Varias veces hemos dicho que, para el pensamiento
marxista, la dialéctica es el motor que mueve la historia. Y esto no ha
cambiado con la posmodernidad.
Ya lo decíamos hace un tiempo en un sermón: antes era la dialéctica amo-esclavo; luego, padres-hijos; ahora, varón-mujer.
Pero algunos ni se han enterado del avance del mundo… (para quien desee enterarse más sobre lo que es la dialéctica, les dejo este audio que podrá servirles).Pues bien; el caso de Juan Grabois, comunista, “católico” y actual consultor del Consejo Pontificio “Justicia y Paz” puede darnos a entender mejor qué es este método de la “dialéctica” por medio del cual la Revolución (con mayúscula) intenta mover el mundo. Para ello, les dejo una nota recientemente aparecida en un portal y, que cada uno, saque sus consecuencias. Que no te la cuenten…P. Javier Olivera Ravasi, SE
Autor: A. Padilla
Autor: A. Padilla
EL PROTEGIDO DE BERGOGLIO ATIZA LA LUCHA DE CLASES
Las bandas callejeras de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y del Movimiento Popular La Dignidad (MP La Dignidad), dirigidas por Juan Grabois, armaron piquetes frente a tres barrios cerrados del Gran Buenos Aires. En los volantes repartidos pedían “útiles escolares, alimentos frescos y trabajos de mantenimiento”, invocando su condición de “trabajadores y trabajadoras pobres de la Provincia de Buenos Aires. Creemos que quienes más tienen deben ser solidarios y repartir entre quienes menos tenemos”[1].
Hasta ahora los piquetes se hacían ante los edificios de propiedad pública y esta es la primera vez que amenazan a la propiedad privada, con una clara y peligrosa incitación a la lucha de clases. Es lo que los teóricos marxistas denominan “el salto cualitativo” para el avance de la revolución, así explicado en el Diccionario Filosófico de M. Rosental y P. Iudin:
“Los principales rasgos característicos del método dialéctico marxista son los siguientes: 1) La naturaleza es considerada como un todo coherente, en que los objetos y los fenómenos dependen los unos de los otros: todo se halla vinculado y en interacción; 2) La naturaleza está en estado de movimiento perpetuo, de cambio, de renovación, y cada cosa nace y se desarrolla constantemente, cada cosa muere y desaparece: todo está en movimiento, todo cambia; 3) El desarrollo de la naturaleza es un proceso en el cual se efectúa, luego de una acumulación gradual de pequeños cambios latentes, cuantitativos, el pasaje por medio de saltos a cambios visibles, radicales, cualitativos: los cambios cuantitativos se transforman en cambios cualitativos. El desarrollo no es una simple repetición del pasado, sino un movimiento progresivo del grado inferior al grado superior, un movimiento cuya curva no es circular sino ascendente; 4) Las contradicciones internas son inherentes a los objetos y a los fenómenos, toda cosa tiene un lado positivo y un lado negativo y comprende elementos que perecen y otros que se desarrollan. La lucha entre lo que perece y lo que se desarrolla constituye el contenido interno del desarrollo, de la transformación de los cambios cuantitativos en cambios cualitativos: la lucha de los contrarios hace avanzar. Estos principios del método dialéctico se aplican íntegramente al desarrollo de la sociedad. Cada formación económico-social (por ejemplo, la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo, el socialismo) constituye un todo en el que los diferentes aspectos y fenómenos (modo de producción de los bienes materiales, ver; régimen político, vida espiritual) se encadenan y actúan los unos sobre los otros. Las ideas sociales, las instituciones políticas cuyas raíces se hunden en el régimen económico, base de la sociedad, ejercen una acción de retorno sobre el régimen económico, fundamento de esta acción recíproca. La sucesión de las formaciones económico-sociales en la historia de la sociedad da fe del movimiento continuo que reina en la vida social. En la sociedad como en la naturaleza, sólo es invencible lo que nace y se desarrolla. La substitución de una formación económico-social por otra, representa un salto, una transición revolucionaria de un estado cualitativo de la sociedad a otro como consecuencia de la acumulación de cambios cuantitativos”[2].
Algo parecido encontramos en el Cuadernos de la Economía Popular firmados por Grabois y su compinche el montonero Emilio Pérsico:
“El Poder Popular es la capacidad que tienen los sectores populares para resistir la explotación, para luchar contra la exclusión, para edificar una vida digna, para conquistar derechos, para cumplir sus objetivos”. “La revolución no se hace en el aire, ni por la voluntad de unos pocos, ni por la capacidad de la conducción. El proyecto revolucionario lo construyen los pueblos, la revolución la hacen los pueblos en su desarrollo histórico, los militantes solamente podemos trabajar para fortalecer el poder popular y aportar nuestras ideas sobre las características que debe tener la nueva sociedad. Pero que quede claro: este proyecto no es tarea de un gobierno, sólo será posible cuando el Poder Popular esté en condiciones de superar el poder del capital”[3].
“Toda lucha reivindicativa nace de una contradicción social pero se detona por un conflicto concreto. Cuando la contradicción se hace carne en un conflicto concreto, la lucha defensiva puede transformarse en ofensiva y la organización puede dar un salto cualitativo”[4].
Poco tiempo después de esas publicaciones Grabois remachó, por si no quedase claro: “Una rama de la Teología de la Liberación utilizaba el análisis marxista y yo utilizo categorías marxistas”[5].
Grabois es consultor del Pontificio Consejo Justicia y Paz, cuyas tareas fueron recientemente absorbidas por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, presidido por el Cardenal Turkson, partidario del uso de preservativos.
[1] Según Grabois-Pérsico: “En la Provincia de Buenos Aires, los Barrios Cerrados para los ricos ocupan 400 km2”. Se nota que la pareja “popular” no hizo investigación de campo: la mayoría de los que viven en barrios cerrados son matrimonios con varios hijos, que se mudaron de Buenos Aires por los altos costos de los departamentos y que trabajan de sol a sol para llevar el pan a sus casas. Naturalmente, eso de sol a sol no corre para Grabois-Pérsico.
[2] http://www.filosofia.org/enc/ros/meto1.htm
[3] http://www.ctepargentina.org/descargas/3.pdf
[4] http://www.ctepargentina.org/descargas/4.pdf
[5] https://latinta.com.ar/2017/12/juan-grabois-pobreza-mercancia/
febrero 28, 2019 Que No Te La Cuenten
Las bandas callejeras de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y del Movimiento Popular La Dignidad (MP La Dignidad), dirigidas por Juan Grabois, armaron piquetes frente a tres barrios cerrados del Gran Buenos Aires. En los volantes repartidos pedían “útiles escolares, alimentos frescos y trabajos de mantenimiento”, invocando su condición de “trabajadores y trabajadoras pobres de la Provincia de Buenos Aires. Creemos que quienes más tienen deben ser solidarios y repartir entre quienes menos tenemos”[1].
Hasta ahora los piquetes se hacían ante los edificios de propiedad pública y esta es la primera vez que amenazan a la propiedad privada, con una clara y peligrosa incitación a la lucha de clases. Es lo que los teóricos marxistas denominan “el salto cualitativo” para el avance de la revolución, así explicado en el Diccionario Filosófico de M. Rosental y P. Iudin:
“Los principales rasgos característicos del método dialéctico marxista son los siguientes: 1) La naturaleza es considerada como un todo coherente, en que los objetos y los fenómenos dependen los unos de los otros: todo se halla vinculado y en interacción; 2) La naturaleza está en estado de movimiento perpetuo, de cambio, de renovación, y cada cosa nace y se desarrolla constantemente, cada cosa muere y desaparece: todo está en movimiento, todo cambia; 3) El desarrollo de la naturaleza es un proceso en el cual se efectúa, luego de una acumulación gradual de pequeños cambios latentes, cuantitativos, el pasaje por medio de saltos a cambios visibles, radicales, cualitativos: los cambios cuantitativos se transforman en cambios cualitativos. El desarrollo no es una simple repetición del pasado, sino un movimiento progresivo del grado inferior al grado superior, un movimiento cuya curva no es circular sino ascendente; 4) Las contradicciones internas son inherentes a los objetos y a los fenómenos, toda cosa tiene un lado positivo y un lado negativo y comprende elementos que perecen y otros que se desarrollan. La lucha entre lo que perece y lo que se desarrolla constituye el contenido interno del desarrollo, de la transformación de los cambios cuantitativos en cambios cualitativos: la lucha de los contrarios hace avanzar. Estos principios del método dialéctico se aplican íntegramente al desarrollo de la sociedad. Cada formación económico-social (por ejemplo, la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo, el socialismo) constituye un todo en el que los diferentes aspectos y fenómenos (modo de producción de los bienes materiales, ver; régimen político, vida espiritual) se encadenan y actúan los unos sobre los otros. Las ideas sociales, las instituciones políticas cuyas raíces se hunden en el régimen económico, base de la sociedad, ejercen una acción de retorno sobre el régimen económico, fundamento de esta acción recíproca. La sucesión de las formaciones económico-sociales en la historia de la sociedad da fe del movimiento continuo que reina en la vida social. En la sociedad como en la naturaleza, sólo es invencible lo que nace y se desarrolla. La substitución de una formación económico-social por otra, representa un salto, una transición revolucionaria de un estado cualitativo de la sociedad a otro como consecuencia de la acumulación de cambios cuantitativos”[2].
Algo parecido encontramos en el Cuadernos de la Economía Popular firmados por Grabois y su compinche el montonero Emilio Pérsico:
“El Poder Popular es la capacidad que tienen los sectores populares para resistir la explotación, para luchar contra la exclusión, para edificar una vida digna, para conquistar derechos, para cumplir sus objetivos”. “La revolución no se hace en el aire, ni por la voluntad de unos pocos, ni por la capacidad de la conducción. El proyecto revolucionario lo construyen los pueblos, la revolución la hacen los pueblos en su desarrollo histórico, los militantes solamente podemos trabajar para fortalecer el poder popular y aportar nuestras ideas sobre las características que debe tener la nueva sociedad. Pero que quede claro: este proyecto no es tarea de un gobierno, sólo será posible cuando el Poder Popular esté en condiciones de superar el poder del capital”[3].
“Toda lucha reivindicativa nace de una contradicción social pero se detona por un conflicto concreto. Cuando la contradicción se hace carne en un conflicto concreto, la lucha defensiva puede transformarse en ofensiva y la organización puede dar un salto cualitativo”[4].
Poco tiempo después de esas publicaciones Grabois remachó, por si no quedase claro: “Una rama de la Teología de la Liberación utilizaba el análisis marxista y yo utilizo categorías marxistas”[5].
Grabois es consultor del Pontificio Consejo Justicia y Paz, cuyas tareas fueron recientemente absorbidas por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, presidido por el Cardenal Turkson, partidario del uso de preservativos.
[1] Según Grabois-Pérsico: “En la Provincia de Buenos Aires, los Barrios Cerrados para los ricos ocupan 400 km2”. Se nota que la pareja “popular” no hizo investigación de campo: la mayoría de los que viven en barrios cerrados son matrimonios con varios hijos, que se mudaron de Buenos Aires por los altos costos de los departamentos y que trabajan de sol a sol para llevar el pan a sus casas. Naturalmente, eso de sol a sol no corre para Grabois-Pérsico.
[2] http://www.filosofia.org/enc/ros/meto1.htm
[3] http://www.ctepargentina.org/descargas/3.pdf
[4] http://www.ctepargentina.org/descargas/4.pdf
[5] https://latinta.com.ar/2017/12/juan-grabois-pobreza-mercancia/
febrero 28, 2019 Que No Te La Cuenten
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