Dijo lo que piensa la abrumadora mayoría de la sociedad, pero que no está permitido decirlo; no es “políticamente correcto”.
Por Osvaldo A. Bodean
Dijo lo que la propia razón le indicó, como se lo indica a cualquier mortal que procure ser razonable.
Dijo lo que su formación de médico le ha permitido constatar, al punto que si no lo admite, se mete en un callejón sin salida que desdibujaría la diferencia entre salud y enfermedad, como si acaso no existieran ni la una ni la otra.
Dijo lo que, en el fondo, allá en lo secreto, en la más absoluta soledad, lo piensan hasta quienes militan fervorosamente en contra. Lo piensan pero enseguida buscan escaparle, refugiándose en rebuscados esquemas ideológicos.
Le preguntaron sobre la “maternidad” de “Florencia de la V”. Quizá lo tomaron por sorpresa y no tuvo tiempo de preparar una respuesta para salir del paso. Quizá creyó necesario decir lo que realmente piensa, porque entrevé que también lo piensan millones. Como sea, lo cierto es que Hermes Binner dijo: “Hay que tener mucho cuidado de no creer que éste es el camino natural”.
¡Escándalo! Aunque trató de ser cauteloso: “Tenemos que respetar la identidad cultural, lo que opina el ciudadano. Pero también hay que tener mucho cuidado de no creer que éste es el camino natural”.
En tan pocas palabras, retomó premisas que el pensamiento dominante hoy en día considera “pecados”. Primero, reconoció que hay un orden en la naturaleza humana. Segundo, dio a entender que desconocerla, pensar que todo da igual, puede traer consecuencias negativas. Tercero, insinuó que hay un ideal de salud y, por ende, lo que se aparte de ese ideal es patológico. Cuarto, que nada de esto comporta discriminación ni ataque alguno a la libertad del ciudadano, como no es discriminatorio diagnosticar que alguien está enfermo.
Es probable que haya hablado más el médico que el político, que en tiempos de estudiante no hizo otra cosa que ir descubriendo un orden en el cuerpo humano, una funcionalidad específica en cada órgano, y que no es gratis violentarlo.
Hubo quienes no lo entendieron así. En los medios apareció este comunicado: “VOX Asociación Civil le solicita al Sr. gobernador y candidato presidencial una inmediata disculpa al colectivo LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) haciendo honor al nombre de su frente que se dice progresista, y a las mejores tradiciones del Partido Socialista".
Al ver esta reacción, quizá alguna del “colectivo” de madres esté pensando en exigir una inmediata disculpa a todos los medios de comunicación que presentan como mamá a un varón que compró el óvulo y alquiló un vientre para finalmente unirlo con el esperma del hombre con el que convive.
Quizá alguien esté pensando en presentar un amparo para proteger a esos bebés que están siendo sometidos a un “experimento” de incierto resultado.
Quizá haya alguien pensando en presentar un amparo para proteger a todos los demás niños que consumen noticias donde el mensaje implícito y explícito es que lo de Florencia de la V puede ser llamado “maternidad”.
Quizá haya alguien imaginando una fuerte denuncia contra un nuevo modo de explotación y esclavitud, que padece la mujer que “vende” un óvulo y “alquila” un vientre, y esto sí que atenta contra el derecho a decidir de las mujeres sobre su propio cuerpo, devenido en mercancía. Resulta que nos escandalizamos por la compra-venta de bebés, pero “celebramos” cuando se los comercializa “desguazados”, vendiendo por separado las “piezas” necesarias para “concebirlos”.
Vox Asociación Civil no ha hecho otra cosa que poner en evidencia que hay sectores del “colectivo” LGTB a quienes no les alcanza que se los respete en su dignidad de personas. Tampoco les satisface haber logrado que a sus uniones se las llame legalmente matrimonios. Quieren llegar muchísimo más lejos, a una conquista cultural y educativa que apunta a que ya no se pueda ni tan siquiera insinuar que existe un orden natural al cual procurar ajustarnos.
El objetivo final es que se llegue a un punto extremo en que la maestra jardinera piense mil veces qué decir antes de explicar cómo surge una nueva vida, a riesgo de ser denunciada por discriminación si se limita a hablar de que papá abrazó fuerte a mamá para darle una semillita, sin incluir entre las alternativas de igual valor a operaciones mercantiles como la de Florencia de la V. O que para el día de la madre deba adornar la sala con gráficos de mujeres y varones, porque tanto las primeras como los segundos pueden ser “igualmente madres”.
Quizás lleguemos a eso. Pero será una victoria a lo “pirro”. Es que el hombre puede hacer lo que se le antoja, pero no erradicar de su interior el principio de razonabilidad del que está “naturalmente” hecho. Puede contradecir su naturaleza, rebelarse contra ella, pero aunque sólo fuere bajo el formato de una secreta nostalgia de un bien perdido, o a través de una inextinguible inquietud, la naturaleza seguirá allí, latente, reclamando ser respetada.
Martes 18 de Octubre de 2011 00:00 Osvaldo A. Bodean. andresbodean@gmail.com
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