El escritor se hace eco de las críticas del gran apologista del cristianismo sobre el capitalismo al que calificaba de "conspiración de cobardes".
por De Prada Juan Manuel
"La quiebra del orden social del trabajo, la ´conspiración de los cobardes´ que avizorase Chesterton hace casi un siglo, prosigue implacable sus estrategias. Y llegará, más pronto que tarde, la venganza del cielo". Así es como concluye el escritor Juan Manuel de Prada un artículo en el que critica la reciente reforma laboral emprendida por el Gobierno español.
Tras el anuncio del Ejecutivo de los detalles de la reforma en materia de trabajo, De Prada recuerda las críticas del gran apologista del siglo XX G.K. Chesterton al capitalismo al que calificaba de "conspiración de cobardes", y al que responsabilizaba de haber destruido la familia, haber alentado divorcios y "tratado las viejas virtudes domésticas cada vez con mayor desprecio", así como de haber "provocado una lucha moral y una competencia comercial entre los sexos" y haber "destruido la influencia de los padres a favor de la del empresario", entre otras plagas.
El escritor denuncia en ABC que en estos días "se nos trata de convencer de que una reforma laboral que limita las garantías que asisten al trabajador en caso de despido o negociación de sus condiciones laborales... ¡favorece la contratación!" y resalta el carácter "ilógico (o cínicamente perverso)" de ello pues sería, a su juicio, "como afirmar que el divorcio exprés favorece el matrimonio, o que la retirada de vallas favorece la propiedad".
"Lo que tal reforma laboral favorece es la conversión del trabajador en un instrumento del que se puede prescindir fácilmente, para ser sustituido por otro que esté dispuesto a trabajar —a modo de pieza de recambio más rentable— en condiciones más indignas, a cambio de un salario más miserable", explica.
Para el pensador lo peor de todo esto es que ello "encierra una perversión cínica: del mismo modo que de un divorcio se pueden sacar dos matrimonios, de un despido también se pueden sacar dos puestos de trabajo (y hasta tres o cuatro); basta con desnaturalizar y rebajar la dignidad de la relación laboral que se ha roto, sustituyéndola por dos (y hasta tres o cuatro) relaciones degradadas, en las que el trabajador es defraudado en su jornal".
"Lo que subyace en esta reforma laboral es la conversión del trabajo en un mero ´instrumento de producción´", lamenta De Prada.
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