domingo, 8 de noviembre de 2015

El barrilete cósmico de la locura K.

Cristina volvió a encabezar un acto con Daniel Scioli, a quien dejó muy mal parado. En una suerte de delirio místico, la presidenta recordó a Néstor Kirchner, intentó negar su bipolaridad y profundizó la campaña del miedo
¿Saben dónde está él (por Néstor Kirchner Allá arriba, por el Arsat I y el Arsat II). Él está ahí como una suerte de barrilete cósmico”. Esta fue una de las frases más preocupantes que pronunció la presidenta Cristina Kirchner que ayer, decididamente, demostró que está haciendo todo lo que está a su alcance para que pierda Daniel Scioli en el balotaje del 22 de noviembre.
Fue un discurso que mezcló soberbia extrema y una suerte de delirio místico, algo característico de una presidenta que se está quedando cada vez más sola. A medida que se acerca el 10 de diciembre, a CFK el poder se le está desvaneciendo como si fuese arena corriendo entre los dedos.  Pero, lejos de entender y resignarse a esa realidad, la primera mandataria se aferra a la afiebrada idea de que seguirá siendo una protagonista principal en el escenario político luego de ceder el bastón de mando y la banda presidencial. Pareciera estar convencida de que los millones de compatriotas condenados a la pobreza por sus políticas económicas, a los que luego intentó cooptar con las formas más infames del clientelismo político, la consideran una líder y por ende, ante un escenario de caos social que pueda hacer caer al próximo gobierno, la irán a buscar para volver a conducir los destinos del país. Se trata de un pensamiento enfermizo, propio de una mandataria extremadamente narcisista y bipolar, una patología que ha sido confirmada por diversas investigaciones periodísticas.
“Nunca más gritemos 'que se vayan todos', porque nos vamos a quedar todos los que estamos y todos los que somos”, sostuvo la primera mandataria. 
El plan de CFK necesita que Scioli pierda, algo de lo que evidentemente el mandatario bonaerense no quiere o no puede darse por aludido. De lo contrario no se explica el motivo de su presencia en el acto de ayer, donde fue nuevamente ninguneado, quedando como una suerte de convidado de piedra. La primera mandataria ni siquiera lo mencionó en su discurso. Scioli sólo quedó retratado en una serie de fotos donde, además, apareció uno de los personajes más piantavotos de la política nacional: Aníbal “La Morsa” Fernández.  
Eso no es todo. En su discurso, CFK se empeñó en profundizar la denominada “campaña del miedo” que consiste, básicamente, en intentar hacerle creer a la ciudadanía que si gana Macri sobrevendrá una suerte de apocalipsis, una burda maniobra que nadie en su sano juicio puede tomar en serio. De hecho, en la oposición, está respondiendo con un arma letal: el humor. En el epílogo de su estadía en el poder, los kirchneristas están siendo ridiculizados como nunca antes. 
"No estamos haciendo campaña sucia. Estamos haciendo campaña limpia y transparente para que la gente sepa lo que quiere para el país", dijo CFK. No se le creyó ni ella. Acto seguido hizo un nuevo intento en victimizarse: “Campaña sucia, campaña cloaca, es la que sufre todos los días esta presidenta". Y luego agregó: "lo lamento pero no soy bipolar". Difícil creerle a una presidenta que alguna vez llegó a decir públicamente que se sentía como “la reencarnación de una arquitecta egipcia” y que hasta atribuyó su fortuna  personal al hecho de haber sido “una abogada exitosa”, cuando nadie recuerda que haya ejercido la profesión.  
Tan mentiroso fue el discurso de la presidenta que, inmediatamente después de decir que no hacía campaña sucia hizo mostrar video contra Macri y hasta lo comparó con Fernando de la Rúa, el presidente radical que tuvo que huir en helicóptero en medio de la peor crisis social y económica de la historia argentina. En definitiva, Cristina optó por dejar el poder de la peor forma.
Mentiras con formato de radar
Una de las tantas mentiras que pronunció la presidenta fue afirmar que el norte argentino "está radarizado" para combatir al narcotráfico. Sólo basta con ubicarse en cualquier paso limítrofe para dar cuenta que las fronteras, en nuestro país, son verdaderos coladores, sin ningún tipo de custodia. Los gendarmes que deberían estar cuidando las fronteras fueron trasladados masivamente al Conurbano y, además, todos los especialistas advierten que las pistas clandestinas, que utilizan los narcos para ingresar los estupefacientes, han crecido a niveles alarmantes durante la mal llamada década ganada. Ya se cuentan de a miles.
En su discurso, la Presidenta también cuestionó a la Corte Suprema, que hace días creó una comisión para luchar contra ese flagelo. "Sería hora que en lugar de dar lecciones desde el bronce, algunos miembros de otros poderes digan lo que están haciendo en la lucha contra el narcotráfico y por la seguridad de todos los argentinos, nosotros estamos aquí mostrando y dando testimonio".
¿En qué consiste el testimonio K? Quizá se refiera al hecho de que la Argentina es un país con grandes partes de su territorio en manos de cárteles narcos. Hasta la llegada de los Kirchner al poder, nuestro un país era un territorio de paso de los mercaderes de la muerte: ahora se ha convertido en un centro de producción y exportación de estupefacientes a gran escala. Y es imposible que esto haya sucedido sin el consentimiento del poder político. No por casualidad, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, que ayer acompañó a CFK, fue denunciado por su vinculación con el Triple Crimen de General Rodríguez y la mafia de la efedrina.


Hoy en la Noticia (edición del 8 de nov. 2015)

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