sábado, 20 de noviembre de 2010

20 DE NOVIEMBRE – COMBATE DE LA VUELTA DE OBLIGADO


Por/ Roberto Bardini

"Batalla en la que Álvaro Alzogaray defendió la soberanía argentina"

Este artículo es un homenaje a un militar patriota y corajudo, que de joven no podía pagar la escuela de su hija mayor. En una carta dirigida a un amigo, el oficial cuenta que lleva 32 días sin un centavo en sus bolsillos y que duerme sobre la tierra, tapado con un poncho. Sin embargo, dice que está dispuesto a enfrentar "a cuanto pícaro gringo hay en el mundo".
Desde luego que no se trata el capitán-ingeniero-economista Álvaro Alsogaray, apodado El Chancho en los años 60, sino su bisabuelo. El 20 de noviembre de 1845, el Alzogaray de este relato participó como oficial de la marina argentina en un desigual combate: estuvo al mando de uno de los cañones que desde las orillas del río Paraná enfrentaron a la poderosa escuadra naval anglo-francesa en la Vuelta de Obligado. La historia registra que peleó hasta que se le acabaron las balas. Su cañón, denominado Restaurador, fue el último en dejar de disparar contra el enemigo.

"Salud y ganas de pelear"
La batalla entre los criollos y los invasores extranjeros había comenzado a las ocho y media de la mañana. El historiador José María Rosa relata: "Alsogaray es quien más ha resistido: a las cuatro de la tarde le quedaba un solo tiro y, con serenidad, cargó un cañón y disparó la última andanada". Rosa escribe Alsogaray con la letra ese, tal como se conoce en la actualidad, pero en aquella época el apellido original era con zeta.
Hasta ese día, Álvaro José de Alzogaray era un casi desconocido oficial. Había nacido en 1811 y descendía, por el lado materno, de judíos portugueses que se radicaron en Brasil. En la familia de su madre -según la revista Nº 11 del Instituto de Ciencias Genealógicas, publicada en 1955- había "penitenciados de la nación hebrea" que se convirtieron al catolicismo. En Brasil se les conoce como "cristianos novos"; en el México virreinal, curiosamente, se les llamó "marranos".
Alzogaray había sido ayudante del almirante Guillermo Brown durante la guerra contra el Imperio de Brasil (1825-1828). Se destacó en 1844 bajo las órdenes del marino irlandés, cuando las fuerzas patriotas tomaron Maldonado, en la Banda Oriental. El fundador de la marina de guerra argentina no hablaba castellano; el joven lugarteniente, en cambio, sabía inglés y era el encargado de traducir sus órdenes a la tripulación y la tropa.
El oficial Alzogaray no ganaba mucho y además, como estaban en guerra, cobraba su salario cuando podía. En una carta a un amigo, redactada antes del enfrentamiento en la Vuelta de Obligado, narra que lleva 32 días sin un centavo en sus bolsillos y que duerme sobre la tierra, tapado con un poncho. Pero ahí está, auténticamente al pie del cañón. "Aún hay salud y ganas de pelear a cuanto pícaro gringo hay en el mundo", asegura. Sin embargo, le preocupa "no poder pagar la pensión de mi hija mayor en el colegio".

El bloqueo a Buenos Aires
En 1845, el brigadier general Juan Manuel de Rosas gobierna la Confederación Argentina. La escuadra anglo-francesa, integrada por 11 buques de guerra y 40 barcos mercantes, ha invadido aguas territoriales desde principios de noviembre, con el pretexto de
"atenuar" las tensiones entre Buenos Aires y Montevideo.
El verdadero objetivo de Gran Bretaña y Francia era navegarlibremente por el Río de la Plata y los ramales interiores pertenecientes a su cuenca. Los invasores querían abrir una comunicación directa con
Paraguay y, en el trayecto, tener acceso a los mercados de las provincias ribereñas para vender sus productos. Los dos países contaban con el visto bueno de los unitarios, enemigos a muerte de los federales encabezados por Rosas.
En 1843, Florencio Varela había solicitado, como representante de los unitarios en Europa, la intervención armada anglo-francesa. En septiembre de 1845, ambas potencias declararon el bloqueo a Buenos
Aires.
Los agresores estaban secundados por una legión internacionalista al mando del italiano Giusseppe Garibaldi, quien remontó el río Uruguay y ocupó Gualeguaychú, en Entre Ríos. El general Justo José de Urquiza capturó a Garibaldi y lo hizo azotar "por actos de piratería". El legendario soldado de fortuna, que no era cobarde, se cubrió de gloria en otras latitudes pero nunca más regresó al Río de la Plata.

Talla de valientes
Para enfrentar a los atacantes, los criollos se instalan en un paraje conocido como la Vuelta de Obligado (entre los pueblos de San Pedro y Ramallo, hoy provincia de Buenos Aires), donde el río Paraná tiene 700 metros de ancho y una curva muy marcada que dificulta la navegación a vela. El general Lucio Mansilla está al frente de los defensores. Cuentan con 30 cañones -la mayoría de bronce- de calibres 8, 10, 12 y 20, que resultan insignificantes en comparación con la artillería del enemigo: 99 cañones de calibres 24 y 80.
Falta armamento pero sobra ingenio y valentía. Mansilla ordena tender de una orilla a la otra tres gruesas cadenas montadas sobre 24 botes. La barrera está custodiada por Republicano, el único barquito de guerra nacional. En tierra, 2 mil gauchos mal armados y peor comidos constituyen la infantería y la caballería. Los de a pie permanecen cuerpo a tierra, con fusiles de escaso alcance; los montados empuñan sables y lanzas tacuaras.
La pelea dura ocho sangrientas horas. Los argentinos sufren la peor parte: 250 muertos, 400 heridos y 21 cañones destruidos. El propio general Mansilla es lesionado en el estómago por esquirlas de metralla al dirigir una de las cargas. Los atacantes incendian las lanchas que sostienen las cadenas. Cuando el capitán del Republicano ve que no puede enfrentar a las naves enemigas, ordena a su tripulación abandonar el buque y lo hace explotar en el medio del río, para dificultar el avance enemigo.
Ingleses y franceses sufren, en comparación, pocas bajas: 26 muertos y 86 heridos. Pero los daños en sus buques obligan a la escuadra a permanecer 40 días en la Vuelta de Obligado para repararlos. Su triunfo es relativo: logran pasar pero fracasan en su intento de ocupar las costas. Y los barcos mercantes no venden un solo producto.

Unidos contra la agresión extranjera
Las noticias del desigual combate se divulgan por todo el continente. Los gobiernos de Chile y Brasil, hasta entonces adversos a Juan Manuel de Rosas, manifiestan su apoyo a la Confederación Argentina. La prensa de Estados Unidos, país entonces considerado cuna de la democracia americana, elogia al caudillo federal. El general unitario Martiniano Chilavert ofrece unirse a los rosistas para combatir a "los enemigos europeos".
Otro unitario, Rafael Hernández, hermano del autor de Martín Fierro, describe el enfrentamiento con admiración, dejando de lado intereses partidistas: "Los jefes vencedores al elevar el parte oficial a sus respectivos gobiernos, hacían elogios muy honrosos del valor y perseverancia a nuestros bravos, que morían dando vivas entusiastas a la independencia americana (.). Aquel día fue un verdadero triunfo para las armas de Buenos Aires, por el valor heroico que desplegaron nuestros guerreros, y como combate naval, es uno de los más grandes y gloriosos que se registran".
El historiador Ernesto Palacio afirma: "Todas las provincias, con sus gobernadores y legisladores, se pronunciaron contra la agresión y ofrecieron sus contingentes para resistir. El glorioso general San Martín escribía desde su retiro poniendo su espada y su persona al servicio de la nación y felicitaba al gobernador de Buenos Aires como defensor de la Independencia Americana" (Historia de la Argentina - 1515-1943, editorial A. Peña Lillo).
Un año después del heroico combate de la Vuelta de Obligado, Alzogaray sigue dando qué hablar. El 19 de noviembre de 1846, recupera -al abordaje, espada en mano y en lucha cuerpo a cuerpo- la goleta Federal, capturada por las fuerzas anglo-francesas y que navegaba por el Paraná con la bandera británica.
El conflicto causa grandes pérdidas comerciales a las dos potencias europeas, que deciden iniciar negociaciones de paz en forma separada. Inglaterra firma un tratado el 24 de noviembre de 1849 y Francia el 31 de agosto del año siguiente.

Revancha al revés... y con faldas
Rosas fue derrocado por Urquiza en 1850 y partió hacia Inglaterra, donde murió en el exilio. A pesar de su honorable foja de servicios, Alzogaray cayó en desgracia. Las nuevas autoridades lo enviaron lejos del mar, del puente de mando y de la tropa: terminó en tierra firme, como jefe de correos en Santa Fe. Tiempo después, fue editor del Diario de Operaciones de la Guerra del Brasil.
Álvaro José de Alzogaray falleció el 31 de julio 1879, con el grado de coronel de marina. Ya no era rosista, sino partidario de Bartolomé Mitre. Se había unido a la logia masónica de San Juan de la Fe, en la ciudad entrerriana de Paraná, donde la solidaridad de sus hermanos lo rescató del injusto ostracismo.
Un siglo y medio después, una de sus descendientes, llamada María Julia -hija del insólito ex capitán-ingeniero devenido en economista- "se iba a tomar desquite con la misma fiereza que él peleaba por la pensión que no podía pagar", afirma Roberto Young en el ensayo Las Rotas Cadenas, publicado en 1993 con el seudónimo de "Santiago Sánchez". "Su bisabuelo defendió el país a sangre y fuego; ella lo entregó atado de pies y manos. Hizo un paquete con Aerolíneas, ENTel, Somisa y Gas del Estado, y los pícaros gringos no tuvieron inconveniente en aceptar el regalo, seguramente como reparación por las afrentas recibidas en Obligado".
La ley Nº 20.770 estableció el 20 de noviembre como Día de la Soberanía. No obstante, los historiadores oficiales -reacios a la controvertida figura de Rosas- continúan minimizando hasta el día de hoy el combate de la Vuelta de Obligado. Quizá dentro de cien años elogien a la irreductible María Julia y a su tenaz combate contra los recursos naturales, las empresas nacionales y los trabajadores argentinos.

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