por Carlos Tórtora
Ayer, con una sincronización sin duda estudiada, Sergio Massa apareció solo ante las cámaras para reafirmar su candidatura presidencial, es decir, su primaria con José Manuel de la Sota en el marco de UNA, para restarle efecto al hecho político de la jornada.
Esto es, la firma de la Alianza CAMBIEMOS por parte del PRO, la UCR, la Coalición Cívica y numerosos partidos más. En el caso de la Capital, la suma de partidos incluye en total a 13.
Con la ratificación de Massa, llegó cierta calma a la Casa Rosada. De haber optado el tigrense por bajar su candidatura, la nueva alianza que encabezan Mauricio Macri, Ernesto Sanz y Elisa Carrió se estaría quedando prácticamente con el monopolio de la oposición, es decir que mejorarían sus chances de superar el 30% en las PASO. De ser así, el Frente para la Victoria, para ganar en primera vuelta y no tener que pasar por el calvario del ballotage, necesitaría sumar el 45% el 25 de octubre.
Simplificando el dilema electoral que va tomando forma, la pregunta es si la decisión de Massa alcanzará para restarle a CAMBIEMOS la suficiente cantidad de votos como para allanarle el camino a Daniel Scioli, que todavía debe ganarle la primaria a Florencio Randazzo. De acuerdo a la tesis que no se cansa de repetir De la Sota, si el próximo domingo Miguel del Sel no gana la gobernación de Santa Fe, el macrismo quedaría seriamente golpeado y también bajaría su caudal de votos en la primera vuelta porteña del 5 de julio para elegir jefe de gobierno.
En caso de ganar Del Sel, Macri demostraría que su expansión más allá de la General Paz es una realidad y el kirchnerismo se enfrentaría a una primera vuelta muy reñida.
Para Massa, lo que ocurra en Santa Fe también será decisivo. Es que si el PRO desplaza al socialismo de la gobernación, el impacto de este éxito le dejaría poco espacio para recuperarse, ya que él no tiene expectativas reales de imponerse en ninguna de las próximas elecciones provinciales, con la excepción del probable triunfo de Alfredo Cornejo en la elección para gobernador de Mendoza, que tendrá lugar el próximo 21. Pero la victoria de Cornejo tendría demasiados padres, ya que lo apoyan la UCR, el PRO y el Frente Renovador entre otros opositores. La realidad es que la batalla por la gobernación de Santa Fe insinúa perfiles que pueden ir más allá de la política, teniendo en cuenta que en las PASO del pasado 20 abril terminaron en un fenomenal escándalo, porque unos 200.000 votos, un 10% del total, no aparecieron en el recuento provisorio, lo que vino acompañado de numerosas denuncias puntuales.
Según trascendió ayer en medios de la justicia santafesina, dirigentes y apoderados del PRO local -se menciona entre ellos el diputado nacional macrista y empresario Álvaro González- se habrían reunido a puertas cerradas con el Presidente de la Corte Suprema Provincial y del Tribunal Electoral provincial, Roberto Falistocco, para ponerlo al tanto de una delicada versión. Este último es considerado un jurista de impecable trayectoria. La versión consigna que existiría la posibilidad de una maniobra de fraude a través del sistema informático que llevará el recuento de votos de la elección. Concretamente, se habla de que, mediante un programa especial, el recuento arrancaría con un 3% de ventaja para el socialismo, que se mantendría hasta el final. Con fundamentos o no, la denuncia puso en alerta a Falistocco y creó fuertes prevenciones en las filas de la oposición santafesina, sobre todo en relación a las actividades del ministro de gobierno Rubén Galassi, a cargo del recuento de votos.
El pantano bonaerense
A todo esto, Buenos Aires es un verdadero tembladeral político: Mónica López ahora massista y durante muchos años denarvaísta, acusó al empresario de renunciar a su candidatura a gobernador para implosionar el Frente Renovador. Y remató con que “De Narváez trabaja para Scioli”. No se puede determinar la veracidad de estas acusaciones pero lo cierto es que el empresario mantiene a su socio y principal operador político Gustavo Ferrari como asesor de la gobernación platense. Según una hipótesis, De Narváez estaría replegándose hacia su histórica relación con Scioli, con la expectativa de que su renuncia a la postulación como gobernador sea en el futuro premiada con la jefatura de gabinete de una eventual presidencia de aquél.
El vacío dejado por De Narváez y Darío Giustozzi sería cubierto por Felipe Solá, como nuevo candidato a gobernador massista. Éste, antes de lanzarse, estaría dedicado a confirmar si algunos grandes laboratorios, como Monsanto, y distintas empresas pesqueras que se beneficiaron durante su gestión como Secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, contribuirán a la campaña electoral. En realidad, el financiamiento -o mejor dicho su escasez- es la clave de la viabilidad de la candidatura de Massa.
Informador Público (11/6/15)
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