Por Omar López Mato
La gripe española fue la gran pandemia del siglo XX. Sin embargo y a pesar de su nombre, no se generó en España, sino en Estados Unidos.
La gripe española fue la gran pandemia del siglo XX. Sin embargo y a pesar de su nombre, no se generó en España, sino en Estados Unidos.
Curiosamente, uno de los países más afectados fue China. Esta es la historia detallada de una afección que costó entre 50 y 100 millones de vidas, en medio de una de las guerras más atroces que haya conocido la humanidad.
El condado de Haskell, está muy cerca de Dodge City, la legendaria ciudad del Far West, cabecera del ferrocarril donde se embarcaba el ganado que crecía en Texas y Arkansas, con destino a los frigoríficos de Chicago. Era esta una tierra de extremos donde la temperatura podía tener registro bajo cero y en el verano trepar arriba de los 30°C. El lugar sufría sequías que quemaban la tierra en lluvias torrenciales que anegaban al condado. Pocas personas vivían en ese lugar barrido por vientos que solían convertirse en ciclones.
El único médico de pueblo se llamaba Loring Miner, un profesional egresado de la universidad de Atenas, Ohio, quien era también un enamorado de los clásicos griegos. No le iba a mal a Miner, ya que no solo era el médico del lugar, sino también el dueño de la única farmacia y almacén. Se había casado con la hija del mayor terrateniente de Kansas y fue candidato a diputado por Partido Demócrata. A pesar de sus múltiples intereses Miner se mantenía actualizado. De mente abierta a las novedades científicas, había aceptado las teorías de Pasteur y construido un laboratorio para la mejor atención de sus pacientes. Era uno de los pocos médicos que sabía usar las antitoxinas para la difteria y el tétano. Su hijo había seguido los pasos de Miner y era médico de la marina americana.
En esos tiempos los médicos se trasladaban a visitar a su paciente. Miner podía viajar kilómetros para verlos, en caballo, en automóvil o tren. En febrero de 1918 uno de sus pacientes le consultó por fiebre, dolor de cabeza, molestias musculares y tos sin expectoración. Para Miner el diagnóstico era claro: influenza, o como le decían los franceses, la grippe. Sin embargo algo le llamó la atención, la violencia de la sintomatología. Los casos se repitieron y Miner vio como esos hombres robustos y trabajadores, hechos a la adversidad, caían víctimas de la enfermedad como si les hubiesen disparado con una de esas Colt que muchos usaban al cinto.
Hombre de ciencia, Miner tomaba muestras de esputo y orina para llegar a conclusiones diagnósticas. Sin embargo estos casos lo tenían desconcertado. Las revistas que consultaba no hacían referencia a un cuadro tan brusco. De a poco sus pacientes se recuperaban y volvían al trabajo. Los diarios locales solo hacían referencias elípticas a estos enfermos. Eran tiempos de guerra y existía una censura autoimpuesta. Sin embargo el Dr. Miner, a pesar que no hacía falta reportar los casos de influenza, decidió dar aviso a las autoridades sanitarias. De esta forma, quedó consignada una nueva y severa forma clínica de gripe que estaba afectando al condado de Haskell.
En esos días un joven soldado acantonado en Camp Funston visitó a su familia en Haskell, justo cuando su hermano caía enfermo. Por una semana lo cuidó y una vez recuperado, volvió a Funston donde esperaba cumplir con su deber patriótico. La guerra en Europa se había convertido un tema de incumbencia norteamericana después del hundimiento del HMS Lusitania.
Congestionamiento
El condado de Haskell, está muy cerca de Dodge City, la legendaria ciudad del Far West, cabecera del ferrocarril donde se embarcaba el ganado que crecía en Texas y Arkansas, con destino a los frigoríficos de Chicago. Era esta una tierra de extremos donde la temperatura podía tener registro bajo cero y en el verano trepar arriba de los 30°C. El lugar sufría sequías que quemaban la tierra en lluvias torrenciales que anegaban al condado. Pocas personas vivían en ese lugar barrido por vientos que solían convertirse en ciclones.
El único médico de pueblo se llamaba Loring Miner, un profesional egresado de la universidad de Atenas, Ohio, quien era también un enamorado de los clásicos griegos. No le iba a mal a Miner, ya que no solo era el médico del lugar, sino también el dueño de la única farmacia y almacén. Se había casado con la hija del mayor terrateniente de Kansas y fue candidato a diputado por Partido Demócrata. A pesar de sus múltiples intereses Miner se mantenía actualizado. De mente abierta a las novedades científicas, había aceptado las teorías de Pasteur y construido un laboratorio para la mejor atención de sus pacientes. Era uno de los pocos médicos que sabía usar las antitoxinas para la difteria y el tétano. Su hijo había seguido los pasos de Miner y era médico de la marina americana.
En esos tiempos los médicos se trasladaban a visitar a su paciente. Miner podía viajar kilómetros para verlos, en caballo, en automóvil o tren. En febrero de 1918 uno de sus pacientes le consultó por fiebre, dolor de cabeza, molestias musculares y tos sin expectoración. Para Miner el diagnóstico era claro: influenza, o como le decían los franceses, la grippe. Sin embargo algo le llamó la atención, la violencia de la sintomatología. Los casos se repitieron y Miner vio como esos hombres robustos y trabajadores, hechos a la adversidad, caían víctimas de la enfermedad como si les hubiesen disparado con una de esas Colt que muchos usaban al cinto.
Hombre de ciencia, Miner tomaba muestras de esputo y orina para llegar a conclusiones diagnósticas. Sin embargo estos casos lo tenían desconcertado. Las revistas que consultaba no hacían referencia a un cuadro tan brusco. De a poco sus pacientes se recuperaban y volvían al trabajo. Los diarios locales solo hacían referencias elípticas a estos enfermos. Eran tiempos de guerra y existía una censura autoimpuesta. Sin embargo el Dr. Miner, a pesar que no hacía falta reportar los casos de influenza, decidió dar aviso a las autoridades sanitarias. De esta forma, quedó consignada una nueva y severa forma clínica de gripe que estaba afectando al condado de Haskell.
En esos días un joven soldado acantonado en Camp Funston visitó a su familia en Haskell, justo cuando su hermano caía enfermo. Por una semana lo cuidó y una vez recuperado, volvió a Funston donde esperaba cumplir con su deber patriótico. La guerra en Europa se había convertido un tema de incumbencia norteamericana después del hundimiento del HMS Lusitania.
Congestionamiento
Los jóvenes corrieron a enlistarse y eso produjo un congestionamiento en los cuarteles. Camp Funston no era una excepción. Allí se juntaban 56.000 soldados cuando solo tenían capacidad para albergar 40.000, y para empeorar las cosas ese invierno fue uno de los más fríos que se recordara. Los jóvenes se apiñaban para mantener el calor, ya que el ejército no había provisto suficiente indumentaria ni alimentos para esta contingencia. Sin saberlo estaban incubando el desastre. El 4 de marzo un soldado que trabajaba en la cocina se reportó enfermo. A las 3 semanas 1.100 hombres eran admitidos al hospital, de ellos 237 sufrieron neumonía y 38 fallecieron. Mientras tanto muchos de los hombres del cuartel estaban camino a Europa.
A lo largo de 36 meses el virus se expandió por el mundo afectando a 500 millones de personas, ocasionando entre 17 y 50 millones de muertes (algunos historiadores estiran la cifra a 100 millones).
Nadie está seguro si realmente la gripe se inició en Haskell county, un lugar alejado e inhóspito, poco probable para que un virus mute. Algunas investigaciones hechas con tecnología del siglo XXI apoyan la posibilidad que el virus H1N1 se haya generado algún tiempo antes. Profesionales del Instituto Pasteur de París creen que este virus se generó en China y viajó a EEUU a través de sus trabajadores o llegó a Europa por los casi 100.000 chinos llevados por los ingleses y franceses para realizar labores en la retaguardia.
De una cosa se está segura, la guerra con la enorme movilización de personas, las malas condiciones climáticas y la desnutrición, asistieron a crear la pandemia más grave que había conocido la humanidad desde 1350 y que el primero en reportar estos casos de gripe fue un médico de Haskell County que admiraba a los griegos...
A lo largo de 36 meses el virus se expandió por el mundo afectando a 500 millones de personas, ocasionando entre 17 y 50 millones de muertes (algunos historiadores estiran la cifra a 100 millones).
Nadie está seguro si realmente la gripe se inició en Haskell county, un lugar alejado e inhóspito, poco probable para que un virus mute. Algunas investigaciones hechas con tecnología del siglo XXI apoyan la posibilidad que el virus H1N1 se haya generado algún tiempo antes. Profesionales del Instituto Pasteur de París creen que este virus se generó en China y viajó a EEUU a través de sus trabajadores o llegó a Europa por los casi 100.000 chinos llevados por los ingleses y franceses para realizar labores en la retaguardia.
De una cosa se está segura, la guerra con la enorme movilización de personas, las malas condiciones climáticas y la desnutrición, asistieron a crear la pandemia más grave que había conocido la humanidad desde 1350 y que el primero en reportar estos casos de gripe fue un médico de Haskell County que admiraba a los griegos...
Omar López Mato (5/5/20)
Diario La Prensa (Bs. As) 6/5/20
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