Cuando los gobernantes se dedican a exaltar el mal, a propagar el error, a saquear los bienes morales que constituyen la principal riqueza de un pueblo, es natural que acaben organizándose como bandas de ladrones, mientras el pueblo chapotea en la sentina de los vicios. Juan Manuel de Prada
lunes, 16 de diciembre de 2019
La pluma de Beatriz Sarlo
por Hernán Andrés Kruse
En su edición del 1/12/019 Perfil publicó un excelente artículo de Beatriz Sarlo.
El tema central es el caudillismo como cultura política, como antítesis de la democracia republicana y liberal. El tema fue inmortalizado por Sarmiento en su inmortal libro “Facundo”, uno de los libros más relevantes de historia y sociología de nuestra historia. Sarlo escribió este artículo a raíz de la denuncia de una joven contra un histórico patrón de estancia de Tucumán, José Alperovich. Su contenido es el siguiente.
¡Viva la Santa Federación!“Una joven tuvo el coraje de ratificar ante la Justicia que el senador del Frente para la Victoria José Alperovich había abusado de ella. Gente como Alperovich no tiene miedo. Fue tres veces gobernador de Tucumán, y pertenece a una oligarquía provincial cuyos actos pueden permanecer secretos porque se necesita mucho coraje para que la víctima los denuncie. O, como sucedió con el caso de María Soledad Morales, la inquebrantable constancia de una familia y de quienes se decidieron a acompañarla en largas marchas. Sin la decisión de esos protagonistas, los crímenes perpetrados en algunas regiones pueden quedar impunes. Pero la cadena de silencio y encubrimiento se corta tarde o temprano, como les sucedió a los sacerdotes pedófilos. Ante el escándalo, el Senado aprobó la licencia de Alperovich por seis meses, sin goce de sueldo. De todas maneras, si prospera la iniciativa de Cristina Fernández, Rojkés de Alperovich, esposa del que tuvo que pedir licencia, será embajadora en Rusia. Rojkés de Alperovich no dio muestras de anoticiarse de las denuncias sobre su marido. Como decían en mi barrio: “Pobre, la mujer es la última que se entera”. En este sentido, la vicepresidenta Cristina no confunde a un político obligado a pedir licencia parlamentaria por acusaciones de violencia sexual con su esposa. ¿Victoria del feminismo en el tema de la independencia conyugal? Por otra parte, con admirable sinceridad, Cristina no se detiene a juzgar los enroques entre marido y mujer. Cuando ella viaje a Cuba para visitar a un miembro de su familia, la reemplazará Claudia Abdala de Zamora como presidenta provisional del Senado. Abdala de Zamora es senadora por Santiago del Estero y ex gobernadora de esa provincia. Sucedió a su esposo durante dos períodos, de 2013 a 2017, momento en que abnegadamente se corrió a un lado para que el marido volviera a ocupar la gobernación. Tuvo su recompensa, cuando Cristina dio la prueba de que quiere tenerla bien cerca”.
“Si Alberto Fernández no observa cuidadosamente esta contradanza matrimonial y familiar, perderá de vista algunas de las condiciones de su gobierno. El federalismo y los intereses de estas oligarquías regionales son tan fuertes como los sindicatos (o más aún). La Argentina corporativa no es solo la CGT, sino la confederación de caudillismos y hermandades regionales de larga duración y arcaicas lealtades, que existen en bajo grado en Mendoza, Córdoba, Santa Fe y provincia de Buenos Aires. Que Fernández tome nota: de seguir con la monserga de que él es el más federal de los federales, tendrá una corte de oligarcas regionales. El poder absoluto es eso: una transgresión de los valores que se pretende defender con la ley. En Argentina se habla mucho de las obligaciones compartidas, pero no se las respeta. Se pasan por alto rápidamente la transgresión y el delito. Esto habla mucho de la baja calidad de la democracia argentina. No es necesario referirse a ningún “ser nacional”. Hay que pensar en otros factores menos imaginarios: la lentitud del aparato judicial, la complicidad del sistema político en muchas provincias, la corrupción que es un estilo de vida. Si los gobernadores son activos en la designación de jueces, no hay mucho que esperar de lo que hagan los magistrados que fueron designados alterando el orden de mérito en los concursos. No se traiciona la omertá. La democracia existe a través de las representaciones que nos hacemos de ella. ¿Qué representaciones tiene de la democracia un tucumano? Ha vivido bajo regímenes políticos que le han hecho saber que todo lo que hagan los de arriba es tolerable, porque el poder y la riqueza protegen las transgresiones. En estos días, cuando se están eligiendo jefes de bancada y autoridades legislativas, el kirchnerismo y los legisladores que son clientes de los gobernadores del PJ armaron un único bloque de acción política y de autodefensa. Cristina eligió al formoseño José Mayans como jefe de la bancada del peronismo-Frente de Todos; Mayans es hombre de interminable experiencia ya que fue diputado provincial desde 1987 a 2001, y senador nacional desde ese 2001 hasta la fecha, con sucesivas e impostergables reelecciones. Nada raro para Formosa, cuyo gobernador Gildo Insfrán lleva 31 años ininterrumpidos, primero como vice y, desde 1995, como jefe del Ejecutivo, gracias a sutiles reinterpretaciones de la Constitución provincial y su posterior reforma. Pueblos originarios como los qom todavía denuncian las dificultades para recibir sus documentos de identidad. ¿Para qué los quieren esos indios? Pues bien, Cristina no tiene remilgos y eligió a Mayans, del riñón de esa oligarquía formoseña”.
“Tenemos un federalismo de la omnipotencia regional, aunque todavía esos “federales” canten la canción de que Buenos Aires se lleva todo. Esa canción tradicional es un justificativo de las horrorosas diferencias de derechos que existen entre las regiones. Traducir todo esto a términos históricos es una coartada. Los gobiernos de Tucumán no tienen sus Alperovich simplemente porque la provincia de Buenos Aires es más productiva. Habría que pensarlo al revés: la provincia de Buenos Aires es más productiva y por eso tiene a María Eugenia Vidal o a Axel Kicillof, cuyas fotos no decoran prontuarios parecidos a los de las dinastías tucumanas. Remitirse a desigualdades del siglo XIX es cerrar el problema de manera conveniente para los intereses de muchos caudillos regionales. El federalismo argentino, más que cuestiones legales y formales que discuten los expertos, nos plantea cuestiones sustanciales. La primera de ellas es la desigualdad de derechos y garantías que no tienen que ver simplemente con la legislación, sino con el ejercicio del gobierno. Es inútil preguntarse si la legislación de cada provincia responde a los derechos que asegura a todos la ley constitucional nacional. Probablemente así lo sea, pero, de nuevo, dejo la cuestión a los expertos. Lo que interesa conocer son las causas por las cuales el federalismo cordobés, mendocino, santafesino, garantiza más derechos que el tucumano. Por supuesto, se trata de una percepción intuitiva basada en las noticias que llegan de cada provincia. Y también basada en tradicionales diferencias de trato. Es difícil pensar que una dirigente peronista bonaerense podría haberse dirigido a un manifestante con las palabras, impregnadas de desprecio de clase, que le gritó Beatriz Rojkés de Alperovich a un tucumano. El patriarcado, que somete a hombres y mujeres, es más probable en Tucumán que en Santa Fe o Córdoba (consúltese la biografía política de sus gobernadores)”.
“Profundas diferencias demográficas, de propiedad territorial, de cultura, separan a estas dos provincias. No me parece un insulto plantearlo de este modo. Cuando así lo planteó Tomas Eloy Martínez fue estigmatizado en Tucumán, su provincia de origen. ¿Profundizar qué? Por tanto, ¿qué quiere decir profundizar el federalismo? Sin duda, no profundizar estas diferencias que son la causa de que decenas de miles de provincianos prefieran vivir en villas de Buenos Aires o del GBA. Encuentran trabajo y, con todas las violaciones a sus derechos, tienen más cerca donde ir a quejarse. Natalio Botana resume con claridad que la “virtud republicana está más sujeta a la corrupción si la relación entre el ciudadano y el gobierno es opaca y distante”. El caudillismo descansa sobre la idea engañosa de que su relación es transparente y cercana. Difunde una ficción populista, folclórica y tradicionalista de proximidad con sus gobernados, aunque no siempre logre mantenerla, ni siquiera imaginariamente. Todo esto tiene que aprenderlo Alberto Fernández, si no quiere terminar como Cristina junto a Alperovich, a Insfrán y a Manzur, récords de permanencia en el poder. Profundizar el federalismo quiere decir generalizar los derechos que no existen en esas provincias, donde los caudillos gobiernan durante varios quinquenios o establecen dinastías. Profundizar el federalismo es restituir condiciones de igualdad en regiones donde la igualdad es una utopía, un sueño ni siquiera expresado. Profundizar el federalismo es encargarse de que no sean las provincias más pobres las que deban soportar a los caudillos más reaccionarios. No son respetables ciertas costumbres locales, como la que le permitió a Insfrán establecer su monarquía en Formosa”.
Anexo
El poema sobre la naturaleza de Parménides
Parménides (540-470 antes de Cristo) nació aparentemente en Elea, donde tuvo una destacada actuación, incluso como legislador. Su pensamiento logró trascender gracias a que fue conservado su poema “Sobre la Naturaleza”, donde analiza la vía de la verdad, la vía de la opinión y la existencia del ser.
El poema comienza con el viaje que hace el poeta para encontrarse con la diosa. Briosos caballos lo conducen y jóvenes doncellas le muestran el camino. Finalmente, el poeta se encontró con la diosa quien lo recibió con benevolencia, tomó su mano derecha y le dio la bienvenida. “Bienvenido seas, tú, que llegas a nuestra mansión con los caballos que te traen; pues no es un hado infausto el que te movió a recorrer este camino-bien alejado por cierto de la ruta trillada por los hombres-, sino la ley divina y la justicia. Es necesario que conozcas toda mi revelación, y que se halle a tu alcance el intrépido corazón de la Verdad, de hermoso cerco, tanto como las opiniones de los mortales, que no encierran creencia verdadera” (Historia del pensamiento. Parménides-Zenón, Meliso (Escuela de Elea). Fragmentos, ediciones Orbis, S.A., Barcelona, 1983, p. 49). La verdad se encuentra en un ámbito que no es la naturaleza, el mundo sensible. Este mundo sólo da cabida a las opiniones que no encierran creencias verdaderas. Luego de la bienvenida la diosa mira fijamente al poeta y le lanza la clásica sentencia referida al camino que conduce a la verdad. “Voy a decírtelo ahora mismo, pero presta atención a mis palabras, las únicas que se ofrecen al pensamiento de entre los caminos que reviste la búsqueda. Aquella que afirma que el Ser es y el No-ser no es, significa la vía de la persuasión-puesto que acompaña a la Verdad-, y la que dice que el No-ser existe y que su existencia es necesaria, ésta, no tengo reparo en anunciártelo, resulta un camino totalmente negado para el conocimiento. Porque no podrías jamás llegar a conocer el No-Ser-cosa imposible-y ni siquiera expresarlo en palabras…porque el pensar y el ser son una y la misma cosa” (ps. 49/50). Para Parménides el fundamento último de toda la realidad y el objeto formal de la inteligencia es el ser, que es (existencia) y que se piensa (pensamiento), porque el pensamiento y la existencia significan lo mismo. Por primera vez en la historia del pensamiento racional el ser emerge como objeto fundamental de la reflexión filosófica. Con Parménides hace su aparición la metafísica, en suma.
Parménides es el filósofo del ser. “Hay que decir y pensar que el Ser existe, ya que es a él a quien corresponde la existencia, en tanto es negada a lo que no es” (p. 51). El mundo sensible de las apariencias, que proclama que el no-ser existe engaña a los hombres, los invita a transitar un sendero que jamás conducirá a la obtención de la verdad. Por eso la diosa aconseja al poeta no dejarse influenciar por el mundo sensible. “Porque jamás fuerza alguna someterá el principio: que el No-Ser sea. Pero tú, no obstante, aleja tu pensamiento de esta vía y no te dejes llevar sobre ella por la fuerza rutinaria de la costumbre, ni manejando tus ojos irreflexivamente, ni tus oídos que recogen todos los ecos, ni acaso tu lengua; juzga, por el contrario, con razones que admitan múltiples pruebas, como las que yo te he mostrado” (ps. 51/52). Parménides trasciende el orden sensible de los entes y afirma la existencia y la inteligibilidad del ser. Su existencia demuestra que el ser presenta una serie de características que el filósofo pasa a detallar a continuación.
“Muchos indicios que ella (la existencia del ser) nos muestra permiten afirmar que el Ser es increado e imperecedero, puesto que posee todos sus miembros, es inmóvil y no conoce fin. No fue jamás ni será, ya que es ahora, en toda su integridad, uno y continuo. Porque en efecto, ¿qué origen podrías buscarle? ¿De dónde le vendría su crecimiento? No te permitiré que me digas o que pienses que haya podido venir del No-Ser, porque no se puede decir ni pensar que el Ser no sea” (p. 52). Es imposible determinar el origen del ser, su crecimiento, ya que es eterno. No existe para Parménides necesidad alguna que lo haya hecho surgir en un momento determinado, nacer de la nada y crecer. El ser, entonces, existe absolutamente. Es imposible, por ende, que en el curso del tiempo el ser se destruya. En el pensamiento de Parménides queda extinguido el nacimiento del ser e ignorada su destrucción. El ser, por ende, uno, inmutable, individual, homogéneo, todo continuo, perfecto e inmóvil, pero no infinito (para Parménides el Ser es una esfera). “No es igualmente divisible, puesto que es todo él homogéneo. Nada hay de más que llegue a romper su continuidad, ni nada de menos, puesto que todo está lleno de Ser. De ahí su condición de todo continuo, ya que el Ser toca el Ser. Inmóvil, por otra parte, en los límites de sus grandes vínculos, carece de principio y de fin, puesto que nacimiento y destrucción aparecen muy alejados, rechazados ya por la verdadera fe. Como lo mismo que permanece en lo mismo, en sí mismo descansa y así prosigue inmutable en el mismo lugar, porque la poderosa Necesidad lo mantiene en los lazos del límite que aprisiona su contorno. No queda, pues, permitido al Ser el puro inacabamiento, ya que está claro que no carece de nada, porque, de carecer de algo, carecería de todo” (ps. 53/54). Pensamiento y aquello que se piensa son para Parménides la misma cosa. Sólo acudiendo al ser puede encontrarse el pensar. Fuera del ser no hay nada (ni habrá) ya que por la fuerza del destino quedó sujeto a una totalidad que es inmóvil. Y remarca su finitud: “Además, y dado que posee un último límite, el Ser está terminado por todas partes, semejantes a la masa de una esfera bien redondeada, igual en todas direcciones a partir del centro. Ni mayor ni menor podría ser en cualquiera de sus partes. No hay en efecto un No-Ser que le impida alcanzar la homogeneidad, ni Ser alguno que pueda aumentarlo o disminuirlo, ya que por entero se manifiesta inviolable. Así, pues, idéntico por todas partes a sí mismo, alcanza igualmente sus límites” (ps. 54/55).
La relevancia de Parménides en la historia de la filosofía es incuestionable. Con él tomaron forma el idealismo y el racionalismo, y la realidad quedó escindida en dos mundos: el de las cosas sensibles (mundo aparente), del que sólo cabe emitir una mera opinión; y el del ser inteligible, que existe realmente y donde se inserta el saber genuino.
Publicado en el portal rosarino Ser y Sociedad el 12/7/010.
El filósofo del devenir
Heráclito (540-484 antes de Cristo) es el más importante exponente de la filosofía del devenir. De origen aristocrático nació aparentemente en Efeso (ciudad de Jonia). Según la leyenda Heráclito fue un hombre alejado del poder y de los vínculos con sus semejantes. De su obra lograron conservarse 126 fragmentos de difícil lectura y comprensión, lo que justifica el calificativo de “oscuro” que le adjudicaron sus contemporáneos. Es imposible referirse a Heráclito sin hacer mención de Parménides, el filósofo del ser. Los historiadores no se ponen de acuerdo a la hora de determinar si Heráclito precedió a Parménides o viceversa. Lo cierto es que vivieron entre fechas muy aproximadas y representan dos maneras opuestas de concebir el mundo desde la filosofía. Pese a la oscuridad de su pensamiento es factible distinguir ciertas ideas medulares. Sin embargo, intentar armonizarlas e integrarlas no resulta sencillo. Lo primero que hay que destacar de Heráclito es que, a diferencia de Parménides, destacó el carácter cambiante de la realidad. El devenir, el cambio, el incesante fluir de las cosas, es lo único existente. Heráclito lo dice en los siguientes fragmentos: “Diversas aguas fluyen para los que se bañan en los mismos ríos. Y también las almas se evaporan de las aguas” (frag. 12) (“Parménides-Zenón-Meliso (Escuela de Elea). Fragmentos”, Ediciones Orbis, S.A., Barcelona, 1983, p. 200); “No se puede sumergir dos veces en el mismo río. Las cosas se dispersan y se reúnen de nuevo, se aproximan y se alejan” (frag. 91) (p. 237). ¿Cómo se expresa este devenir? En una suerte de sucesión entre términos contrarios (la noche y el día, por ejemplo). El conflicto, entonces, es el motor de la realidad. He aquí algunos de los fragmentos en donde Heráclito expone esta concepción: “Son uniones: lo entero y lo no entero, lo concorde y lo discorde, lo consonante y lo disonante, y del todo el uno y del uno el todo” (frag. 10) (p. 199); “La guerra es el padre y el rey de todas las cosas. A algunas ha convertido en dioses, a otras en hombres; a algunas ha esclavizado y a otras ha liberado” (frag. 53) (p. 22º); “Debemos saber que la guerra es común a todos y que la discordia es justicia y que todas las cosas se engendran de discordia y necesidad” /frag. 80) (p. 232). La realidad, según Heráclito, no sería estable sino un puro devenir. El movimiento se transforma en una idea medular de la filosofía del devenir.
Sin embargo, hay fragmentos donde parece que el pensamiento heraclíteo se aparta de ese enfoque. Son aquellos donde aparece el logos, vocablo clave del lenguaje científico de Occidente. El logos es aquel principio universal que penetra y gobierna a la realidad. Así concebido, el logos heraclíteo sería, a la vez, ley natural, social y moral. He aquí algunos de los fragmentos donde Heráclito se refiere al logos: “No obstante de que esta razón (logos) es siempre verdadera, sin embargo los hombres son incapaces de comprenderla cuando la oyen por primera vez, y aun después de haberla oído en alguna forma. Porque, a pesar de que todas las cosas están sometidas al devenir de acuerdo a esta razón, parece como si los hombres no tuvieran de ello ninguna experiencia, cuando seleccionan palabras y hechos tal como lo expongo, dividiendo a cada una de las cosas de acuerdo a su clase y manifestando cómo es verdadera. Pero otros hombres ignoran lo que hacen cuando están despiertos, así como olvidan lo que hacen en el sueño” (frag. 1) (p. 194); “Debemos seguir lo común; sin embargo, a pesar de que la razón es común, los más viven como si fueran poseedores de sabiduría propia” (frag. 2) (ps. 195/96); “Si atienden no a mí, sino a la razón, estarán de acuerdo en que la sabiduría consiste en que lo uno es todo” (frag. 50) (p.218). ¿Es el logos una inteligencia superior y trascendente a la realidad sensible o, por el contrario, sólo constituye una ley inmanente del devenir universal? En principio, el logos heraclíteo no trascendería al flujo de los acontecimientos.
Otra cuestión trascendente en Heráclito es su concepción del fuego como principio fundador de todas las cosas. Dice el filósofo: “Este mundo, que es el mismo para todos, no lo hizo ningún dios o ningún hombre; sino que fue siempre, es ahora y será fuego siempre viviente, que se prende y apaga medidamente” (frag. 30) (p. 208); “Transformaciones del fuego: primeramente la mar, pero del mar una mitad tierra, la otra mitad soplo ardiente” (frag. 31) (p. 209); “El rayo (manera de ser del fuego) gobierna todas las cosas” (frag. 64) (p. 224); “El fuego al avanzar juzgará y condenará todo” (frag. 66) (p. 225); “El fuego vive de la muerte del aire, y el aire de la muerte del fuego; el agua vive de la muerte de la tierra, y la tierra de la muerte del agua” (frag. 76) (p. 230). ¿El fuego se vincula de alguna manera con el logos? ¿Son la misma cosa? Aparentemente el fuego heraclíteo quedaría limitado al mundo físico. Sería, entonces, un principio físico, no metafísico. En consecuencia, no se presentaría como un símbolo del logos (razón), principio éste, sostiene García Venturini, que mejor reflejaría la noción de arché. Heráclito también hace alusión a Dios y al alma: “Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, hartura y hambre; pero adopta diversas formas, al igual que el fuego, cuando se mezcla con especias, que toman el nombre de acuerdo a la fragancia de cada una de ellas” (frag. 67) (p. 225); “Así como la araña, que está en el centro de la tela, siente de inmediato cuando una mosca destruye alguno de sus hilos y corre rápidamente allí como doliéndose del corte de hilo, así el alma del hombre lesionada en alguna parte del cuerpo se dirige rápidamente allí turbada por la lesión del cuerpo, al cual está unida firme y proporcionalmente” (frag. 67) (p. 226); “Pertenece al alma una razón que está en crecimiento continuo” (frag. 115) (p. 246).
Qué duda cabe que Heráclito fue un filósofo de excepción, capaz de elaborar un complejo y riquísimo pensamiento que hizo posible el surgimiento de disímiles interpretaciones. Por ejemplo, para Spengler fue un materialista y para Jaeger, un teólogo. Como bien señala García Venturini, cuando se analiza una reflexión tan oscura y laberíntica como la de Heráclito lo más conveniente es esmerarse por comprender qué quiso decir el filósofo sobre Dios, el logos y el fuego, en lugar de pretender forzar su pensamiento para que legitime posturas tan diversas como el materialismo, el idealismo, el positivismo y la dialéctica.
Publicado en el portal rosarino Ser y Sociedad el 27/7/010.
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