El director del Observatorio Legal de la CTA aseguró que la detención del ferroviario Rubén “Pollo” Sobrero forma parte de una “plan de ajuste salarial”.
“Eso es una dedicatoria política por parte del Gobierno”, remarcó. Además, opinó que la Casa Rosada mandó un mensaje para “preparar la gobernabilidad” del segundo mandato de Cristina.
Horacio Meguira es “el abogado” de la CTA opositora que conduce Pablo Micheli. Titular del Observatorio Jurídico de esa central sindical, marcó un hito en las relaciones laborales cuando consiguieron que la Corte Suprema emitiera el famoso “Fallo ATE” que otorga a todos los delegados de base la misma cobertura sindical, sean o no de los gremios mayoritarios. Fue uno de los pasos más concretos en la búsqueda de la demorada libertad sindical. Exiliado en México en los 70, peronista y muy agradable conversador, este lunes regresó a los primeros planos al publicar en Clarín una columna en la que vincula la detención del “Pollo” Sobrero con la necesidad del Gobierno de disciplinar al sindicalismo, ante lo que intuye será una etapa de mayores restricciones económicas.
Meguira recibió a LPO en la flamante sede de la CTA en la avenida Lima al lado de la sede de la Uade. Un edificio reluciente que próximamente tapizará su fachada con gigantografías alusivas a su actividad, en un remix sindical de la iniciativa de Macri en el Mercado del Plata.
-Usted afirma en su columna que la detención de Sobrero forma parte de un plan del gobierno para disciplinar las demandas salariales antes el agravamiento del contexto inflacionario y el impacto de la crisis global ¿Podría desarrollar esa idea?
-El movimiento obrero nunca termina de legalizarse, siempre hay una tendencia en el sistema capitalista de desindicalización por lo tanto hay ciclos. El sindicalismo argentino creció muchísimo y en muchísimos niveles. Creció la CGT, creció la CTA, crecieron los partidos de clase, las organizaciones de base. Y eso es consecuencia del 2001, es decir, a raíz del 2001 el modelo necesitó cambiar y apostar a la capacidad industrial instalada, a la reactivación económica, al mercado interno. La lucha económica, la reivindicación y la negociación colectiva son las herramientas que siempre tuvo el sindicalismo para crecer. Ahora, cuando entrás en una etapa de un ciclo descendente y hay que hacer ajustes, es evidente que se necesita de una política salarial.
-¿Cree que estamos en esa etapa de "ciclo descendente"?
-Hubo muchos intentos para buscar regulaciones simuladas a través del denominado convenio testigo. En algún momento funcionó bien, en otro tiempo, cuando la hegemonía era de la industria metalmecánica, el convenio de la UOM regulaba al resto. Ahora se intentó con Camioneros pero eso rebalsó, rebalsó el tope impuesto, incluso en algunos casos el tope por el convenio de camioneros anunciado no era el real. Pero ahora lo necesitan en serio, la crisis internacional está avanzando, hay una desaceleración de la creación de puestos de trabajo desde 2007, puede haber una disminución del crecimiento sostenido y fundamentalmente la posibilidad de desmejoramiento de la balanza comercial por algunos síntomas que se dan en Brasil, que es nuestro principal país de exportación. La mejor manera que vieron de lidiar con esta situación es la de abalanzarse sobre los salarios.
Pero siguiendo su razonamiento, el gobierno de Cristina estraía girando al centro derecha en materia económica...
Puede haber otras políticas de ingreso, pero los salarios son los que regulan la economía real y por eso el ajuste de los salarios necesita de desindicalización.
Por ejemplo, Frondizi, después de otorgar la Ley de Negociación Colectiva y la Ley de Asociaciones Sindicales terminó en el plan Conintes. La historia no se repite pero siempre hay periodos de expansión y de restricción. Igualmente, en este contexto del movimiento obrero es muy difícil presentar un proyecto de ajuste, en este Gobierno u en otro.
-De hecho, algunos economistas del Gobierno como el director del Indec, Norberto Itzcovich, dicen que los salarios no son inflacionarios…
-Sí, dicen eso pero todos sabemos que el aumento del salario trae aumento de consumo y eso podría traer aumento de precios.
-¿Interpreta que hay doble discurso del gobierno en el tema salarios?
-Sí. No es la primera vez que ocurre, aunque no tiene mucho que ver con este gobierno en particular, sino que estamos ante una etapa específica del capitalismo y su impacto en los países periféricos. Yo no comparto que estamos ante una segunda crisis, sino que es la misma crisis que comenzó en 2008 que evoluciona con sus picos. Pero hay que tener presente que la debilidad sindical no es una característica de Argentina y aquí no existe el mismo criterio que existe en las cinco centrales sindicales brasileñas que acordaron prácticamente todo. En este país hay una tradición social histórica, que implica organización a pesar de lo que hagan las centrales obreras.
Métodos y resultados
-¿No es medio rudimentario buscar moderación en los reclamos sindicales, a fuerza de metier presos a los dirigentes?
-No es extraño. En agosto balearon la casa de un dirigente del Ingenio La Esperanza después de una huelga general. La criminalización de la protesta es un hecho habitual. Por ejemplo, después del conflicto del Ingenio Tabacal hay 25 procesados. Eso es una técnica implementada por los propios empleadores que utilizan al poder judicial como una forma de contención del conflicto.
¿Cree que este tipo de actitudes tiene un aval del Gobierno?
-Si no tiene aval, tiene tolerancia. Sino el ministro (por Aníbal Fernández) no hubiese salido tan rápido a avalar al juez (del caso Sobrero), algo absolutamente innecesario. No me gusta la teoría conspirativa pero no es el primer caso. Hay casos de impunidad que han sorprendido a la opinión pública, como Jaime, Schoklender, Menem. Esto hace pensar que esto está dirigido, le podemos dar causalidad a este fenómeno.
-¿Pero no generó un efecto contrario? Por caso, todas las organizaciones sindicales salieron a repudiar la detención.
-Es que todos están alertados, están enterados del tema.
-Es notable también que sean los dirigentes sindicales los que lleven años presos y el resto de la clase política ni un día...
-Y eso que hubo prudencia. Nadie dijo nada sobre Pedraza o Zanola. ¿Por qué el juez no llama primero a indagatoria a Sobrero y después, en caso de incomparencia, pide la prisión? Es evidente que la intención política era poner presos a cinco dirigentes intermedios, ferroviarios, con todo lo que eso implica. Detenerlos un viernes para tomar indagatoria un lunes. Eso es una dedicatoria política, sobrepasa los límites de los procedimientos rutinarios. No había ningún inconveniente en que la prisión se dicte después de la indagatoria si era necesario. Esta manera de detener antes de la indagatoria, como un delincuente con antecedentes, marca algo, un operativo para salir en los medios y decir que eran cinco dirigentes sindicales.
-Por otro lado está la cuestión electoral. El Gobierno parece que midió que cada vez que hay un paro en el subte o el tren la gente protesta y acaso cuando la ven a la Presidenta retando a los sindicalistas como pasó con la tendinitis, esto le suma.
-Puede ser que sume en la clase media. Pero hay que tener en cuenta que en su último libro Horacio González afirma que el p´roximo obstáculo para que el kirchnerismo avance es el sindicalismo. Lo presagia uno de sus ideólogos y como lo toman como un obstáculo, tratan de saltarlo. Si los términos económicos para la gobernabilidad dan, el sindicalismo no pueden seguir como aliado. Los términos los ponen los poderes económicos que usan al poder político.
-¿Cree que puede estar ocurriendo un remix de la vieja antinomia entre Montoneros y el sindicalismo?
-No. Hay diversidad de representaciones en las distintas formas de organización. Nosotros hemos muy críticos del modelo sindical, es más, hemos hecho acciones concretas. De aquí salió el fallo ATE, nadie nos puede decir que no seamos críticos. No se trata de una fracción contra otra, estas son determinaciones del poder económico, que es frontal.
El poder económico y los sindicatos
-¿Pero existe algo así como “el poder económico” que se junta en una mesa, y decide?
-Sí, todos los discursos tienen condicionamiento. La UIA, el Grupo de los Cinco, todos tienen instancias de debate político. Se toman determinaciones, hay una fantasía de que el poder económico define los números pero lo que define es una política, el poder económico tiene política y políticos que resuelven. No es regla conspirativa contra regla económica. El poder tiene mesas de decisión. Se acuerdan políticas de precios, reclamos impositivos.
- Al mismo tiempo el Gobierno ha desplegado un discurso que combate a las corporaciones, a la sociedad rural, a la UIA, a los bancos…
-No es cierto. Nunca han ganado tanto las multinacionales. Sobre todo las del sector extractivo como la minería, el petróleo, al igual que el sector rural.
¿Piensa que tal vez con la muerte de Kirchner, Cristinainició un giro al centro o centroderecha?
-No podemos decir que el patrón de acumulación de hoy es igual al del 90. No concuerdo con Bonasso en eso, por ejemplo. Puede ser igualmente injusto pero es otra forma. Hay desplazamientos al capital productivo, hay industrialización incipiente, hay investigación tecnológica, hay retenciones. No en la forma que nos hubiese gustado, pero lo peor es decir que esto es igual a los 90. Hay muchos compañeros que se equivocan en ese sentido.
-¿Pero No habría que hacer alguna autocrítica desde el sindicalismo? La Policía lo va a buscar a Pedraza y lo encuentra en una torre en Puerto Madero…
-No es todo igual. En estos casos hay actos reflejos. No creo que Micheli se haya comunicado con Moyano para coordinar sendos comunicados durísimos contra la detención de Sobrero. Es histórico, es tanto lo que se ha combatido al sindicalismo argentino que tiene mecanismos de defensa automáticos.
-Hablamos de la oposición que está atomizada y eso genera falta de contrapeso. ¿No pasa lo mismo en el sindicalismo?. La CTA está dividida, por ejemplo.
-No sería nada malo, pero primero habría que debatir y uno cree en la unidad de acción. Hay que ponerse de acuerdo en los reclamos y eso fuerza a las estructuras a tomar medidas con posterioridad. Eso ya se está dando en CTA y en CGT. Además, se facilitaron algunas representaciones con el fallo ATE. Hay algunas pautas que dicen que el movimiento obrero está buscando eso.
El conflicto social
-¿Puede ser que, ahora que el Gobierno tiene asegurada la reelección y encuadrado el conflicto con Clarín, la hipótesis de conflicto sea el sindicalismo?
-El Gobierno está creando las condiciones de gobernabilidad. La próxima oposición no va a ser partidaria, va a ser el conflicto social y va a requerir atención especialísima. El conflicto capital-trabajo será una preocupación. El debate está para después del 23 de octubre.
-Por otro lado, si uno se pone en el rol de la Casa Rosada, ellos también tienen la tarea de regular las demandas empresarias y sindicales para que la inflación no dispare.
-El mecanismo podría ser múltiple. Desde hace tiempo Cristina amaga con el diálogo social. Puede ser un acuerdo de todos los actores sociales pero requiere un debate y ese debate no está en el método de trabajo del kirchnerismo.
-Pero uno puede decir, Cristina primero pidió prudencia y como no la escuchan tiene que pasar a la acción directa...
-Al revés, cuando se pidieron topes para las paritarias, todos salieron a decir que no iba a haber topes. O sea, fue una negativa a propuestas que no nos enteramos. Lo cierto es que nadie dejó de reclamar aún después de la foto del salario mínimo. Acuerdan el salario mínimo, prometen que va a haber anuncios en asignaciones familiares y que van a ser materia de tratamiento en el Consejo del Salario, citan a los dirigentes, pero el anuncio es unilateral.
-Por otro lado, es una constante de gobiernos peronistas. Hasta Perón tuvo conflictos con los gremios, no es una cosa extraña.
-No pero hay una búsqueda de la ilegalización, por eso el procesamiento. La legalidad es la única fuente para no desaparecer.
-El peronismo ha mostrado más habilidad que los radicales para lidiar con los sindicatos, de hecho es su principal argumento de gobernabilidad.
Tiene muchísimos mecanismos. Conocen a la perfección cuales son los mecanismos de poder y los resortes para manejar ese poder. Todo esto se conoce desde el justicialismo, es una larga tradición.
-Usted critica la ikntención de disciplinar desde la amenaza judicial, pero acaso sea efectiva, algunos sindicalistas se asustan, no todos tienen una trayectoria intachable, sin fisuras.
Sí, sobre todo cuando tienen facturas por las obras sociales.
La Politica Online (5/10/11)
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