viernes, 22 de julio de 2016

No doblaré la espalda (carta de un amigo francés)



por Santiago Muzio de Place
No. No doblaré la espalda. Como el orgulloso Sicambro[1], cuento con librar el combate.

Estoy solo; como tú, como todos, frente a la invasión a la que estamos sometidos.

Yo no soy Hebdo, no soy Charlie, no soy Niza. Mi corazón sangra delante de los muertos, pero no me hundiré en el pathos sentimental que consiste en compartir eslóganes tan vacíos como nuestra sociedad castrada por las redes sociales.
Ni iré a sentarme a un café para hacer una “resistencia” de pacotilla. Me resisto a seguir las consignas dadas por los responsables de la tragedia que se desarrolla, por medio de diferentes actos, delante de nuestros ojos.
Somos atacados en nuestros cuerpos, pero más aún en nuestras almas.
Esto comenzó como un hecho cualquiera. Primero, unos desequilibrados y perturbados que odiaban la vida occidental. Luego, unos cuantos lobos solitarios y, finalmente… los lobos se convirtieron en jauría comandadas por el extranjero. “Lame la mano que no puedes morder”, enseña un proverbio árabe. Después de haber lamido, mordieron tan fuerte que llegaron hasta el hueso.
La negación de la realidad en la que viven los políticos está llegando a su fin. El virus de lo políticamente correcto, inoculó científicamente a nuestra sociedad por los comunicadores oficiales y oficiosos; pero está a punto de ser extirpado.
La verdad siempre vuelve galopando. No podemos seguir velando nuestros ojos. La realidad, que fue negada, se impone hoy. No todos los musulmanes son terroristas, pero todos los terroristas son musulmanes. Hay una diferencia ontológica entre el Islam y el saber vivir occidental. Poitiers, Covadonga, Lepanto y Viena están allí para recordarlo.
Nos estamos acercando al fin; un final que no será muy hermoso para ver. ¿Cuántos muertos habrá que llorar aún antes de decidirse a expulsar el Islam fuera de Francia? Y yo digo bien: el Islam y no sólo los islamistas, que simplemente están aplicándolo al campo de batalla para conducirnos al Dar-al-Islam[2], es decir, al campo de la sumisión.
Rechazo la sumisión de la inteligencia y lucharé para seguir viviendo en Roma como un romano.



 [1] Tribu germana de la cual se cree que provenían los antiguos francos.

[2] Nombre utilizado para designar al conjunto de las tierras controladas por gobiernos musulmanes.



Pintura: Bautismo de Clodoveo, rey de los francos

JUL 22/2016
Publicado por quenotelacuenten

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