lunes, 12 de octubre de 2020

Para hacer memoria. Los sacrificios de niños incas

 

Hoy, 12 de Octubre de 2020, conmemoramos un aniversario más del inicio de la Conquista y Evangelización de América, una de las gestas más grandes (sino la mayor) que haya dado la historia.

Bendigamos a Dios, démosle gracias y leamos los extractos de este artículo aparecido hace días en el diario liberal “La Nación” que, a pesar de suavizar el tema, no deja de escupir ciertas verdades para,

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE

Niños del Llullaillaco: la historia de los incas sacrificados

y momificados en Salta, a 20 años de su hallazgo


Fuente La Nación

Por Julia D’Arrisso

 Hace más de 20 años, tres niños lograron conmover a la comunidad científica del país y del mundo cuando sus restos fueron encontrados cerca de la cima del volcán Llullaillaco, en Salta (…).

En 1999, una expedición dirigida por Johan Reinhard, explorador de la National Geographic Society junto a su colega Constanza Ceruti, de la Universidad Católica de Salta, descubrió los cuerpos de tres niños en lo alto del volcán Llullaillaco. Estos tres pequeños eran de origen inca y fueron ofrendados a la montaña como parte de un ritual sagrado conocido como «capacocha», más de 500 años atrás.

En esa ceremonia, los incas llevaban a los niños en una extensa procesión que partía desde Cuzco hasta la montaña -donde fueron sepultados los cuerpos, a 6739 metros de altura– con el objetivo de «entregarlos» a los dioses.

«Para los incas, en la ‘capacocha’ los niños no morían, sino que era un tránsito para encontrarse con los ancestros y convertirse en dioses protectores de las comunidades” (…). Cada niño se encontraba en una pequeña tumba individual a 1,80 metros de profundidad. Estaban enterrados y rodeados de una serie de objetos que constituían su ajuar» (…).

«La doncella», de aproximadamente 15 años de edad, pudo haber sido una de las mujeres elegidas como «vírgenes del sol» por los incas (…). De aproximadamente 15 años de edad: fue descubierta sentada, con las piernas cruzadas y los brazos apoyados sobre el vientre (…). Se cree que la joven pudo haber sido una de las mujeres especialmente (…) para ser ofrendada a los dioses incas”.

El segundo de los pequeños, «el niño», de alrededor de siete años, fue hallado sentado de rodillas sobre una túnica gris, vestido con una prenda color rojo, una vincha sobre la frente y un adorno de plumas, con la mirada puesta en dirección al sol naciente.

La última de las jóvenes del Llullaillaco es «la niña del rayo», de un poco más de seis años, llamada de esta forma porque en algún momento, desde que fue enterrada en su tumba en la montaña, un rayo impactó sobre la superficie y quemó parte de su rostro y su hombro. La encontraron sentada con las piernas flexionadas y las manos semiabiertas, con un vestido marrón y cubierta con una manta de lana.

Según el sitio de National Geographic, a partir del análisis bioquímico del cabello de «la doncella», se detectó que la niña experimentó cambios en su alimentación un tiempo antes del sacrificio (…). En los últimos meses de su vida ingirió grandes cantidades de alcohol y coca, utilizados para inducir estados alterados de conciencia asociados con lo sagrado, aunque es probable que estas sustancias intentaran sedar a los niños en la alta montaña antes de enfrentar su destino.

Más de 20 años pasaron desde su hallazgo, pero los niños de Llullaillaco todavía conservan pistas que servirán para descifrar nuevos detalles sobre la vida de los incas.

 octubre 12, 2020 Que No Te La Cuenten
 

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