Por Agustín Laje
El maniqueísmo y la política han guardado siempre un estrecho vínculo.
Y es que tal vez no exista mayor muestra de la magnitud de un poder hegemónico que su capacidad para determinar, de modo tajante, certero e inexorable para todos, aquello que se encuentra dentro de la dimensión del “bien” respecto de aquello otro que ocupa el lugar del “mal”.
Valga este comentario inicial para advertir que el maniqueísmo, llevado al terreno de las personalidades políticas, se traduce en ángeles y demonios. Los unos, incuestionables, insospechables, incorruptibles; los otros, chivos expiatorios todo-terreno, depositarios de todo aquello que es maldito y perverso.
Hebe de Bonafini ha ocupado en esta lógica, relato de por medio, el lugar angelical de la historia. Hace algunas horas, tras el pedido de detención de Hebe después de que ésta faltara por segunda vez a su llamado a declarar en la causa Sueños Compartidos, los medios de comunicación, los políticos y los periodistas, se mostraron incapaces de pronunciar cualquier análisis sin antes cubrirse con una extensa introducción al estilo de “…no quiero desmerecer el trabajo por los Derechos Humanos de Hebe, pero…”, o “…entiendo el dolor de una madre que ha perdido a sus hijos, pero….”, o “…se trata de la más importante dirigente humanitaria del país, pero…”.
De esa manera se trata a los ángeles políticos. Nadie se anima a proferir juicios categóricos y sin rodeos, pues temen arrimarse al precipicio de las opiniones políticamente incorrectas.
Pero he aquí la única verdad de esta historia: Hebe de Bonafini no es un ángel, y no sólo debería comparecer penalmente por el desvío de más de 200 millones de pesos que su Fundación robó al Estado argentino, sino que merece, de una vez por todas y mucho más importante inclusive, un juicio moral que eche por tierra con la mitología derechohumanista de la cual se ha alimentado desde hace años.
Sería bueno comenzar diciendo la verdad sobre sus hijos: desaparecieron no por “tener barba y pelo largo”, sino por engrosar una organización terrorista y, con un FAL al hombro y habiendo recibido entrenamiento en Cuba a cargo de Manuel Piñeiro, lanzarse a combatir gobiernos constitucionales y de facto (a la guerrilla esto siempre le dio igual) para instalar el comunismo en nuestras tierras. Va de suyo que esto no justifica los métodos ilegales que se utilizaron para acabar con ellos, pero si vamos a hablar de historia, la contemos completa.
Digamos también otra verdad que se desprende de esta última: a Hebe los Derechos Humanos siempre le interesaron un comino. Lo que Hebe siempre ha querido es mantener vivas las ideas que portaron sus hijos desaparecidos que eran, por si hace falta aclarar, totalmente contrarias a los valores encarnados en los Derechos Humanos. Su diferencia y fragmentación con la “Línea Fundadora” de Madres de Plaza de Mayo tuvo como causa precisamente este hecho: la lucha para Hebe no era por los DDHH, sino por el comunismo.
Sólo así se pueden explicar muchas cosas que han protagonizado Hebe y su facción de Madres después de la vuelta de la democracia. Recordemos algunas.
En los años ´90, Hebe se dedicó a viajar con frecuencia a España para reunirse con gente de la organización terrorista ETA. Pocos años más tarde, en 2003, la líder de Madres de Plaza de Mayo le pedirá a Néstor Kirchner que no acepte el pedido de extradición del terrorista etarra José María Lariz Iriondo, escondido en Argentina, fugitivo de la justicia española, acusado de la voladura de un vehículo policial y tenencia de armas de guerra.
Por aquel entonces Hebe también tenía estrechos lazos con la guerrilla mexicana EZLN, liderada por el mítico “Subcomandante Marcos”. Sergio Schocklender ha contado que él y Hebe enviaban jóvenes izquierdistas argentinos a Chiapas, a aprender de las técnicas insurgentes que el EZLN desplegaba en ese territorio.
En Colombia, los vínculos se dieron tanto con el grupo terrorista Movimiento 19 de Abril (M-19) como con las FARC. A los campos clandestinos de estas últimas también enviaron jóvenes argentinos, según posteriores confesiones de Schocklender. Asimismo, en la Universidad Popular de las Madres, las FARC fueron tema de estudio desde el año 2001 en cursos que muchas veces fueron dictados por miembros de la mismísima guerrilla colombiana. El 25 de marzo de 2005, Hebe y las Madres organizaron un acto público en homenaje a los cuarenta años de la creación del grupo narcoterrorista. Vale agregar que cuando cayó el líder guerrillero Raúl Reyes y su computadora fue capturada, en ésta se encontraron e-mails donde se menciona a Hebe y se la vincula con transferencias de dinero.
Pero Hebe no sólo admiraba a grupos terroristas hispanoamericanos. También se embelesó con Al-Qaeda cuando éste derribó las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, y Bonafini reconoció públicamente haber tomado la noticia con mucha algarabía y haber festejado “brindando con champagne” por la muerte de 3.000 seres humanos inocentes. Vale agregar que la suya no fue una opinión aislada: docentes de la Universidad de las Madres también anunciaron su alegría, como David Viñas y Zito Lema.
¿Y para qué abundar en la conocida amistad y admiración que Hebe ha tenido para con dictadores de izquierda como Fidel Castro? Imposible no recordar que cuando éste cumplió 80 años, Bonafini lo calificó en carta pública como “el mejor hombre de los últimos siglos”; ese mismo hombre sobre el que pesan innumerables causas de violaciones a los derechos humanos y delitos de lesa humanidad.
Hebe de Bonafini, con sus actos y con sus dichos, ha dejado claro que su interés no son los Derechos Humanos, sino propagación de una determinada ideología. Es momento que asumamos como sociedad que el ángel que creíamos tener en frente distó en mucho de ser tal cosa. Llegó el momento de que Hebe tenga su juicio moral.
Prensa Republicana (5/8/16)
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