por Esteban Pittaro
Con la certeza del hallazgo, se va cerrando una etapa muy triste para la historia de la armada argentina.
Un año y dos días después del último contacto del submarino ARA San Juan, el Ministerio de Defensa y la Armada confirmaron que la nave fue hallada en el lecho submarino, a 800 metros de profundidad, en una zona de cañadones. Se trataba del último indicio de la primera etapa que estaba siendo analizado por el buque noruego Seabud Constructor, navío de la empresa Oceans Infinity, contratada para la búsqueda. Era la última oportunidad que tendrían los familiares de los 44 tripulantes antes de las Fiestas de este año de saber del paradero final de sus seres queridos, ya que el barco hubiese retomado la búsqueda recién el año entrante, por tareas de mantenimiento en Ciudad del Cabo. El operativo había comenzado el 8 de septiembre.
Algunos conservaban la ilusión de encontrarlos con vida. Nadie les quitaba la esperanza. Ahora, empiezan otro camino. Gran parte de estos familiares estaban en Mar del Plata, ciudad a la que se dirigía el submarino en noviembre del año pasado, ciudad en la que hace apenas dos días tuvo lugar un emotivo acto durante el que se celebró una Misa y se escucharon 21 salvas de cañón, tradición naval que indicaba la aproximación pacífica de una nave a puerto. Había participado el presidente Mauricio Macri que ante familiares que en muchos casos expresaban sentirse abandonados por él y el gobierno había asegurado: “No los vamos a abandonar, vamos a seguir buscando, hasta que realmente los podamos encontrar”.
Durante la Misa, el obispo castrense monseñor Santiago Olivera había expresado: “la vida y la entrega de estos hermanos nuestros nos da una dolorosa oportunidad para agradecer y valorar la misión de hombres y mujeres de nuestra tierra, que respondiendo con generosidad a la vocación de servicio y de amor a la Patria son capaces de dar todo: hasta la propia vida”.
Tras el anuncio del hallazgo, dado a conocer durante la madrugada argentina, la esposa de uno de los héroes contaba al diario Clarín que no llevaría a su hijo de tres años hasta el puerto, donde se congregan los familiares a la espera de más novedades. Para el niño, su papá ya está en el cielo.
Por delante, familiares exigen justicia, tanto por las condiciones que alegan tenía el submarino al momento de navegar, como por las demoras en la localización de la nave. Algunos sostienen que se les ocultaba información. La investigación cuenta ahora con muchos más elementos para ratificar si la hipótesis de la implosión tras una explosión en el tanque de baterías fue la que produjo el accidente.
Con la certeza del hallazgo, se va cerrando una etapa muy triste para la historia de la armada argentina. Etapa que, no obstante, registrará en su relato algunas expresiones de afecto para con miembros de las Fuerzas Armadas que hace tiempo no se escuchaban, como si la Argentina hubiese olvidado que cuenta con personas dispuestas a dejar todo, incluso su vida, en defensa de la patria. No hubo grietas internas al considerar desde un primer momento como héroes a los 44 tripulantes. Además, la ayuda internacional llegada hace un año para la localización y eventual rescate fue sin precedentes: hasta la población de Islas Malvinas, que suele ser crítica de cualquier cuestión argentina, prestó inmediata y total colaboración. Además, rusos y americanos trabajaron juntos, al igual que europeos y sudamericanos, todos a disposición de un milagro que no llegó a concretarse.
Aleteia | Nov 17, 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario