Por Alberto Medina Mendez
Muchos dirigentes políticos creen que su supuesto talento, su experiencia y hasta su buena imagen son elementos suficientes para obtener los objetivos deseados.
Nada más alejado de la realidad. En el deporte se visualiza de un modo más simple. Un gran equipo, repleto de individualidades, con muchas habilidades y gran trayectoria puede perder casi contra cualquier adversario si no selecciona una estrategia adecuada.
Lo que parece muy razonable para una actividad como esa, parece no querer asimilarse a la acción política. Sin embargo sus similitudes son enormes y se debería poder aprender de un modo empírico de esas enseñanzas tan evidentes.
Es por eso que vale la pena detenerse todo el tiempo que sea necesario para seleccionar la estrategia más adecuada. No es un tema menor. No se trata de un aspecto irrelevante. Es allí donde realmente se define lo que va a suceder luego. Si se acierta con el diagnóstico, si se analiza la situación con suficiente inteligencia, es probable que la línea de trabajo que se transite sea realmente la más apropiada y se pueda entonces sacar ventaja respecto de los eventuales contrincantes en la arena política.
Claro que no sólo es cuestión de tomar el camino correcto. También se trata de cómo se lleve adelante su implementación, del modo de hacer las cosas, de la perseverancia puesta en juego, y sobre todo del compromiso del dirigente con todo lo planificado.
Un candidato desordenado, sin agenda, que se mueve por impulsos y no sigue un recorrido debidamente pensado, pues no tendrá éxito. Por adecuado que sea el plan de trabajo, si no lo sigue, si no se ajusta al sendero trazado, no obtendrá lo que quiere simplemente porque no se adaptó positivamente a lo que debía hacer.
La mayoría de los dirigentes prefieren seguir su instinto, apelar a lo que ya conocen y seguir eternamente deambulando en el terreno de la improvisación. No lo hacen por convicción, sino sólo por abulia y comodidad. No están dispuestos a seguir un método, a cumplir un procedimiento y a sistematizar su tarea cotidiana.
Casi todos ellos no consiguen sus objetivos, y si eventualmente lo logran por una combinación de factores que afectan a sus adversarios, pues su situación durará muy poco tiempo. La política contemporánea requiere de mucho profesionalismo pero también de seleccionar la estrategia adecuada. Ese es el factor más determinante del resultado.
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