miércoles, 27 de julio de 2016

¿Es el islam un peligro para Occidente?

por Arturo García 

Políticas de natalidad, mezquitas, imanes radicales y yihadismo. ¿Qué se esconde detrás del proceso de islamización de Europa? ¿Cuál es el papel de países como Arabia Saudí o Qatar?

Europa vive un proceso de cambio. La crisis generada por la victoria del brexit en Reino Unido ha puesto en evidencia las fallas de las políticas de la UE y su inoperancia en muchos sectores, especialmente en materia migratoria. Occidente está cambiando y uno de los factores clave para entender este proceso es la llegada masiva de musulmanes a Europa.
A pesar de que Angela Merkel reclamó volver a las raíces cristianas de Europa en el mes de octubre, las decisiones de la canciller van en sentido contrario y, en muchas ciudades, los cristianos son clara minoría. El flujo de refugiados ha evidenciado la difícil convivencia con los musulmanes más radicales y numerosas ONGs han denunciado la situación de las minorías en el viaje por la ruta de los Balcanes.
De hecho, las autoridades alemanas se vieron obligadas a separar a los refugiados según la religión que profesasen para evitar casos como el de una familia cristiana acogida en un centro de Frisinga, en Baviera, cuyo padre reconoció a las cámaras de la Bayerischer Rundfunk haber recibido golpes y amenazas por parte de extremistas islámicos sirios.
El último vídeo difundido por los medios de comunicación, aunque data de 2013, muestra a un musulmán radical amenazando a un religiosa al grito de “te voy a cortar la cabeza”. El islamista no se detiene ni con los micrófonos delante, ante la mirada estupefacta de los espectadores y el resto de viandantes que transitaban la plaza.
Políticas de natalidad
Una de las claves para entender la expansión del islam en Occidente son las políticas de natalidad seguidas en los países donde esta religión es mayoritaria y los bajos índices registrados en Europa durante los últimos años. Según un informe del Pew Research Center, los musulmanes representarán en 2030 el 26.4% de la población mundial.
Y es que mientras los ‘no-musulmanes’ crecen entre el 0.9% y el 0.6%, los musulmanes lo hacen al 1.7%. Si bien se prevé que la población mundial crezca un 35% en las próximas décadas, se espera que el número de musulmanes aumente en un 73% – de 1,6 millones en 2010 a 2.8 millones en 2050-.
Más de un tercio de los musulmanes se concentran en África y Oriente Medio, regiones con altas perspectivas de crecimiento. Pero incluso dentro de estas zonas, la proyección musulmana es mucho más rápida que la media. Por ejemplo, los musulmanes de África subsahariana tienen una fertilidad más elevada que la población general de la región.
Así afectan estos datos a Europa
Vamos a ejemplo concretos. En Reino Unido, el nombre de Mohamed ha desbancado a nombres tradicionales británicos y es ya el más común entre los varones recién nacidos en el país. La firma Baby Centre analizó los nombres más populares y confirmó que Oliver y Jack han perdido su tradicional trono. Mohamed, escrito de diferentes formas, es ya el más utilizado, lo que da cuenta del peso migratorio de la ciudadanía.
Londres se ha convertido en una de las ciudades más multiculturales de Europa y la población musulmana ha creado auténticos guetos en barrios como Newham y Tower Hamlets, donde el verdadero poder está en manos del consejo de la Sharia Islámica de Leyton. El este de la capital británica se ha transformado en una suerte de califato que tiene sus propias leyes, sus propias escuelas, sus propios líderes y sus propios templos. Todos ellos, vinculados o controlados por grupos radicales como el Islamic Forum of Europe (IFE). Creada por Jamaat-e-Islami Chowdhury Mueen-Uddin, condenado a muerte en noviembre de 2013 por el Tribunal de Crímenes de Guerra de Bangladés, la organización extremista tiene un objetivo: imponer un ‘califato’ en Europa.
Allí los más jóvenes pueden vivir sin hablar inglés y sin relacionarse con personas que no sean musulmanas. Esas calles crean el caldo de cultivo ideal para los radicales, para que los imanes hagan el trabajo sucio a los terroristas en las mezquitas, desde donde se organizan recolectas de dinero para financiar la yihad. Las escuelas coránicas sirven para adoctrinar a los más pequeños, todo ello financiado por el contribuyente británico.
Francia y Alemania, dos países de tradición católica, han visto como el crecimiento del islam ha provocado la proliferación de mezquitas que se ubican en antiguas iglesias. Durante el último año se cerraron en Alemania seis iglesias en Duisburg, una de las ciudades con más musulmanes. Pero no solo se cierran templos católicos, también les sucede lo mismo a los protestantes que han sido convertidos en mezquitas.
En los últimos doce años, en Alemania se han cerrado más de 400 iglesias católicas  y más de 100 protestantes. Sin embargo, hay unas 200 mezquitas (incluyendo más de 40 mega-mezquitas), 2.600 salas de oración musulmanas y una innumerable cantidad de mezquitas no oficiales. Además de estar en construcción 128 mezquitas más.
En Francia se están construyendo unas 150 mezquitas, lo que refleja la gran cantidad de población musulmana que ha llegado al país.
El caso de Bélgica
Los atentados terroristas en París y Bruselas -y el último en Niza- han alterado la tranquilidad belga y han puesto de manifiesto la inoperancia de las autoridades frente al adoctrinamiento que se produce en los barrios de Bruselas, desde donde han partido varias células terroristas que, con mayor o menos suerte, han tratado de atacar los cimientos europeos. El barrio de Molenbeek y la presencia de Salah Abdeslam, el terrorista más buscado del mundo durante meses, han demostrado que las Fuerzas de Seguridad son incapaces de controlar a los más radicales.
Este barrio es la meca del islamismo radical en Europa. Si antes hablábamos de la peligrosa deriva de ciertas zonas de Londres, en Bruselas esto ya es una realidad palpable. Basta con darse una vuelta por Molenbeek para entender que allí todo es diferente, que el poder está en manos de los imanes radicales que han abandonado las principales mezquitas para endurecer su discurso en lugares de rezo clandestino.
Viven cerca de 100.000 personas, principalmente, turcos y marroquíes de segunda generación. Allí se ubican hasta 22 mezquitas de distinto tamaño. De ahí, que cada día, cinco veces, en las calles de este barrio se escuche la llamada a la oración. Muchos de los letreros de las tiendas están en árabe, los carniceros venden exclusivamente halal, hay un mercado abierto al estilo de zoco y el velo integral se usa de forma rutinaria.
Un informe del sociólogo Jan Hertogen sobre la población de Bruselas determinó que en 2020 la ciudad alcanzaría 1.2 millones de habitantes, de los cuales solamente del 20 al 30 por ciento serán belgas de origen, mientras que un 50 por ciento serán de origen musulmán y el 30 por ciento extranjeros.
A pesar de que las autoridades belgas creen que la población islámica sigue un proceso de laicización, el pasado 24 de diciembre, por ejemplo, fue declarado por primera vez como día lectivo a todos los efectos para todas las escuelas públicas de Bruselas. Las protestas hicieron retroceder al gobierno regional, finalmente concedió medio día de fiesta, pero sus intenciones quedaron claras.
¿Y España?
Durante el último año y medio, las operaciones contra el yihadismo y sus diferentes ramificaciones se han multiplicado. Los Cuerpos de Seguridad del Estado han desarticulado numerosas células yihadistas y puntos de captación de nuevos terroristas, especialmente en Cataluña, Madrid, Ceuta y Melilla. El autoproclamado Estado Islámico ha marcado la “recuperación de Al-Ándalus” como uno de los objetivos fundamentales de su política expansiva.
Más allá del terrorismo islamista, un problema reavivado en los últimos años, pero para nada nuevo en nuestro país, el número de musulmanes ha aumentado en 300.000 personas durante los últimos cinco años. España tiene 1.400 centros de oración y cuenta con casi dos millones de personas que profesan esta religión.
Según el Estudio Demográfico de la Población Musulmana elaborado por la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) y el Observatorio Andalusí, el número de musulmanes es de 1.887.906. Esto supone 29.497 más que en 2014, un crecimiento del 1,6 por ciento. Este aumento se consagra precisamente con los españoles que profesan la religión del Corán, bien sea porque han adquirido la nacionalidad o porque ya han nacido en España.
Arabia Saudí y Qatar, al frente de la financiación
Las grandes mezquitas occidentales tienen patrocinadores comunes, Arabia Saudí y Qatar, y ofrecen una imagen muy diferente al resto de pequeños centros de rezo que se reparten por las ciudades. El ejemplo perfecto es Madrid, donde la conocida como ‘mezquita de la M-30 es un lujoso complejo de más de 12.000 m2 y 6 plantas construidos íntegramente con dinero saudí. De hecho, el país árabe entregó unos 12 millones de euros para erigir un templo al wahabismo en España con muros de mármol, un enorme minarete y exposiciones acerca de la vida del profeta Mahoma.
La gestión del centro corre a cargo del país arábigo, que envía a su propio personal y enseña su doctrina de interpretar el islam. No es su única mezquita en España. Algunas de las más lujosas son la de Málaga, Fuengirola o Marbella, construidas por expreso deseo por el príncipe saudí Abdul Aziz Al-Saud.
Otro de los grandes mecenas islámicos en Occidente es Qatar, que en 2015 publicó un plan para abrir 150 mezquitas en España hasta 2020. La intención del Emirato era instalar los centros de oración en ciudades satélite de las grandes urbes, como Madrid o Barcelona, donde consideran que el ambiente es más propicio para su plan de expansión del islamismo.
Qatar ha sido acusado en numerosas ocasiones de financiar a los terroristas del Estado Islámico. En marzo de 2015, el responsable de la Secretaria de Terrorismo e Inteligencia financiera de Estados Unidos, David Cohen, hablaba del soporte de Qatar a miembros del Estado Islámico en Siria y denunciaba una legislación “demasiado permisiva” con determinadas donaciones de particulares a personas e instituciones relacionadas con el terrorismo.
La ONU y Arabia Saudí
Una de las noticias más sorprendentes del año fue la inclusión en la Comisión Defensora de los Derechos Humanos de la ONU de Arabia Saudí. La dictadura musulmana, que ha batido el régimen de ejecuciones públicas, aplica la sharia al mismo nivel que el Estado Islámico, pero cuenta con el respaldo de las élites internacionales.
De hecho, la ONU cedió ante Riad y eliminó al país de una “lista negra” que señalaba originalmente a la coalición árabe de Arabia Saudí que actúa en Yemen como responsable de ataques contra niños y la situaba en un informe junto a grupos terroristas y gobiernos acusados de esos mismos crímenes.
Células yihadistas en las mezquitas
No hay que viajar muy lejos para encontrar un centro de oración islámico propicio para la yihad. Basta con visitar la mezquita de la M-30, donde un grupo radical islamista recaudaba el dinero  y trataba de adoctrinar y captar a aquellos radicales con “futuro” como yihadistas.
El principal objetivo de este grupo radical islamista, que se constituyó en 2011 y que contaba con una vivienda en Santa Cruz de Pinares (Ávila) para sus reuniones, era la captación de potenciales “mártires”, especialmente en la mezquita de la M-30 pero también en otros centros, para enviarles a luchar a las filas del autoproclamado Estado Islámico.
Al menos cinco de los yihadistas captados por esta célula viajaron a Siria y hay constancia de que dos de ellos -Bilal El Helka y Abdellatif El Morabet- murieron en Alepo en 2012 en una acción terrorista de la organización Jabhat Al Nusra, facción de Al Qaeda.
Las leyes occidentales
Uno de los argumentos que esgrimen los partidos identitarios para rechazar la inmigración masiva es el nulo respeto que tienen por las leyes algunos de los recién llegado al país. En Alemania este principio se cumple, casi, a la perfección. Un estudio de la Universidad de Münster concluye que casi la mitad de los ciudadanos de origen turco que residen en Alemania considera más importante seguir los preceptos islámicos que las leyes del país.
La encuesta, realizada por el instituto demoscópico Emnid, revela que el 47 % de las personas con raíces turcas que residen en Alemania (un colectivo de cerca de tres millones) cree que la observancia de los mandamientos de su religión es más importante que las leyes del Estado en el que viven.
Entre los inmigrantes turcos de primera generación, el porcentaje se sitúa en el 57 %, mientras que en los de segunda y tercera generación -sus hijos y sus nietos nacidos en su mayoría ya en Alemania-, desciende hasta el 36 %.
Preeminencia islamista
Los últimos atentados yihadistas en suelo europeo han evidenciado el cambio de tendencia que durante los últimos 40 años se ha producido en todo el mundo. En Europa, el terrorismo nunca ha dejado de estar presente, pero los islamistas radicales han tomado el lugar que antes ocupaba el IRA en Reino Unido o ETA en España. Las cifras son, cuanto menos, alarmantes.
Desde 1970, los terroristas islámicos han llevado a cabo 7.860 ataques con un total de 35.152 víctimas mortales y más de 50.000 heridos. El punto cumbre llegó el 11 de septiembre de 2001 cuando Bin Laden atacó Nueva York y Washington asesinando a más de 3.000 personas.
El segundo lugar en la lista es para el comunismo que, antes y después la caída del Muro de Berlín, ha realizado más de 19.000 ataques que han dejado 39.000 muertos y 23.000 heridos. Los crímenes por independentismo, 4.587 muertos y 13.539 heridos, ocupan el tercer lugar.
Los ataques de fanáticos de otras religiones, sin embargo, se cifran en 236 desde 1970, provocando 2.683 muertos y más de 6.000 heridos.


Gaceta.es (26 julio, 2016)


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