos inéditos de la vida de Fray Servando en Filadelfia”, en: Cuadernos Americanos, México, 1 de noviembre de 1946, vol. XXX, n° 6, pp. 187- 205; Conte de Fornés, Beatriz, “Los fundamentos políticos de la independencia en el pensamiento político de Fray Servando Teresa de Mier”, en: Revista de Historia Americana y Argentina, Mza., Instituto de Historia, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, año XVIII, n° 35, 1995-1996). Decíamos que los autores masónicos han impugnado esta última declaración, aduciendo que fue puramente defensiva. No obstante, como se aprecia, entre ambas exposiciones (la primera en absoluta libertad), no hay más diferencia que la de la extensión y detalle. O sea, que corrobora la anterior”: Díaz Araujo, Enrique, Don José y los chatarreros, cit., pp. 69-70, y nota 8.
[5].- Eyzaguirre, Jaime, La Logia Lautarina, Santiago de Chile, Ed. Francisco de Aguirre, 1973, p. 8.
[6].- Chindemi, Norberto, Historia y Política. Función política de la historia. San Martín, pensamiento y acción. Las Logias. Documentos III, Bs. As., Ed. Los Nacionales, 1996.
[7].- Acevedo, Edberto Oscar, “San Martín, la masonería y las logias”, en: Boletín de Ciencias Políticas y Sociales, Mza., Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Cuyo, n° 23, 1978, p. 130. Robertson, William Spence, “La vida de Miranda”, en: Academia Nacional de la Historia, II Congreso Internacional de Historia de América, Bs. As., 1938, t° VI, p. 178. Batllori, Miguel, S. J., El abate Vizcardo: historia y mito de la intervención de los jesuitas en la Independencia de Hispanoamérica, Madrid, MAPFRE, 1995. Deforneaux, Marcelin, “Pablo de Olavide, un afrancesado en el siglo de las luces”, en: Estudios Americanos, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, n° 100, enero 1960, 43.
[8].- Luis López Méndez, Delegado de la Junta Autonómica de Caracas, le escribía a su esposa, el 28 de octubre de 1811: “Quisiera al mismo tiempo que tú y todos nuestros hijos jamás se aparten de las sendas del Señor, ni aún se disgusten de andar por ellas, sino con espíritu y buen ánimo caminen sin pasarse hasta llegar al término de nuestra felicidad eterna. Así lo pido con muchas lágrimas al Señor, interponiendo los ruegos de la Virgen María, del Señor San José, y de todos los ángeles, Apóstoles y demás santos. También le pido que se conserve pura la religión en toda pureza en nuestro país, creyendo, confesando y practicando, lo que la Santa Iglesia Católica, la única verdadera esposa de Jesucristo cree, confiesa y practica, sin admitir jamás entre nosotros la profesión de ninguna secta de herejes…en fin, confío en Dios, que nuestra Patria no tenga otra religión pública ni más templos que los católicos”: Guillén, Julio, “Correo insurgente de Londres capturado por un corsario puertorriqueño, 1811”, en: Boletín de la Academia Chilena de Historia, Santiago de Chile, segundo semestre de 1960, n° 63, pp. 130-131. Con lucidez, lo comenta Sergio Fernández Larraín: “Un hombre de la clara conciencia religiosa y de la firmeza de principios, como era Luis López Méndez, no hubiese jamás consentido figurar en organización masónica alguna”: “Luis López Méndez y Andrés Bello”, en: Boletín de la Academia Chilena de Historia, Santiago de Chile, segundo semestre de 1966, n° 75, p. 98. En cuanto al otro Delegado, anfitrión de San Martín, cabe decir: “Nada se sabe de la suerte de Bello como integrante de la Logia n° 7 de Caballeros Racionales. Puede afirmarse sí, que el hecho de pertenecer a esta asociación no afectó en nada sus sentimientos religiosos, pues las finalidades de las logias fueron exclusivamente políticas y revolucionarias”: Salvat Monguillot, Manuel, Vida de Bello, en: Ávila Martel, Alamiro y otros, Vida y obra de Andrés Bello, Santiago de Chile, Ediciones de la Universidad de Chile, 1973, p. 27.
[9].- Blanco Fombona de Hood, Mirian, y Pérez, Carlos Andrés, Cómo Venezuela adquirió la Casa de Miranda, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, Instituto de Investigaciones Históricas, 1993, p. 40 ( consulta con el archivero de la Gran logia de Inglaterra, Mr. John Heron Lepper). Maguire, Patricio J., en correspondencia con los Venerables Maestros de la Masonería de Inglaterra, Irlanda y Escocia, en 1979, obtuvo las respuestas de que la “Lautaro” “no tenía relación alguna con la Francmasonería regular”, y que en sus archivos no obra ningún documento que acredite que San Martín fuera masón: Chindemi, Norberto, op. cit., pp. 160-172. También Rodolfo Terragno se carteó con el Bibliotecario y Curador de la Gran Logia Unida de Inglaterra, quien no encontró “ninguna conexión” entre la masonería y la Logia Lautaro. Por lo que el autor infiere que: “San Martín no perteneció a la masonería en Inglaterra”: Maitland y San Martín, Bs. As., Universidad Nacional de Quilmes, 1998, pp. 181-182. Ver, también: Giorgio, Dante Aníbal, “San Martín, la masonería y el Imperio británico”, en: Todo es Historia, Bs. As., n° 433, agosto 2003.
[10].- “El historiador británico masón Seal-Coon publicó en 1978 y 1982 dos importantes estudios en la prestigiosa publicación masónica inglesa “Ars Quatuor Coronatorum” sobre “Simón Bolívar” ( AQC, vol.90, 1978, pp. 231-248) y las “Logias revolucionarias hispanoamericanas” ( AQC, vol. 94, 1982, pp.83-106) en los que destacaba que esas logias constituidas originalmente en Europa por los que serían luego los adalides de la independencia sudamericana, no eran de ninguna manera masónicas…León Zeldis rechaza también, al igual que Seal-Coon, la afirmación de Alcibíades Lappas de que San Martín hubiera sido iniciado masón en la Logia Integridad n° 7 de Cádiz, en 1808, porque “infortunately” no existen constancias de esa logia (AQC, vol.111, pp. 79-93)…George H. T. French, historiador masón estadounidense se refiere igualmente a las logias de “Caballeros Racionales” como “pseudo masonic revolutionary lodge” (“General San Martín, liberator and mason”, en: The Philalethes, junio 1990, Ed, Des Moines, IA, EE.UU., p. 8 y 11)”: Jacovella, Guillermo, “San Martín y los ideales masónicos”, en: Todo es Historia, Bs. As., n° 505, agosto 2009, p. 20.
[11].- Cuccorese, Horacio Juan, “Historia de las ideas. La “cuestión religiosa”. La religiosidad de Belgrano y de San Martín. Controversia entre católicos, masones y liberales”, en: Ensayos, n° 40, enero-diciembre 1990, p. 134.
[12].- Jacovella, Guillermo, op. cit., p. 23. No hay mención alguna a San Martín, ni su nombre obra entre los asistentes al acto de la logia, ni en la medalla se le da el trato de “hermano” (que de serlo, le hubiera correspondido). Tal vez, porque como indica el masón Martín V. Lazcano, la Masonería no reserva sus homenajes para sus propios miembros: Las sociedades secretas, políticas y masónicas en Buenos Aires, Bs. As., 1927, t° I, pp. 55, 64, 252.
[13].- Aragón, Roque Raúl, La política de San Martín, Cdba., Universidad Nacional de Entre Ríos, Departamento de Extensión Universitaria, 1982, p. 21. Este opúsculo es lo más brillante que se ha escrito sobre San Martín.
[14].- Otero, José Pacífico, Historia del Libertador don José de San Martín, Bs. As., 1932, t° III, p. 166.
por P. Javier Olivera. Que no te la cuenten.
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