El empate en la elección santafesina entre Miguel Lifschitz y Miguel del Sel y el resultado incierto del escrutinio definitivo que comenzará mañana operaron como un disparador para que en pocas horas se reactivara el massismo, donde se escuchan comentarios cargados de revanchismo.
Por ejemplo: “si Del Sel hubiera sumado el 3,6% que sacó “Cachi” Martínez (el candidato a gobernador renovador), hoy sería gobernador”. El cálculo en este sector es simple: si pierde Del Sel, esto podría tener un efecto desmoralizante en el público macrista que el 5 de julio podría producirle una baja de votos de Horacio Rodríguez Larreta y el pase a una segunda vuelta con Martín Lousteau, que sería dramática. Esto en el mismo día en que el PRO, aliado de Oscar Aguad, podría perder la elección provincial de Córdoba. Massa creería que, después de tantos infortunios autoprovocados, ésta podría ser la oportunidad para retomar la iniciativa. Este enfoque optimista incluye el objetivo de hacer una brillante elección en las PASO del 9 de agosto y quedar prácticamente en paridad con CAMBIEMOS. Aparte de necesitar -como diría Napoleón- una buena dosis de suerte, el tigrense debe en pocos días superar una serie de barreras si quiere estar nuevamente en carrera. Para empezar, para mañana está previsto su debate televisado con José Manuel de la Sota. En el entorno de Massa estarían tratando de pactar con los asesores del segundo un debate “regulado”, como fue el de Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti. El temor en Tigre es que el cordobés aproveche su medio siglo de trajinar la política para dejarlo mal parado a Massa, lo que mediáticamente podría serle fatal.
En segundo lugar, está en marcha la operación para conseguir que Francisco de Narváez deje sin efecto su renuncia a la candidatura a gobernador, ya que la otra alternativa disponible, Felipe Solá, no sólo mide poco y nada sino que no podría financiar la costosa primaria y luego la primera vuelta.
Tercero y relacionado con lo anterior, para intentar recuperar el terreno perdido, el tigrense necesita asegurarse una caja que le permita competir dignamente con las chequeras de la Casa Rosada y la gobernación platense. Hugo Moyano estaría dispuesto a hacer un aporte importante, pero a condición de que su hijo Facundo sea candidato a vicepresidente o, por lo menos, a vicegobernador. Si de preferencias se trata, Massa quisiera que la senadora nacional mendocina (UCR), la cobista Laura Montero, sea su compañera de fórmula.
El otro cajero sindical fuerte que con el que cuentan en Tigre es Luis Barrionuevo. Éste exigiría a cambio varias candidaturas nacionales y provinciales pero, para empezar, que su esposa Graciela Camaño encabece la lista para diputados nacionales o sea candidata a vicegobernadora. Massa está seriamente embretado en este armado contrarreloj en el cual las candidaturas serían cheques para financiar la campaña. Mónica López también quiere ser candidata a vicegobernadora y su esposo, el diputado nacional Alberto Roberti, secretario general del sindicato de petroleros privados, es uno de los grandes aportantes a la campaña renovadora.
En este tren de negociaciones a toda máquina, también Roberto Lavagna tendría sus exigencias para continuar al lado de Massa en la campaña y aportar su rica agenda empresaria: que su hijo Marco sea el primer diputado nacional en la Capital Federal, donde los renovadores vienen de protagonizar un desastre en las PASO locales del 26 de abril, postulando equivocadamente a un excelente economista como Guillermo Nielsen cuando la elección estaba claramente polarizada.
Mientras esta vorágine de alternativas se va desplegando, Massa tendría una short list para diputados nacionales por Buenos Aires con cierto relieve. La conformarían Martín Redrado, Mario Meoni (intendente de Junín), Mauricio D’Alessandro y Daniel Arroyo.
Por último, los renovadores se pusieron a trabajar con un comité de crisis para armar la crítica Tercera Sección Electoral, donde el kirchnerismo tiene una ventaja electoral abrumadora y el PRO una debilidad más que obvia. Los dos dirigentes que miden en esta sección son Fernando Espinoza, intendente de La Matanza y Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora. Pero sólo el primero sigue en carrera para vicegobernador. Para pilotear la ambulancia a la búsqueda de dirigentes heridos en cada partido de la sección, el equipo massista está integrado por el senador provincial (Lanús) José Luis Pallares, la senadora (Ezeiza) Leonor Granados, el jefe del sindicato del vidrio, Horacio Valdez (de Berazategui), Mauricio Silva, cabeza del massismo en Almirante Brown, Carlos Acuña (sindicato de estaciones de servicio) con base en Presidente Perón y Fernando Carballo, intendente de Magdalena. Con el reloj corriendo a toda velocidad, que los renovadores levanten cabeza en la Tercera Sección depende de los múltiples factores que ya vimos.
El visto bueno del establishment
El argumento central que Massa trata de instalar en el establishment es que él -y no Macri- es el candidato adecuado para disputar un ballotage contra Scioli, porque entonces el voto peronista se dividiría mientras que Macri no conseguiría ese efecto. Hoy por hoy, sólo el dueño de Banco Macro, Jorge Brito, y el grupo Bulgheroni, en menor medida, seguirían sustentando a los renovadores, que buscan recuperar terreno entre los grandes grupos.
Lo que no admitiría Massa, pero parece obvio, es que en la medida en que el Frente Renovador vuelva a subir en las encuestas y el PRO no lo haga, las chances del Frente para la Victoria de ganar en primera vuelta aumentan geométricamente, porque ninguno de las dos facciones opositoras llegaría al 30% y el oficialismo si podría alcanzar el 40%. En este laberinto, así como Massa ahora acusa a Macri de estar perdiendo Santa Fe por no pactar con él, Macri en el futuro podría replicar -si se da esta hipótesis- diciendo que gracias a que Massa no dio un paso al costado el FpV ganó en primera vuelta. Objetivamente, el tropiezo de Macri en Santa Fe y la inminente contraofensiva renovadora parecen hechas a la medida del kirchnerismo. A tal punto que algunos de los pocos que pueden hablar con CFK del tema le estarían sugiriendo que estudie sacarlo a Scioli de la carrera presidencial, poniéndolo de candidato al PARLASUR, porque con Florencio Randazzo se ganaría igual, ya que los votos son de ella. Otro exceso de optimismo que no convence a todo el círculo presidencial, en el cual también hay voces que dicen que lo mejor es bajarlo a Randazzo a la gobernación y dejarlo a Scioli como único candidato presidencial. Son los que temen que Aníbal Fernández se convierta en un boomerang o que Julián Domínguez, con poco conocimiento público, no esté en condiciones de medirse con De Narváez, si es que éste reaparece.
Informador Público (• 16/06/2015 • )
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