Consejero de Crese y Empresa Responsable, A. C.
La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) debe ser eminentemente práctica y personal; para cambiar las realidades del mundo conforme a las enseñanzas cristianas, específicamente, nos invita a asumir nuestras responsabilidades con el bien común y, particularmente para colaborar en la ayuda a las personas más necesitadas.
El cristianismo no es otra cosa que vivir las enseñanzas de Cristo en el mundo, no de una manera teórica, sino completamente práctica, tal como lo expresa Nuestro Señor en el Evangelio (Mt. 25, 34-36); Entonces dirá el rey a los de su derecha: «Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».
1. ¿Qué es la DSI? Es la doctrina moral que, conforme a las enseñanzas de Cristo, propone la Iglesia Católica para la realización de la persona en su vocación al amor y la vida eterna, a fin de santificar las realidades sociales, políticas, económicas y laborales, para que se acerquen cada vez más al ideal del Evangelio.
La DSI pone a la persona, creada a ¨imagen y semejanza de Dios¨ por encima de los recursos o instrumentos materiales; dinero, capital, partidos políticos y estado, los que deben estar al servicio de la persona y de la sociedad.
2. Fundamento. El primer fundamento de DSI es el mandamiento de Jesús de amar: Ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo. Éste es el primero y más importante de todos los mandamientos, y compendio de todas las leyes de Dios, y nos ayuda a superar la tendencia a ver la economía y la política como independientes de la moral, cuando es precisamente en esos campos en los que los cristianos hacemos realidad nuestra fe.
3. Los 4 principios de la DSI. Dignidad de la persona humana, bien común, subsidiariedad y solidaridad. Estos principios tienen un carácter general y fundamental, ya que se refieren a la realidad social
en su conjunto (Compendio de la DSI, n. 161), por lo que no pueden aplicarse separadamente.
Dignidad de la persona humana. Éste principio proporciona el fundamento para los derechos humanos. Toda persona, creada a imagen y semejanza de Dios, tiene una dignidad inalienable y, por tanto, debe ser tratada siempre como un fin y no como un medio.
Jesús, siempre enseñó el valor de la persona humana individual. El pastor deja las 99 ovejas para buscar a la perdida, porque cada persona es única e invaluable para Dios.
Bien común. Es el segundo principio de la DSI. El Concilio Vaticano II lo llama «el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección» («Gaudium et Spes»).
El hombre, creado a imagen de Dios que es comunión trinitaria de personas, puede alcanzar su perfección no aislado de los demás, sino a través del don de sí mismo en comunión con el bien social.
Subsidiariedad. Este principio nos enseña que las decisiones de la sociedad se deben quedar en el nivel más bajo posible, al nivel más cercano a los afectados por la decisión. Este principio se formuló cuando el mundo estaba amenazado por los sistemas totalitarios con sus doctrinas basadas en la subordinación del individuo a la colectividad. Nos invita a buscar soluciones para los problemas sociales en el sector privado antes que pedir al estado que interfiera.
Solidaridad. Este principio nos invita a tener más sensibilidad hacia los demás, especialmente hacia quienes sufren. Juan Pablo II escribía que no es «un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos» (SRS, 38).
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