lunes, 27 de noviembre de 2017

Los veintiséis países que renunciaron a sus Fuerzas Armadas

por Carlos Marcelo Shäferstein 
El término “país” se utiliza en el sentido de estado independiente; así, se aplica solamente a los estados y no a las dependencias soberanas cuya defensa es responsabilidad de otro país, o a una alternativa del ejército, como pueden ser policías regionales.

La gran mayoría de los países sin fuerzas armadas son islas (Barbados, Dominica, Granada, Islandia, Kiribati, islas Marshall, isla Mauricio, Micronesia, Nauru, Palaos, islas Salomón, Samoa, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Tuvalu y Vanuatu) o microestados (Andorra, Liechtenstein, Mónaco, San Marino y Ciudad del Vaticano).

Las islas Marshall, Micronesia, Mónaco y Palau no tienen ninguna opinión en materia de defensa y escasa injerencia en relaciones internacionales. Andorra puede solicitar ayuda en caso de emergencia. Islandia tiene un acuerdo de defensa con el Reino Unido y los Estados Unidos. Los otros 19 países son completamente responsables e independientes, sin ejército en materia de defensa.

Siete de ellos (Costa Rica, Dominica, Granada, Haití, Liechtenstein, Mónaco y Panamá) pasaron por un proceso de desmilitarización.

Los otros 18, incluyendo Andorra hace 700 años, no tenían un ejército, sobre todo porque estaban (algunos siguen estando) bajo protección de otra nación contra un ejército hostil más poderoso en el momento en que llegaron a ser independientes.

http://www.alfinal.com/Temas/26paises0243.php

Argentina es el único macro-estado de esta lista, o sea uno de los países más grandes del mundo, con 2.780.000 Km², que la ubican octavo en el mundo por su extensión, después de la India y el segundo en América Latina.

Aunque en los documentos posee fuerzas armadas, en la realidad carece de ellas. Argentina está pasando por un rápido proceso de desmilitarización.

El primer objetivo fue desmantelar a la Inteligencia Militar de Ejército, Marina de Guerra y Fuerza Aérea a partir de 1983. En los 90’ se comenzó la desarticulación de las Fuerzas cerrando bases, destacamentos, guarniciones, proceso que continúa hasta la actualidad.

Los terrenos de las unidades y regimientos del Ejército se venden al mejor postor, pues el objetivo es liquidar todo tipo de material, personal y unidades, hasta lograr que el país quede indefenso.

Es prácticamente total la incapacidad de nuestras Fuerzas Armadas de defender la soberanía, sea en el Mar con la pesca ilegal de barcos extranjeros, sea en el aire, con los vuelos clandestinos en el norte y sur del país.

Actualmente, sus Fuerzas Armadas solo son capaces de sostener apenas dos horas de un hipotético combate, ya que no hay municiones, ni combustible, ni repuestos ni blindados que funcionen, ni aviones de combate en condiciones de volar o barcos de guerra en condiciones de navegar. Hoy en día, la Gendarmería Nacional posee mayor poder de fuego que el Ejército, y hasta su personal está mejor capacitado y activo.

Los sucesivos ministros de Defensa desde 1983, han desmantelado completamente a las tres Fuerzas, ha dejado al país totalmente indefenso, ya sea en caso de conmoción interior como en un ataque externo.

Argentina es el país que menos ha invertido en la región en materia de Defensa, desde 1983.

El presupuesto de Defensa asignado en 2017 es el más bajo de los últimos 40 años.

Su fuerza aérea está inoperante, la flota de combate de la Fuerza Aérea no es renovada, no hay repuestos, ni autonomía que posibilite operar siquiera las escasas aeronaves a su cargo.

Desde 2007, la mayoría de los pilotos que tenía la Fuerza Aérea Argentina ya solicitaron el retiro debido a la carencia de medios para trabajar, es decir, aviones en condiciones.

No hay radares, y se anuló toda licitación en vistas a incorporarlos. No quedan aviones, y tampoco pilotos. La Fuerza Aérea es incapaz de controlar el espacio aéreo nacional, puesto que los escasos radares que en su mayoría estaban destinados al norte argentino para controlar los vuelos clandestinos con tráfico de drogas ya no funcionan ni fueron sustituidos.

Todo el resto del territorio está “libre” para la entrada de cualquier tipo de aeronave. Es un grave peligro, sobre todo por la existencia del famoso aeropuerto inglés en la Patagonia, cuya pista es tan larga como la de Aeroparque de Buenos Aires y no posee ningún tipo de control.

Hay más de 1200 pistas clandestinas de aterrizaje e insuficiente control policial. La Gendarmería Nacional, así como la Prefectura Naval ya no guarnecen las fronteras ya que fueron destinadas a neutralizar la conmoción interior.

Respecto a la Armada Nacional, las unidades de la flota de mar navegan un promedio de 32 días anuales. La cantidad de buques de la Flota de Mar en condiciones de operar en forma costera no supera la docena con funcionamiento limitado por el bajo mantenimiento.

Con sólo 3 buques operando en óptimas condiciones, y casi sin aviones navales, no se puede controlar ni defender tan amplio sector de Mar Argentino.

Existen más de doscientos buques pesqueros y factorías extranjeras en inmediaciones del límite de las doscientas millas náuticas correspondientes a la República Argentina que saben nadie los va a perturbar.

El poder aéreo de la Aviación Naval ha quedado reducido a un puñado de aviones de reconocimiento y de carga, y solo se poseen uno o dos aviones Dassault-Breguet Super Étendard operables, sin misiles a bordo.

Ante esta realidad resulta imposible de defender 3 millones de km2 de aguas territoriales.

Un estudio del Banco Mundial refirió que la Argentina es el país que menos dinero gasta en defensa en toda América del Sur desde el año 2005. Se ubica en el puesto número 26, de los más indefensos del mundo.

Como dato curioso, tanto Congo como Nepal gastan más en Defensa que Argentina.

El motivo del desarme es bien claro. Por un lado vemos las pretensiones de Estados Unidos y Gran Bretaña de obtener los recursos naturales del país, y por el otro los sucesivos gobiernos desde 1983 hasta el presente que sólo se esmeran en neutralizar y/o destruir a las Fuerzas Armadas y de Seguridad de la Nación, con el viejo pretexto de la “vulneración de los derechos humanos” durante la guerra antisubversiva de la década del ‘70, facilitando así, las ambiciones del poder extranjero.

Para 2018 se pretende dar por finalizado el largo objetivo de la destrucción total de las Fuerzas Armadas. Dejar el camino libre para que el poder extranjero pueda no solo extraer a través de sus empresas los recursos naturales, como ya lo está haciendo, sino que intentará darle una garantía mayor, que es evitar que cualquier gobierno o grupo político intente evitar el saqueo y entrega de los recursos naturales.

Al no haber poder de cohesión, no puede existir garantía para defender a la población ni sus recursos. Una Argentina indefensa es susceptible de perder sus más preciados territorios y recursos, quedando fuera de su alcance la defensa de su Antártida, de su gran y extenso Mar Argentino.

Vale recordar que muchos funcionarios del gobierno actual, como el vicepresidente del Banco Central de la República Argentina, Lucas Llach, así como también el Diputado Nacional Fernando Iglesias, han llamado a entregar sin más “las Islas Falkland” e incluso la Isla Grande de Tierra del Fuego (Ushuaia) al Reino Unido de Gran Bretaña, siendo también Fernando Iglesias (ambos personajes son del espacio oficialista “Cambiemos”) partidario de respetar “las tierras ancestrales de las comunidades indígenas” y renunciar a la Patagonia. Siendo así, resulta extraño para los 40 millones de argentinos habitar un país a merced de cualquier aventurero que quiera invadirlo.


InformadorPúblico. com  • 27/11/2017 •

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