lunes, 3 de octubre de 2016

Estados Unidos: La demanda de exorcismos aumenta mientras que la fe cristiana desciende.

por Philip Kosloski
Los exorcistas citan como causas al vacío espiritual, el fracaso en el sistema de salud mental y el aumento en las actividades paganas y demoníacas.
Tras la noticia reciente del fallecimiento del padre Gabriele Amorth, famoso exorcista italiano, y el también reciente estreno de la nueva miniserie de Fox, El exorcista, el rito católico del exorcismo está de nuevo bajo el foco de la prensa. A menudo ha sido considerado un servicio de oración presente sólo en las películas, pero el rito del exorcismo es algo que los ciudadanos estadounidenses cada vez solicitan más de los sacerdotes, ante la creencia de que el mal se ha infiltrado en sus vidas y que necesitan ser rescatados.
Según un artículo publicado recientemente en The Telegraph, “el número de sacerdotes exorcistas oficiales [en EE.UU.] ha pasado a ser más de cuatro veces mayor, de 12 a 50” en los últimos 10 años. El padre Gary Thomas y el padre Vincent Lampert, ambos exorcistas en EE.UU., opinan que hay varios factores que han influido en el aumento de peticiones de exorcismos.
El padre Lampert afirmó que muchas personas le contactaron con historias del tipo: “Estábamos jugando con una tabla de ouija y de repente nuestro amigo empezó a hablar en un idioma extraño que no entendíamos. Y empezaron a pasar cosas raras, se movían objetos en la casa”. La mitad de las peticiones de exorcismos vienen de no católicos y, según explica el padre Lampert, “únicamente una de cada 5.000 peticiones es de alguien que sufre una posesión demoniaca completa”. La mayoría de los casos están relacionados con las variadas formas en que un demonio puede hostigar a alguien.
El padre Thomas también recibe abundantes peticiones de exorcismos, aunque su labor de pastor es a tiempo completo.
“Puedo practicar uno o dos exorcismos a la semana por adhesión demoniaca (en oposición a una posesión completa). Hay personas que pueden ser bastante funcionales pero que, una vez entran en un entorno sagrado, como una iglesia, o participan de algunos elementos de la vida parroquial, empiezan a expresar la manifestación o se muestran enfermos o expresan otro tipo de señales de que hay algo que no va bien. Es mi labor y la de mi equipo el discernir qué sucede. ¿Es algo psicológico?”.
El proceso para discernir si es o no un demonio el que aflige a una persona puede ser a veces un camino largo, que en ocasiones se alarga hasta meses de reuniones personales. Un sacerdote nunca está solo en este discernimiento y habitualmente busca la ayuda de profesionales autorizados capaces de descartar o confirmar posibles enfermedades mentales. Lo peliagudo del asunto es que el diablo también puede influir sobre la salud de una persona, haciéndola enfermar sobre todo cuando busca la ayuda de un sacerdote. Sea cual sea el caso, la solución rara vez llega de forma instantánea. Tal y como dice el padre Thomas: “No hago exorcismos por encargo”.
Después de mucha oración y discernimiento, un exorcista determinará el método de actuación que debería aplicarse y aconsejará a la persona afectada que permanezca en constante oración y que recurra a los sacramentos de la Iglesia.
Tanto el padre Thomas como el padre Lampert admitieron que nunca sienten temor cuando practican exorcismos, ya que Dios les llamó a este ministerio y creen firmemente en la gracia del Altísimo. El diablo, aunque pueda parecer fuerte, no puede forzar su entrada en la vida de una persona. Cada uno debe elegir libremente abrir una puerta al mal, así que los exorcistas están seguros de que el diablo no tiene poder alguno sobre ellos. Antes de realizar el rito, los sacerdotes deben confesarse primero y tener un alma limpia con la que combatir las artimañas del diablo. Aunque el poder del exorcismo es parte de la ordenación sacerdotal, la mayoría de las diócesis exigen que un sacerdote sea autorizado por el obispo para emprender este ministerio.
Papas recientes han apoyado este ministerio de la Iglesia y el mismo papa Francisco no vacila en decir: “Pero ¡miren que el diablo existe! El diablo existe… ¡también en el siglo XXI! Y no debemos ser ingenuos, ¿eh? Debemos aprender del Evangelio cómo se hace para luchar contra Satán”.


Aleteia (2/10/16)

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