Sugestiva compra de Argentina a Israel.
Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Israel no tiene ríos. Pero los israelíes desarrollaron la industria sofisticada como para construir lanchas artilladas, preparadas con cañones Typhoon, aderezadas con ametralladoras. Para que la Prefectura Argentina persiga narcotraficantes en el Paraná.
En efecto, sin provocar asombro, en el Boletín Oficial se publicó la sugestiva operación de compra. Cuatro lanchas de clase Shaldag, equipadas con la tecnología para la disuasión; o la destrucción. Por 80 millones de dólares.
Sin reparos, ya se abonó el 40%, o probablemente el 50. La primera lanchita diplomática recién estará en nuestro río dentro de 22 meses. Poco antes que Mauricio Macri, Presidente del Tercer Gobierno Radical, “corte el pan dulce” de la navidad de 2018.
Es de esperar que para entonces la señora Patricia Bullrich, Ministro de Seguridad, no tenga ningún precipitado sucesor que se queje ante los medios por “la herencia recibida”.
Puestos fronterizos
Sin embargo antes, en agosto de 2017, y en el mismo paquete, estará instalado el primero de los cuatro puestos fronterizos. Casi similares al situado en la frontera entre Egipto e Israel, y que se controlan también desde una plácida sala rodeada de televisores, cabecera de Tel Aviv.
En siete meses, desde un despacho del ministerio de Gelly y Obes, Bullrich podrá auditar el paso de Aguas Blancas, en Orán, Salta, frontera con Bolivia (el diputado Olmedo de la campera amarilla suele mostrar videos con pasadores que se amontonan, cargados de paquetes que Gendarmería nunca alcanza a revisar).
Después vendrá el puesto de Salvador Mazza, también en Salta. Y el de La Quiaca, en Jujuy. Completa Puerto Iguazú, en Misiones. Con la tecnología que permite acercar las imágenes hasta el primer plano. Como si se tratara de la miniserie FAUDA, producto fílmico de Netflix.
La cuestión de los cuatro puestos fronterizos israelíes desvirtúa con anticipación uno de los cuestionamientos más sólidos que se le presentaban al negocio. Gastar 80 millones de dólares en la hidrovía fluvial (que por suerte supo enriquecer al señor Romero). Cuando llega a través del río sólo el 25% de la falopa (sea marihuana, diseño o cocaína).
Son datos divulgados, con sus mapas expresivos, por la investigadora Laura Etcharren, quien acostumbra anticiparse a los informes ministeriales.
“15% llega por aire, 25% por la hidrovía, y el 60% llega por tierra”, confirma.
Efectivamente, por esta razón, en el paquete por los 80 palos se encuentran los cuatro pasos fronterizos. Y la espera para capturarlos 200 kilómetros más adentro del territorio.
Lo confirma la Garganta que defiende la operación “de Estado a Estado”. Sistema que deja afuera a los lobbystas bienintencionados que pretendían llegar, de algún modo, al escritorio de la ministro. Al menos -según nuestras fuentes- alcanzar el teléfono celular del asediado marido, al que angustiaban con apelaciones.
Comisiones mitológicas
En la mesa de los argentinos informativamente iniciados, cuando se menciona la existencia de una compra semejante, la primera pregunta que siempre brota es “¿de quién es el negocio?”.
La segunda: “¿quiénes cobran las comisiones mitológicas?”.
Aunque descuentan, inexorablemente, que los protagonistas del operativo “están salvados”. Regla tácitamente indemostrable.
En principio, los iniciados dirigen la atención hacia el empresario Mario Montoto. Presidente de la Cámara de Comercio Argentina-Israelí. Editor de libros, y de la influyente revista DEF, especializada en las problemáticas de la Defensa y Seguridad. E importante proveedor de la mercadería respectiva.
Durante la década ganada, cuando la señora Nilda Garré era la ministro, según nuestras fuentes Montoto ni siquiera podía asomarse al ministerio. Derivaciones de rencores tóxicos, iniciados cuando se trataba de construir -no precisamente con la persuasión de la palabra- las bases de la revolución (socialista) nacional. Epopeya que culminaría con el General Videla y el Almirante Massera en el poder (el aviador Agosti aquí casi no cuenta). Y con miles de muertos que históricamente nunca se terminan de morir.
Pero en el tema estratégico de las lanchas diplomáticas, el empresario Montoto -según nuestras fuentes- no moja. Aunque haya acompañado, hacia Israel, a los gravitantes peregrinos que hoy manejan, con diferencias notorias, el Ministerio de Seguridad, por suerte desde edificios también distintos.
El primero en peregrinar hacia Tierra Santa fue Eugenio Burzaco, experimentado Secretario de Seguridad. La visita fue de tan alto nivel que espantó, según nuestras fuentes, a la señora Bullrich, que hasta emitió un comunicado al respecto.
Después peregrinó la propia Bullrich, invitada por la embajada de Israel. Fue un viaje tan preparado que incluyó hasta reuniones con la presencia del gravitante Montoto, quien con la adquisición diplomática de las lanchitas se queda apenas con el insuficiente mérito moral. Durante su gestión, al frente de la Cámara, se hizo la operación semejante. El acuerdo de Estado a Estado.
Entre la SIBAT –Israel Ministry of Defense- y el Ministerio de Seguridad.
Las Stolbizer del futuro
La cuestión que se vienen las Shaldag artilladas. Capacitadas para circular a 40 nudos, a 75 kilómetros por hora, con tal vez 15 prefectos artillados a bordo.
Aunque parezca mentira, aquí Argentina lanza una apuesta hacia el largo plazo. Pero con lícita seguridad se irrita la ministro Bullrich cuando trasciende que la operación pudo hacerse sólo como consecuencia de la sub-ejecución presupuestaria.
Es el fantasma de la mala praxis. Aqueja a diversos ministros perseguidos por la maldita sub-ejecución. No alcanzan a gastar el dinero que tienen asignado en el presupuesto para utilizar.
Para los profanos, es exclusivamente por ineptitud. O por algo peor: nadie quiere “poner al gancho” por temor a Las Stolbizer del futuro.
En algunos ámbitos (Salud, Educación, especialmente Seguridad), no gastar lo que el Estado proporciona es un crimen estético.
Pero los ministros -confidencialmente- se quejan. Sub-ejecutan porque “desde arriba” no les liberan las cuotas presupuestarias.
Ahora se culpa, con facilidad, a Prat Gay. Pero porque se fue. Pocos se atreven a reprocharle a la dupla Quintana-Lopetegui. Y menos a hacerle planteos a Marcos Peña, El Premier.
Los conocedores de la artesanía presupuestaria del Estado aseguran que “no mandar lo que corresponde es una estrategia para reducir el déficit fiscal” (calvario que ostensiblemente le preocupa al economista Javier Milei).
O se trata de un hábil recurso para legitimar, sobre el final, un gran negocio. Y destaparse, con lo que sobre, con una compra fabulosa. Para emprolijarla después, con un competente secretario administrativo. Un indispensable Giannotti.
Teoría de la compensación
Para cerrar el despacho -y claudicar ante los obsesivos de las “efectividades”- habría que felicitar, por la concreción exitosa del operativo, al coronel Reuben Gurstein. Agregado militar de Israel, que tiene su base en Chile, con concurrencia en Argentina y Paraguay. Representante de la SIBAT en la extendida tierra de su competencia.
Con la venta de las lanchitas, el eficiente coronel tiene asegurada, según nuestras fuentes, la mansa ociosidad del retiro. En Tel Aviv, o en la ciudad que lo apasione.
Lo que debiera descartarse, inapelablemente -según nuestra evaluación-, son las interpretaciones inspiradas en la manía conspiratoria. Aluden a la teoría de la compensación. Como si la operación de Estado a Estado compensara las afectadas relaciones entre los dos países.
Se mantiene una sólida relación cultural, pero sobre todo económica y militar. Contrasta con la carencia de soluciones, en el plano policial. O el justiciero.
Es preferible evaluar la diplomacia de las lanchas artilladas como una apuesta excepcional hacia el largo plazo.
Algo admirablemente inusual para la Argentina. Donde “el largo plazo es un feriado con puente”, como señala el pensador Lucas Carrasco.
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