David
Carlin es profesor de sociología y filosofía en el Community College de
Rhode Island y autor del libro: The Decline and Fall of the Catholic
Church in America.
Si se hace un repaso de la historia del protestantismo liberal en los Estados Unidos, se descubrirá más temprano que tarde que los católicos liberales de hoy están recorriendo el mismo itinerario hacia un camino a la destrucción.
«Pioneros» del protestantismo
Es difícil culpar a los antiguos protestantes por lo que hicieron, ya que después de todo, no sabían a dónde conducía ese camino. Eran «pioneros», estaban cortando camino en el desierto religioso. Temían que el cristianismo tradicional se convirtiera en algo increíble; que si no modernizaban su religión dejando atrás ciertas doctrinas «pasadas de moda», el hombre moderno ya no podría aceptar el cristianismo.
Como resultado, modernizar el cristianismo, al menos si llevas este proceso de modernización más allá de un cierto límite, implica destruirlo. Basta observar las denominaciones protestantes liberales hoy en día. Todas ellos se están reduciendo rápidamente en número. Todos ellos han perdido gran parte de su influencia social, que alguna vez fue grande.
Ignorancia vencible y culpable
Pero los católicos liberales no tienen esta excusa. No pueden alegar: «No sabíamos dónde nuestro liberalismo estaba llevando a la Iglesia». Porque tienen el precedente del protestantismo liberal frente a ellos. Su ignorancia es vencible y culpable.
Los protestantes liberales, comenzando con los unitarios de Boston de finales de 1700 y principios de 1800, siempre «mejoraron» el cristianismo según el mismo patrón. El modelo es el siguiente: tratar de mezclar lo que parece ser esencial del cristianismo con lo mejor de lo que pase a ser el anticristianismo de moda del momento. Esta síntesis, en parte cristiana y en parte anticristiana, será, por supuesto, incoherente, pero en el momento en que lo estaban creando, lucía bastante bien.
En la generación posterior a la Revolución Americana, la forma de moda del anticristianismo era el Deísmo. Y así los Unitarios de Boston dijeron en efecto: «Mientras que el Deísmo está muy equivocado en su rechazo del cristianismo, debe admitirse que los deístas tienen algunos puntos positivos. Así que echemos fuera la doctrina de la Trinidad y la Divinidad de Cristo y el Pecado Original. Entonces tendremos un cristianismo purificado»."
En la era posterior a la Guerra Civil, la forma de moda del anticristianismo era una amenaza triple: el agnosticismo; la teoría de la evolución; y una crítica más escéptica de la Biblia. Los protestantes liberales respondieron haciéndose casi agnósticos mientras argumentaban que el cristianismo se centra más sobre la moralidad que sobre el conocimiento: la doctrina tiene realmente poca importancia desde esta perspectiva.
Se convirtieron en evolucionistas, sosteniendo no solo que las especies biológicas han evolucionado (bajo la dirección de Dios) sino que la religión misma ha evolucionado, siendo el cristianismo su último resultado, y por lo tanto debemos esperar más evolución en el futuro, desencadenando en la evolución transformista del dogma. En cuanto a la Biblia. . . pues bien, se aceptó que estaba llena de «errores», pero que seguía siendo un libro muy bueno.
En los años sesenta y setenta, la forma de moda del anticristianismo fue la revolución sexual: un rechazo total de la moral sexual tradicional cristiana y, por implicación, un rechazo de virtualmente todo el resto de la enseñanza cristiana; porque si el cristianismo hubiera estado equivocado durante todos estos siglos sobre las relaciones sexuales, ¿no era probable que estuviera equivocado en casi todo lo demás?
Como siempre, los protestantes liberales respondieron mezclando el cristianismo (lo que quedaba de él) con esta forma de anticristianismo, anunciando que el cristianismo, correctamente entendido era perfectamente compatible con la fornicación, la homosexualidad y el aborto.
Los pensadores protestantes liberales me recuerdan a ciertos jueces de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Estos últimos «encuentran» cosas en la Constitución que no existen (por ejemplo, los derechos al aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo). Los primeros «encuentran» cosas en la Biblia que no están allí. Afirman que la Biblia, correctamente entendida, ordena el enfriamiento de la religión bíblica y la moralidad.
Es como si la enseñanza más importante de la Biblia fuera «no tome la Biblia demasiado en serio». En realidad, por supuesto, encuentran estas nuevas «verdades» no en la Biblia sino en el anticristianismo que florece en el momento, de la misma manera que algunos protestantes alemanes de los años treinta «encontraron» - mirabile dictu - que la Biblia justificaba el nazismo.
Cualquiera que conozca la historia de la modernización del Protestantismo no puede dejar de ver el mismo fenómeno hoy en día entre muchos católicos. Los católicos, es cierto, se están moviendo en esta dirección solamente gradualmente, y esto por algunas razones.
Por un lado, comenzaron mucho después de lo que lo hicieron los protestantes. En segundo lugar, la Iglesia aún tiene obispos en posiciones de autoridad, aunque muchos obispos son renuentes o incapaces de ejercer su autoridad. Tercero, el Credo de Niceno o de los Apóstoles todavía se recita en la misa, y sirve como un obstáculo para arrimar la ortodoxia por completo.
Sin embargo, la moral católica ortodoxa, especialmente la moral sexual, no está incluida en los credos. Y así es más fácil deshacerse de ella. Se deshace de ella en tres pasos.
Primer paso: el silencio
No hablas de ella, o lo haces muy raramente. La mayoría de los líderes católicos hoy son muy tímidos en enseñar sobre la doctrina sexual católica. En algunos casos, esto es porque realmente no creen en ella, pero en la mayoría de los casos es probablemente porque no quieren ofender a la gente desde sus púlpitos. Cuando se trata de la conducta sexual de los homosexuales, nuestros líderes saben que la opinión pública cada vez más los ve como chocantemente antiamericanos por desaprobar la sodomía homosexual.
Paso dos: Modificar el viejo refrán sobre «odiar el pecado, amar al pecador».
En su lugar, se ama tanto al pecador que no se molesta en mencionar el pecado, ya que heriría los sentimientos del amado pecador y eso sería un pecado contra la caridad cristiana, ¿no?
El ejemplo más llamativo de esto hoy lo encontramos en el pequeño libro del sacerdote jesuita James Martin, S.J., «Building a Bridge». El jesuita Martin nos lo presenta como totalmente ortodoxo. No dudo de su sinceridad, pero conozco bien, habiendo estudiado la historia del protestantismo liberal, a donde el P. Martin, cualesquiera que sean sus intenciones, nos está guiando.
Paso tres: Declarar que la Iglesia eventualmente, tal vez 50 o 100 años a partir de ahora, estará de acuerdo con usted
Usted argumenta que su aparente herejía no es más que ortodoxia prematura. Esa es la manera segura, históricamente probada de destruir la religión católica en América.
7/10/17 6:31 PM (The Catholic Thing/InfoCatólica)
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