"El Señor me ha llamado a 'subir al monte', para dedicarme aún más a la oración y a la meditación en el silencio". Era el 25 de febrero de 2013 y el todavía Papa Benedicto explicaba así a la gente su histórica renuncia al papado en el último ángelus que presidió desde la ventana de la Plaza de San Pedro.
Durante todos estos años cumplió su palabra. Pero, ahora, algunos lo acusan de romperla y bajar de nuevo de la montaña, intervenir en los asuntos eclesiásticos y, posicionarse en contra de su sucesor, el Papa Francisco. Al menos, indirectamente.
Es el final de un mito. "Ratzinger renuncia a la renuncia", titula la RAI, la cadena de televisión pública italiana. ¿Por qué aseguran algunos que Benedicto XVI rompió el pacto de silencio, al que le obliga espiritual y eclesialmente su renuncia? Porque el Papa emérito escribió un prólogo a un libro del cardenal Sarah, titulado 'La fuerza del silencio'.
El 'pecado' ratzingeriano no consiste tanto en escribir el prólogo a un libro, sino en escribir un prólogo a un libro del cardenal Sarah, uno de los purpurados con poder más resistentes al pontificado y a las reformas de Francisco. Más aún, en el susodicho prólogo exalta al prefecto del dicasterio de Liturgia, que tantos quebraderos de cabeza está ocasionando al Papa Bergoglio.
Porque Sarah, el cardenal africano, no es un purpurado cualquiera. Es, junto al alemán Müller, prefecto de Doctrina de la Fe, la dupla de los cardenales resistentes con auténtico poder en la Iglesia. Porque son 'ministros' del Papa. Eso sí, ministros que disienten, incluso públicamente, de las órdenes de su 'jefe'.
Los demás cardenales (tanto los de las 'dubia' como los de la oposición a la 'Amoris Laetitia) son ancianos, ya no detentan puestos de responsabilidad en la Curia o están de salida. Por ejemplo, Cafarra, Burke, Brandmüller, Meisner o Rouco. En cambio, Sarah y Müller siguen tocando 'poder' y están, incluso, en edad de poder suceder al sucesor de Ratzinger.
De hecho, el sector más ultra de la Iglesia (los rigoristas que creen y quieren que el papado de Francisco sea "una tormenta de verano"), señalan al cardenal africano como su candidato favorito para suceder al Papa argentino.
Según los expertos, con su prólogo el Papa emérito rompe "la consigna del silencio" y plantea un conflicto de autoridad en la Iglesia. "Se abre un conflicto peligroso, que exigiría por parte de Benedicto comportamientos más prudentes y palabras más responsables", explica Andrea Grillo, profesor de Teología en el Pontificio Ateneo San Anselmo de Roma.
De ahí que el teólogo italiano se muestre partidario de "regular de una forma más clara y precisa la 'muerte institucional' del predecesor y la plena autoridad del sucesor", en casos de renuncia, como el que nos ocupa.
Más aún, asegura que la "cohabitación" entre dos Papas no es posible. "Es evidente que la sotana blanca, el poder hablar y la residencia tienen que ser reguladas detalladamente. El obispo emérito de Roma debe alejarse del Vaticano y callar para siempre".
Por eso, según el profesor Grillo, "el prefacio es un punto de inflexión, porque las intenciones de discreción y de humildad han sido abiertamente violadas, de una forma casi escandalosa". Y, por supuesto, denuncia "los sueños visionarios interesados" de los que, como el secretario personal de Benedicto, Georg Ganswein, habla de un "ministerio ampliado".
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