domingo, 17 de enero de 2016

No es fácil pero es posible: Separar el PJ del FpV


El Frente para la Victoria siempre fue una confluencia, por diferentes motivos, del peronismo kirchnerista y el kirchnerismo no peronista. ¿Podría sobrevivir semejante mezcla de hierro y barro o agua y aceite luego de Cristina Fernández de Kirchner?

Hasta ella, cuando aún era Presidente, supo el final y por eso le concedió tanto poder a La Cámpora, a cargo del kirchnerismo no peronista. Por lo tanto, Mauricio Macri sólo debe hacer, en lo deseable, más política que exhibición de billetera.
¿Sólo billetera mata galán? ¿O la billetera es una de las herramientas posibles para matar galán? Es una cuestión que debe resolver Mauricio Macri. Por ahora, él exhibe más billetera que otro atractivo aunque debería explorar al respecto para que no resulte tan oneroso algo que es inevitable: la reducción del Frente para la Victoria al kirchnerismo no peronista, que a su vez puede ser licuado en varios fragmentos. En fin, aquí algunos apuntes sobre la disección posible:
 Mariano Spezzapria en el diario platense El Día:
 "(...) Hasta ahora -dicen en el Gobierno- los datos “son auspiciosos”. Se refieren a la votación dividida del Frente para la Victoria en la Cámara de Diputados provincial. La posición más intransigente, que encarnaba la Cámpora, quedó en minoría dentro del propio bloque del FpV. Si bien no se produjo una fractura formal, todo indica que la grieta interna no se podrá soldar así nomás.
Esa votación, que debilitó al camporista José Ottavis, se convirtió, para la administración nacional, en un dato de gran relevancia frente al panorama que deberá enfrentar en el Congreso. Pero no es el único. Anotan otras señales que consideran “auspiciosas”; algunas más importantes que otras.
No pasaron inadvertidas, por ejemplo, las visitas, esta semana, de Alicia Kirchner y de Miguel Angel Pichetto a la Casa Rosada. Los dos se reunieron con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, por las urgencias de sus provincias. La cuñada de la ex Presidenta se ha encontrado en la gobernación de Santa Cruz con las finanzas exhaustas. Y sabe que no podrá encaminar las cosas sin auxilio de la Nación. No es mucho mejor la situación de Río Negro, que llevó al jefe de la bancada kirchnerista del Senado (Pichetto) a acompañar a la Rosada al gobernador de su provincia.
No fueron -es cierto- visitas de cortesía. Pero marcan una necesidad de diálogo que favorece al Gobierno y que, seguramente, tendrá su impacto en las negociaciones legislativas.
Otra vez, la Provincia fue un botón de muestra. Los que reaccionaron más rápido, después de que el bloque del FpV dejara a Vidal sin presupuesto en una primera instancia, fueron los intendentes de esa propia fuerza. “Nosotros somos los que tenemos que gobernar y necesitamos el auxilio de la Provincia”, les dijeron -palabras más, palabras menos- los jefes comunales del PJ a los diputados de su partido. Y fueron los que abrieron el cauce para una negociación que terminó, este jueves, con la aprobación del Presupuesto y el endeudamiento.
Por supuesto, en “Cambiemos” también habían celebrado el asado al que invitó Massa en Pinamar como primer paso de un reordenamiento en el PJ. Allí estuvo Juan Manuel Urtubey, pero también fue Diego Bossio, para incomodidad y enojo de La Cámpora. Aquella presencia ya había abierto una grieta antes de la división en la Legislatura bonaerense
Hay otras señales de las que también toma nota la Casa Rosada. No hubo un solo gobernador peronista, ni tampoco un legislador destacado de esa fuerza, que se sumaran a los módicos revuelos que armó el ultrakirchnerismo por el desplazamiento de Sabatella o por la rescisión del contrato de una radio privada al relator Víctor Hugo Morales. (...)".
Héctor Ghiretti, profesor de Filosofía Social y Política, en el diario mendocino Los Andes:
"(...) No todas las culturas políticas tienen a la Plaza de Mayo y las concentraciones de masas como elemento relevante. (...)
Ya con el advenimiento de la política espectáculo es progresivamente desactivada como símbolo. Recupera centralidad simbólica en la Navidad triste de 2001. Con el cristinismo se la “coreografea”, se la produce como espectáculo, libre de toda espontaneidad y autoconvocatoria (eso queda confinado a los patios de la Casa Rosada: es “la masa de los íntimos”). Son concentraciones controladas, armadas con libreto. En tiempos de la aplanadora política K las marchas sirvieron para dar voz al descontento ciudadano.
Sería interesante saber si se ha estudiado la composición social de las manifestaciones K: el arreo de ganado humano del Conurbano y el Interior podría ser -en las dimensiones que han querido darle- una leyenda urbana antiK. Más parece el playground temático de la nostálgica burguesía progre de Capital Federal.
El kirchnerismo, que inspira las movilizaciones, ha dejado el poder: hay que descartar una funcionalidad legitimante. En todo caso se valida como facción opositora.
Por otra parte, es sabido que todo gobierno que asume despierta expectativas de regeneración y prosperidad en la ciudadanía. Durante los primeros meses la insatisfacción y las críticas se suspenden.
Solo un mal tipo -o un idiota- puede desear que al actual gobierno le vaya mal, más allá de los desacuerdos (quienes fuimos críticos del kirchnerismo desde el principio también deseamos que a Kirchner y a Cristina les fuera bien y tuvieran un gobierno pleno de aciertos). 
Hoy, las movilizaciones del kirchnerismo no representan otra cosa que el descontento de una parte de la facción derrotada y nada más.
Por lo tanto apenas tienen la función de cohesionar a los militantes en fase de desbande: disciplina interna, orden cerrado. Muchas veces las exhibiciones de fuerza tienen el efecto contrario: son -precisamente- muestras de debilidad.
(...) Máximo Kirchner explica que las movilizaciones expresan el “poder territorial” de Cristina, como si ese poder consistiera, en pleno siglo XXI, en otra cosa que no fueran el control de estructuras, votos, recursos y cargos.
El kirchnerismo militante mantiene la consigna de “ganar la calle” (complementario a “la plaza es nuestra”) lo cual tiene al menos para mí una memoria emotiva sumamente negativa: es el lenguaje de las organizaciones independentistas paramilitares/filoterroristas en País Vasco: fascismo de izquierda (o sea, fascismo a secas).
El discurso grandilocuente de las marchas y movilizaciones K contrasta con su modesta funcionalidad real: evitar o por lo menos retrasar la disolución. Es difícil saber cómo evolucionen los acontecimientos, si estas convocatorias conseguirán catalizar el descontento o consolidar el liderazgo de la oposición. (...)".
Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:
"(...) Durante el receso del Congreso, el macrismo intenta articular un sistema de alianza con diferentes bloques para presentar un frente más o menos consistente cuando las sesiones se reabran, presumiblemente, en febrero. El Frente Progresista poseerá desde marzo 8 diputados. 4 pertenecen al socialismo. Casi oro para las necesidades del PRO. Las conversaciones venían encarriladas: Lifschtiz avaló al titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, para la designación de Pablo Tonelli, de Cambiemos, como integrante del Consejo de la Magistratura. El FpV impugnó por irregular tal nombramiento y obtuvo un amparo de la Justicia. Esa inicial buena onda con los socialistas santafesinos quedó ahora interferida.
Massa prestó su colaboración para la aprobación del Presupuesto en Buenos Aires. Aunque no ofrecería todavía similares certezas a nivel nacional. El líder del FR bascula entre el peronismo no K y el oficialismo. Pero deja hacer a sus legisladores. La diputada Graciela Camaño empuja una sesión extraordinaria de la Cámara para discutir la política del Gobierno de prescindencia de ñoquis en el Estado. Sobre todo, la limpieza de Gabriela Michetti en el Senado y las cesantías en la intendencia de La Plata, que derivaron en incidentes y represión. La campaña habría quedado lejos. Massa hizo de la eliminación de esos ñoquis y de los militantes de La Cámpora uno de sus caballitos de batalla.
Si eso sucede con los aliados potenciales, ¿qué podría esperar el macrismo de los kirchneristas? Depende dónde. Miguel Angel Pichetto, jefe del bloque del FpV en el Senado, respaldó aquella decisión de la vicepresidenta. Aunque soportó temblores internos. Ahora negocia con Monzó la integración de la Comisión Bicameral de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), con los cuales viene gobernando Macri desde su asunción. En ese recorrido abundaron los desencuentros. Sobre todo, cuando Elisa Carrió desautorizó la elección del ex titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, para la AGN (Auditoría General de la Nación). La valla fue sorteada y se habría abierto una puerta para un eventual acuerdo: que la Bicameral sea presidida, en períodos alternados, entre un macrista y un kirchnerista.
En Diputados, en cambio, el horizonte asoma cargado de nubarrones. Héctor Recalde, el jefe del bloque del FpV, es un soldado de Cristina. Allí se avecina una resistencia inclaudicable contra el macrismo. Algo más. Los camporistas dispararon dos denuncias penales contra Monzó por supuesto abuso de autoridad. El jefe de la Cámara de Diputados despachó su correo: “El día que quieran hablar sobre política, diríjanse directamente a mi abogado”, aconsejó.
 Cristina va regresando de a poco. Aglutina al kirchnerismo y tantea a un PJ proclive a la dispersión. No esperó los primeros cien días prometidos para opinar sobre el gobierno de Macri. Ya divulgó las primeras críticas. Su ordenanza, Oscar Parrilli, demanda a empresarios la donación de mobiliario para la oficina que ocupará pronto la ex presidenta en la Ciudad. Está en el barrio de Congreso. No se trata de ningún azar: allí dará la batalla del presente, pensando en su futuro."
Eugenio Paillet en La Nueva Provincia, de Bahía Blanca:
 "(...) Salta a la vista que Macri está logrando dividir al peronismo.
 No se puede afirmar que lo está “quebrando” de manera elocuente. Pero al menos ya ha provocado un hecho palpable que es el aislamiento de Cristina y de su fuerza de choque, La Cámpora. Basta con mirar la escena: desde que ella ordenó una guerra sin cuartel apenas desembarcó en El Calafate, sus pibes se han convertido en una fuerza casi testimonial, vocingleros de plazas barriales obligados a escuchar las estrambóticas peroratas de Kicillof o de Moreno.
Macri va construyendo poder, paradójicamente, de la mano del otro peronismo. De la mano de Gioja, Urtubey, Massa, Bossio, Pichetto, De la Sota, la mayoría de los gobernadores y, hasta en una de esas, de la mismísima Alicia Kichner, que ahora protesta delante de Rogelio Frigerio que le dejaron una Santa Cruz “quebrada e incendiada”. ¿Mensaje para su cuñada, que junto a su esposo fueron los patrones de esa estancia durante el último cuarto de siglo? Alicia no lo dice en público, pero se hizo entender durante su diálogo con el ministro del Interior.
Hay una línea de acción que los convoca a todos esos peronistas no cristinistas que es lo que le está generando aquel beneficio al Presidente. Ninguno de ellos quiere saber más nada con Cristina ni con La Cámpora. Los quieren hacer pasar a la historia sin más trámite. Son los que planean la nueva renovación, que en hechos concretos se traduce en el acompañamiento, critico pero acompañamiento al fin, que han resuelto hacer de la gestión del actual gobierno. Nadie promete un camino de rosas y ya aparecerán las primeras trifulcas cuando se ponga en marcha el Congreso el 1 de marzo.
Pero ahora mismo hay un gesto en esa dirección, que es el acompañamiento a María Eugenia Vidal para que tenga su presupuesto. Lo dijo el Chino Navarro: “No hay ruptura, pero estamos comprometidos con nuestra responsabilidad de garantizar la gobernabilidad”.


Urgente24.com (17/1/16)

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