¡Gloria y honor a esta nación primogénita de Cristo, cuya historia no debe ser sepultada!
Hoy, 24 de abril se conmemoran 105 años del genocidio armenio, el asesinato de más de un millón y medio de cristianos de esta nacionalidad perpetrado por el Imperio Turco Otomano entre 1915 y 1923. La masacre comenzó el 24 de abril de 1915, cuando las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de la comunidad de armenios en Constantinopla (actualmente Estambul). La cifra de detenidos ascendió a 600 los siguientes días.
Más adelante, el Gobierno ordenaría la expulsión de toda la población armenia, que tuvo que caminar cientos de kilómetros por el desierto, sufriendo hambre, sed, pérdidas de vidas humanas, robos y violaciones por parte de los gendarmes musulmanes que debían protegerlos, a menudo en combinación con bandas de asesinos y bandoleros.
El 29 de septiembre de 1915, Talat Pashá, Ministro del Interior del Gobierno Imperial Turco escribía al gobernador de Aleppo:
“… todos los armenios vivos en Turquía deben ser destruidos y aniquilados… sin tener consideración que sean mujeres, niños o discapacitados, su verdadera existencia debe ser terminada no importa cuan terribles los medios de destrucción puedan ser y sin ser conmovidos por sentimientos de compasión.”
Bajo estas premisas un millón y medio de armenios fueron asesinados, después de padecer tormentos inimaginables. Así, entre 1915 y 1923 fue eliminada un tercio de la población armenia de Turquía.
La confiscación de propiedades y profanaciones de iglesias estuvo a la orden del día, todo con el único objetivo de eliminar no solo a la población armenia, sino también su cultura, y finalmente, cualquier vestigio de su presencia en la región.
“En esos días aciagos había llegado el momento en que ya era imposible ser armenio en este mundo. Parecía que se había perdido toda esperanza y el libro de la historia armenia se había enterrado en sangre” (Palabras de Vasken I, catolicós de los armenios, con Motivo del Cincuentenario de la Gran tragedia).
Un reconocimiento centenario
El 12 de abril del 2015, el Papa Francisco celebró una Misa especial en la Basílica de San Pedro, a la que asistieron miles de fieles para conmemorar los 100 años del genocidio.
“La humanidad conoció en el siglo pasado tres grandes tragedias inauditas: la primera, que generalmente es considerada como ‘el primer genocidio del siglo XX’, afligió a su pueblo armenio –primera nación cristiana–, junto a los sirios católicos y ortodoxos, los asirios, los caldeos y los griegos”, expresó en su homilía.
Recordó que “fueron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos e incluso niños y enfermos indefensos”. Es “necesario recordarlos, es más, es obligado recordarlos, porque donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta; esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla”, afirmó el Papa.
Dos días después, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan acusó al Pontífice de sacar los hechos de su “contexto”.
En el marco de la Primera Guerra Mundial, el genocidio armenio, consistió en el exterminio sistemático y premeditado de los armenios del Imperio Otomano y luego de la República de Turquía, ejecutado frente al silencio de la comunidad internacional.
“Yo condeno al Papa y le advierto de que no cometa errores como este otra vez”, manifestó Erdogan. Turquía aún no reconoce este genocidio.
El silencio cómplice de las potencias occidentales, sumado al negacionismo instaurado por Turquía dentro de sus fronteras y fomentado hacia el exterior, constituyen un agravante.
El artículo 301 del Código penal turco castiga los “insultos a la Nación Turca”. Esta figura, da plena libertad a los magistrados para procesar a quienes toquen un tema tan sensible como la cuestión armenia.
Sin embargo, el 15 de abril de ese año, el Parlamento Europeo aprobó una resolución donde elogia el discurso de Francisco y exhorta a Turquía que reconozca lo sucedido entre 1915 y 1917 como un “genocidio”.
Por su parte, la Iglesia Apostólica Armenia (cristianos no católicos), declaró el 23 de abril de 2015 “mártires” al millón y medio de víctimas del holocausto.
Armenia fue la primera nación en proclamarse cristiana en el mundo, en el año 301, incluso antes que Francia (la «hija primogénita de la Iglesia», como se la llama, pero de Occidente).
Para quien desee darse una idea de lo que esto significó, recomendamos la película tiulada The Promise (La Promesa), de 2016, disponible en varios portales y basada en historias reales (también existe otra más antigua titulada «Ararat»).
abril 24, 2020 Que No Te La Cuenten
Más adelante, el Gobierno ordenaría la expulsión de toda la población armenia, que tuvo que caminar cientos de kilómetros por el desierto, sufriendo hambre, sed, pérdidas de vidas humanas, robos y violaciones por parte de los gendarmes musulmanes que debían protegerlos, a menudo en combinación con bandas de asesinos y bandoleros.
El 29 de septiembre de 1915, Talat Pashá, Ministro del Interior del Gobierno Imperial Turco escribía al gobernador de Aleppo:
“… todos los armenios vivos en Turquía deben ser destruidos y aniquilados… sin tener consideración que sean mujeres, niños o discapacitados, su verdadera existencia debe ser terminada no importa cuan terribles los medios de destrucción puedan ser y sin ser conmovidos por sentimientos de compasión.”
Bajo estas premisas un millón y medio de armenios fueron asesinados, después de padecer tormentos inimaginables. Así, entre 1915 y 1923 fue eliminada un tercio de la población armenia de Turquía.
La confiscación de propiedades y profanaciones de iglesias estuvo a la orden del día, todo con el único objetivo de eliminar no solo a la población armenia, sino también su cultura, y finalmente, cualquier vestigio de su presencia en la región.
“En esos días aciagos había llegado el momento en que ya era imposible ser armenio en este mundo. Parecía que se había perdido toda esperanza y el libro de la historia armenia se había enterrado en sangre” (Palabras de Vasken I, catolicós de los armenios, con Motivo del Cincuentenario de la Gran tragedia).
Un reconocimiento centenario
El 12 de abril del 2015, el Papa Francisco celebró una Misa especial en la Basílica de San Pedro, a la que asistieron miles de fieles para conmemorar los 100 años del genocidio.
“La humanidad conoció en el siglo pasado tres grandes tragedias inauditas: la primera, que generalmente es considerada como ‘el primer genocidio del siglo XX’, afligió a su pueblo armenio –primera nación cristiana–, junto a los sirios católicos y ortodoxos, los asirios, los caldeos y los griegos”, expresó en su homilía.
Recordó que “fueron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos e incluso niños y enfermos indefensos”. Es “necesario recordarlos, es más, es obligado recordarlos, porque donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta; esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla”, afirmó el Papa.
Dos días después, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan acusó al Pontífice de sacar los hechos de su “contexto”.
En el marco de la Primera Guerra Mundial, el genocidio armenio, consistió en el exterminio sistemático y premeditado de los armenios del Imperio Otomano y luego de la República de Turquía, ejecutado frente al silencio de la comunidad internacional.
“Yo condeno al Papa y le advierto de que no cometa errores como este otra vez”, manifestó Erdogan. Turquía aún no reconoce este genocidio.
El silencio cómplice de las potencias occidentales, sumado al negacionismo instaurado por Turquía dentro de sus fronteras y fomentado hacia el exterior, constituyen un agravante.
El artículo 301 del Código penal turco castiga los “insultos a la Nación Turca”. Esta figura, da plena libertad a los magistrados para procesar a quienes toquen un tema tan sensible como la cuestión armenia.
Sin embargo, el 15 de abril de ese año, el Parlamento Europeo aprobó una resolución donde elogia el discurso de Francisco y exhorta a Turquía que reconozca lo sucedido entre 1915 y 1917 como un “genocidio”.
Por su parte, la Iglesia Apostólica Armenia (cristianos no católicos), declaró el 23 de abril de 2015 “mártires” al millón y medio de víctimas del holocausto.
Armenia fue la primera nación en proclamarse cristiana en el mundo, en el año 301, incluso antes que Francia (la «hija primogénita de la Iglesia», como se la llama, pero de Occidente).
Para quien desee darse una idea de lo que esto significó, recomendamos la película tiulada The Promise (La Promesa), de 2016, disponible en varios portales y basada en historias reales (también existe otra más antigua titulada «Ararat»).
abril 24, 2020 Que No Te La Cuenten
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