sábado, 31 de diciembre de 2011

¿Centralismo democrático?

por Fernando Gutiérrez 
La "Cristinodependencia", un estilo de liderazgo dominante que ahora amenaza con mostrar su costado más débil.
Su insinuación acerca de que el estrés influyó en su propia enfermedad pone una cuota de duda sobre su actitud post-operación. En tanto, también entrará en fase de prueba la reacción de un equipo acostumbrado a que todo gire alrededor de ella.
El efecto blindaje ante los opositores. ¿Cómo sigue?


Mientras las palabras "carcinoma", "tiroides" y "tumor" suben al ranking de las más mencionadas en los medios de comunicación, todo el ámbito político se hace la misma pregunta: ¿qué podrá ocurrir durante la licencia médica de Cristina Kirchner?

Pero se trata de un interrogante poco relevante, porque los propios expertos oncólogos han dado la pauta de que las probabilidades de recuperación son excelentes.

Y nada indica que en esas semanas pueda haber motivos de sobresalto.

"En lo económico y financiero, no va a haber repercusiones ni señal alguna de expectativas de cambio", señala Eduardo Levy Yeyati, ex directivo del banco Barclays y actual docente de la Universidad Di Tella.

Agrega que el hecho de que Boudou sea el último ministro de Economía "es un factor que disminuye la incertidumbre para el mercado, en el sentido de que refuerza la idea de continuidad en la actual política".

En la misma línea, Fabián Perechodnik, director de la consultora Poliarquía, cree que "ayuda el hecho de que esto haya ocurrido en el inicio de su segundo mandato, con un clima tranquilo".

En cambio, hay otro interrogante de fondo, para el que no hay una respuesta clara a la vista aun si ocurriera el mejor de los escenarios y la Presidenta se reincorporase a sus funciones el 24 de enero.

Y tiene que ver con cómo alterará este quebranto de salud el estilo de gestión del kirchnerismo, y si es factible esperar que haya un punto de inflexión en la propia concepción que la Presidenta tiene sobre el mando.

Más que la enfermedad presidencial en sí, lo que ahora está pasando a ser centro de análisis es si el hiper-presidencialismo que caracterizó la gestión gubernamental desde 2003 hasta hoy puede mantener su vigencia después de este episodio.

"La salud de los mandatarios suele entrar en lo imprevisto o imponderable de la política. Es decir, esa parte de ella que no se puede calcular o prever, pero que irrumpe cambiando escenarios", afirma el politólogo Rosendo Fraga, quien destaca que la agenda política argentina cambia por completo luego de la difusión de la enfermedad de Cristina.

Pistas en el discurso presidencial
Posiblemente ningún acto oficial haya generado tanta expectativa como el de la mañana de ayer, cuando la Presidenta anunció en la Casa Rosada la refinanciación de deudas provinciales.

Todos querían detectar -en el aspecto físico, en los gestos, en la voz y en el discurso- señales sobre qué tan duramente el diagnóstico de cáncer la podría haber golpeado.

Y en este acto hubo material para un largo análisis. Por un lado, se la vio bien anímicamente y hasta se permitió bromas que generaron distensión entre los ministros y gobernadores, como cuando comentó que disputaría la presidencia del "congreso de mandatarios que le ganaron al cáncer" que quiere formar el presidente venezolano Hugo Chávez.

En algunos puntos, Cristina ratificó sus atributos personales más salientes. Es decir, la fortaleza, la determinación, la tendencia a confrontar (no faltaron las alusiones a sus rivales políticos, desde Mauricio Macri hasta los sindicatos díscolos).

Y su habitual dominio de cifras y temas de la agenda gubernamental terminaron de confirmar su firme voluntad de mostrarse bajo total control de la situación.

Pero, al mismo tiempo, hubo un inesperado dejo reflexivo, con algunas alusiones en el sentido de que su fuerza puede verse sobrepasada por la magnitud de las obligaciones.

Fue llamativa, por ejemplo, su alusión tácita a cómo el estrés puede haber sido un factor determinante en su enfermedad.

La frase en cuestión era la crítica a los dirigentes sindicales que "cobran salarios promedio de 16.000 pesos, y seguramente se van a las seis de la tarde a su casa, están con sus chicos y no tienen problemas de estrés ni de nada que muchas veces te ocasionan otros inconvenientes".

Por otra parte, también tuvo algunas frases alusivas a cómo ella no puede hacerse cargo de todo y que tiene que delegar. Lo hizo mientras justificaba el traspaso de los subtes al gobierno de la Ciudad, pero pareció un reconocimiento a su propio límite personal.

"Mi apelación es a los unos y a los otros. Les pido prudencia, equilibrio y contribución. Porque una persona sola no puede, aun cuando ponga su salud al servicio del país", dijo la Presidenta.

Las "ganacias" de la enfermedad
¿Hay que interpretar estas frases como un indicio de que la Presidenta está procesando internamente su enfermedad como una necesidad de cambiar su estilo de liderazgo?

Según Fraga, puede comenzar a generalizarse una visión según la cual "el ejercicio del poder tiene cada vez más costos personales y que el cáncer aparece como una enfermedad característica de dicho costo en los líderes políticos".

Pero hay otras interpretaciones, que apuntan más a cómo, siguiendo su instinto, Cristina busca la forma de sacar un rédito político de esta situación.

"Estos discursos nunca son inocentes. No creo que ella se haya dado cuenta ahora de la necesidad de delegar. Ni que tampoco descubra las bondades de tener otra calidad de vida", observa Gustavo Aquino, profesor de la escuela de negocios Esade y experto en liderazgo.

Su lectura del discurso de la Presidenta es que envió un mensaje generalizado, tanto hacia sus adversarios como hacia la interna del Gobierno, consistente en "demostrar, ahora que todo el mundo está sensibilizado por su enfermedad, lo complicado que es gerenciar y tomar decisiones".

En la misma línea, Diego Dillenberger, consultor experto en comunicación institucional, cree que la Presidenta toma a su favor este momento en que goza de un aumento de la simpatía popular.

"En su discurso, tiró algunas patadas a sus adversarios, que se hicieron evidentes en el caso de los sindicatos. Hay una búsqueda de victimización, como si dijera ‘ahora no me vengan con paros, porque estoy enferma, y ustedes son parte de mi estrés'. Es, además, el momento para mandar estos mensajes porque ella ahora está blindada contra las críticas", afirma Dillenberger.

Las primeras reacciones desde el ámbito sindical parecen darle la razón. Julio Piumato, uno de los dirigentes más cercanos a Hugo Moyano, calificó como "cosas menores" las diferencias entre el Gobierno y la CGT. Y dijo que había visto a Moyano "consternado" por el quebranto de salud de Cristina.

Tal vez, la distensión en el plano sindical sea la consecuencia más directa e inmediata de la nueva situación. Al menos, esa es la expectativa generalizada entre los analistas, que no creen que la dirigencia de la CGT esté dispuesta a confrontar con una Presidenta que pasa por un trance de salud.

Según la analista política Analía del Franco, lo que viene ahora es una etapa de "tregua", explicada además por el hecho de que la situación económica no justifica una alta conflictividad.

"Para ser mas precisa, creo que se apaciguarán los mensajes de instalación política de Moyano", afirma.

Hábitos duros de cambiar
Tras estas ganancias de corto plazo, lo que genera más dudas es cómo se afectará el estilo de gestión presidencial.

La concentración de poder de la Presidenta quedó evidenciada hasta en la frase, mitad en broma y mitad en serio, con la que le advirtió a Amado Boudou "guarda con lo que hacés".

Por un lado, como destacó Cristina, habría sido impensable esta situación de licencia médica durante el período anterior, con Julio Cobos en la vicepresidencia. Pero la exigencia de sumisión y lealtad absoluta (resaltada por el gesto grave de Boudou, visiblemente preocupado por el momento), también marca lo que es el "estilo Cristina".

La cuestión es, entonces, cómo reacciona un equipo donde hay un líder dominante y referente ineludible de todas las decisiones, cuando ocurre un imprevisto que obliga al jefe a salir de escena.

¿Puede ser algo positivo, en el sentido de que se refuerce una "mística de equipo? ¿O, por el contrario, dominará una sensación de angustia y parálisis?

"Probablemente haya un momento inicial de vacío, pero si cada uno continúa con su rol, éste desaparecerá. Diferente sería si el actual fuera su primer mandato", analiza Del Franco. En su visión, el respeto y la admiración de los funcionarios hacia Cristina ayudará a mantener la cohesión.

Pero no todos están tan seguros de que esa sea la sensación predominante en el largo plazo.

"Si la situación se llegara a complicar y Cristina necesitara una licencia médica más extensa, el equipo de gobierno quedaría en parálisis. A no ser que Boudou tenga autorización para hacer lo que ella no hizo, que es practicar un management donde ella tenga relevos", opina Dillenberger.

También para Alejandro Corbacho, director de Ciencias Políticas de la Universidad del Cema, la enfermedad de la Presidenta deja al descubierto una debilidad del esquema de poder concentrado.

"Cristina gobierna con su círculo íntimo. Si llegara a tener complicaciones futuras, veo difícil el panorama, porque se generaría una lucha por espacios de poder. No imagino al vicepresidente con respaldo político en una eventualidad de ese tipo", afirma Corbacho. Y no descarta que una consecuencia probable de esta situación es que gane influencia el hijo de la Presidenta.

Mientras Cristina se somete a su intervención quirúrgica y afianza su imagen personal ante la opinión pública, los analistas muestran cierto consenso en el sentido de que se mantendrá el "esquema radial" que concentra el poder en ella y deja poco espacio para la participación y el debate.

Pero algunas luces amarillas quedaron prendidas. La etapa de la "sintonía fina", a diferencia de otros momentos donde privó el "piloto automático", implica una toma de decisiones diarias, con una injerencia cotidiana del vértice del poder.

Y nadie imagina qué puede ocurrir en ese esquema si Cristina no está disponible al 100% de su capacidad.

"La pieza mas débil de este articulado es Boudou. No es del aparato partidario, y difícilmente pueda ponerse a liderar frente a la liga de gobernadores. En cambio, si hubiese alguien como el gobernador Gioja, la cosa sería distinta", analiza Aquino.

En definitiva, qué tan rápida y buena sea la recuperación de la salud de Cristina será, pues, una clave para el panorama político que viene.

Y la sensación es que, mientras la Presidenta tenga fuerzas, no se ven indicios de que algo vaya a cambiar en su estilo de liderazgo.


Posted: 29 Dec 2011 07:21 AM PST

Fernando Gutierrez (Producción Mariano Jaimovich) 


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