miércoles, 10 de noviembre de 2010

La laica inquisición


       
Juan José García Posada
Juan José García Posad | Medellín | Publicado el 8 de noviembre de 2010

La visita del Papa a España ha causado un efecto reactivo al hacer que brotara el sarampión del laicismo anticlerical que rueda en los cómicos buses ateos de Barcelona, impulsados por los intentos de proscribir la expresión religiosa como si fuera una herejía que lesiona la religión suprema y excluyente del Estado.

En la Península ha reaparecido en los años recientes una feroz corriente laicista que parece decidida a erradicar toda huella de conciencia religiosa en los españoles. El sábado, en Santiago de Compostela, Benedicto Dieciséis aconsejó que España afronte el desafío del laicismo, el secularismo y el anticlericalismo, al tiempo que subrayó la defensa de la familia como el gran tema contemporáneo.

Podría presumirse que este viaje del Papa a España suavizaría las relaciones entre el gobierno de Rodríguez Zapatero y la Santa Sede y neutralizaría la agresiva tendencia laicista que emerge del Psoe y golpea muy en especial en Cataluña. ¿Habría una connotación sutil pero profunda en la ceremonia que Benedicto presidió ayer domingo en Barcelona, en la Catedral de la Sagrada Familia?

Al margen de cualquier conjetura política, lo cierto es que, para la cultura y el humanismo, la dedicación de esa catedral simbólica y misteriosa (obra del genial arquitecto modernista Antoni Gaudí, cuyo proceso de beatificación está avanzando) evidencia el interés del Papa en armonizar la fe y el arte, así como ha enfatizado como filósofo y teólogo en el diálogo entre fe y razón.

El laicismo agresivo está arreciando en Europa. Una de las puntas de lanza en España ha sido la cátedra obligatoria de educación para la ciudadanía, objetada por muchas organizaciones de la sociedad civil porque excluye a los padres de familia e impone la visión oficial en la formación moral e ideológica de los estudiantes.

La principal contradicción del laicismo absolutista reside en el ataque a los valores fundantes de la sociedad occidental y la consiguiente intolerancia contra el cristianismo, religión que en la época actual renueva la tolerancia y la solidaridad de su origen. Sólo sería legítima la religión oficial, la del Estado. Muchos españoles presienten un regreso a los tiempos de la antigua República del decenio del treinta en el siglo pasado.

De cualquier intento totalitario contra la religión puede temerse una respuesta más radical. El ejemplo más peligroso de esa lucha lo indica el extremismo anti-islamista del holandés Geert Wilders, el mismo de la violenta película Fitna . Claro que hasta ahora los laicistas a ultranza en España no se han atrevido a tocar el islamismo. Se anatematiza y persigue la religión, a menos que sea la estatal. Es la inquisición laica. Mejor dicho, la Laica Inquisición , hija espuria de la temible Santa Inquisición de hace más de medio milenio.

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