por Luis Fernando Pérez Bustamante
La fe católica es bella, es salvífica, es un tesoro divino, es un don de lo alto. Todo atentado contra la misma es un atentado contra el Señor.
La fe católica es bella, es salvífica, es un tesoro divino, es un don de lo alto. Todo atentado contra la misma es un atentado contra el Señor.
Hoy se cumplen 500 años del inicio de uno de los más letales ataques contra dicha fe. Da igual que Lutero clavara o no las famosas 95 tesis, que por cierto, tenían muy poco que ver con la teología protestante que llegó después.
Poco a poco fue levantando el imperio de la herejía solafideísta -derribado con un solo versículo, Santiago 2,24- y, sobre todo, el libre examen, que es la fuente de todo tipo de herejías habidas y por haber, ya que anula la autoridad de la Iglesia a la hora de interpretar la Escritura.
Su objetivo fue claro:
Cuando hayamos aniquilado la Misa, habremos aniquilado el Papado en su totalidad.
Y:
Yo no impugné las inmoralidades y los abusos, sino la sustancia y la doctrina del Papado.
Queda claro, por tanto, que Lutero no buscaba la reforma del catolicismo. Buscaba su aniquilación. Y a ello dedicó toda su vida tras ese 31 de octubre de 1517.
Es por ello que todo intento de encumbrar la figura de ese asesino de almas solo puede causar escándalo en los fieles católicos. Escándalo que puede presentar diversas caras. La primera, la de los poco formados en la fe, que desconocen la verdadera naturaleza de Lutero y se creen las mentiras que están contando sobre él desde la propia Iglesia. La segunda, la de los que saben la verdad sobre el heresiarca alemán y contemplan atónitos esta especie de exhibicionismo porno-espiritual al que venimos siendo sometidos desde hace años. Y podría hablarse de una tercera cara, que conozco bien. La de aquellos a los que el Señor rescató de la herejía protestante y los puso en el camino de la salvación que es la fe católica. En ellos la incredulidad compite con la indignación.
Son muchos los fieles que están prácticamente indefensos ante tanta maldad envuelta en buenas palabras y propósitos. La excusa de que hay que buscar la unidad de los cristianos es solo eso, una excusa. No se puede buscar la unidad ensalzando a aquel que la destrozó hace cinco siglos. Es como buscar la buena medicina en los experimentos del nazi Mengele.
Parece, además, que los enemigos de la fe católica dentro de la propia Iglesia, están dispuestos a ofender de la peor forma posible a los que han cometido el “delito” ser ser católicos por la gracia de Dios. Esa es la única explicación al sello que va a emitir la Santa Sede con ocasión del V Centenario de la “Reforma”. En él se ve la Cruz de Cristo y a ambos lados figuran arrodillados Lutero y Melanchton. El primero tiene en las manos una Biblia -mutilada sin los Deuterocanónicos- y el segundo la Confesión de Ausburgo, primera exposición oficial de los principios de la nueva y falsa fe.
A los pies de la Cruz de Cristo estuvieron su santa Madre y el único apóstol que no le abandonó, no dos señores que, entre otras lindezas, justificaron la bigamia del príncipe alemán que les protegía, Felipe I de Hesse. Es decir, en esa tarea de alabar a los mayores enemigos de la fe católica, no dudan en profanar el sacrificio de Cristo. Y eso, desde las entrañas del Vaticano, cuya destrucción completa era el objetivo de Lutero.
Fue el beato Pablo VI quien dijo que el humo de Satanás se había infiltrado en la Iglesia. Hoy no solo se respira ese humo. Se ve claramente el fuego destructor que lo provoca. Un fuego que amenaza con llevar al abismo a millones de almas. Es por ello que debemos clamar, hoy más que nunca: “Cuéntanos Señor, entre tus elegidos”. Y también la oración que daba título a la bula que buscaba la retractación de Lutero: “Exsurge Domine” ("Levántate Señor"… y juzga tu causa).
Post Data: Como veo que están entrando bastantes protestantes evangélicos hispanoamericanos con escasa formación doctrinal - a muchos les cuesta exponer por escrito lo que creen-, aviso que no daré paso a uno solo de sus comentarios. Este es un post SOLO para católicos.
Infocatólica, Cor ad cor loquitur (31/10/17)
Poco a poco fue levantando el imperio de la herejía solafideísta -derribado con un solo versículo, Santiago 2,24- y, sobre todo, el libre examen, que es la fuente de todo tipo de herejías habidas y por haber, ya que anula la autoridad de la Iglesia a la hora de interpretar la Escritura.
Su objetivo fue claro:
Cuando hayamos aniquilado la Misa, habremos aniquilado el Papado en su totalidad.
Y:
Yo no impugné las inmoralidades y los abusos, sino la sustancia y la doctrina del Papado.
Queda claro, por tanto, que Lutero no buscaba la reforma del catolicismo. Buscaba su aniquilación. Y a ello dedicó toda su vida tras ese 31 de octubre de 1517.
Es por ello que todo intento de encumbrar la figura de ese asesino de almas solo puede causar escándalo en los fieles católicos. Escándalo que puede presentar diversas caras. La primera, la de los poco formados en la fe, que desconocen la verdadera naturaleza de Lutero y se creen las mentiras que están contando sobre él desde la propia Iglesia. La segunda, la de los que saben la verdad sobre el heresiarca alemán y contemplan atónitos esta especie de exhibicionismo porno-espiritual al que venimos siendo sometidos desde hace años. Y podría hablarse de una tercera cara, que conozco bien. La de aquellos a los que el Señor rescató de la herejía protestante y los puso en el camino de la salvación que es la fe católica. En ellos la incredulidad compite con la indignación.
Son muchos los fieles que están prácticamente indefensos ante tanta maldad envuelta en buenas palabras y propósitos. La excusa de que hay que buscar la unidad de los cristianos es solo eso, una excusa. No se puede buscar la unidad ensalzando a aquel que la destrozó hace cinco siglos. Es como buscar la buena medicina en los experimentos del nazi Mengele.
Parece, además, que los enemigos de la fe católica dentro de la propia Iglesia, están dispuestos a ofender de la peor forma posible a los que han cometido el “delito” ser ser católicos por la gracia de Dios. Esa es la única explicación al sello que va a emitir la Santa Sede con ocasión del V Centenario de la “Reforma”. En él se ve la Cruz de Cristo y a ambos lados figuran arrodillados Lutero y Melanchton. El primero tiene en las manos una Biblia -mutilada sin los Deuterocanónicos- y el segundo la Confesión de Ausburgo, primera exposición oficial de los principios de la nueva y falsa fe.
A los pies de la Cruz de Cristo estuvieron su santa Madre y el único apóstol que no le abandonó, no dos señores que, entre otras lindezas, justificaron la bigamia del príncipe alemán que les protegía, Felipe I de Hesse. Es decir, en esa tarea de alabar a los mayores enemigos de la fe católica, no dudan en profanar el sacrificio de Cristo. Y eso, desde las entrañas del Vaticano, cuya destrucción completa era el objetivo de Lutero.
Fue el beato Pablo VI quien dijo que el humo de Satanás se había infiltrado en la Iglesia. Hoy no solo se respira ese humo. Se ve claramente el fuego destructor que lo provoca. Un fuego que amenaza con llevar al abismo a millones de almas. Es por ello que debemos clamar, hoy más que nunca: “Cuéntanos Señor, entre tus elegidos”. Y también la oración que daba título a la bula que buscaba la retractación de Lutero: “Exsurge Domine” ("Levántate Señor"… y juzga tu causa).
Post Data: Como veo que están entrando bastantes protestantes evangélicos hispanoamericanos con escasa formación doctrinal - a muchos les cuesta exponer por escrito lo que creen-, aviso que no daré paso a uno solo de sus comentarios. Este es un post SOLO para católicos.
Infocatólica, Cor ad cor loquitur (31/10/17)
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