Testigos de la persecución. Son una comunidad muy querida en Los Ángeles. El arzobispo José Gómez las invitó a ir al cine «por una vez en la vida». Y valió la pena.
Si para todos los católicos norteamericanos (a punto de perder la libertad religiosa, literalmente, a manos de Barack Obama) la película Cristiada está suponiendo un aldabonazo, tanto más para las Hermanas Carmelitas del Sacratísimo Corazón de Los Ángeles (Estados Unidos).
Su comunidad tiene hondas raíces en México y en la persecución que narra la película, pero no son sólo raíces históricas: buena parte de las religiosas son ellas mismas mexicanas.
A principios de este mes, el arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, las invitó a ver la película. "Raramente vamos al cine. Pero por una vez en la vida, tuvimos la oportunidad de asistir a una première para nosotras en Beverly Hills. Y las 75 hermanas dijimos que sí inmediatamente al generoso ofrecimiento del obispo", explica en su página web una de ellas.
Una historia que conocen bien
"¿Y por qué?", continúa: "Porque fue durante aquellos días,los días de horrenda persecución religiosa en México en los años veinte, cuando nació nuestra comunidad", continúa.
En aquellas fechas la fundadora del convento, la Madre María Luisa Josefa del Santísimo Sacramento (la Madre Luisita, como es conocida, actualmente en proceso de beatificación), aceptó el ingreso de 55 jóvenes para entregarse a la vida carmelita.
La Madre Luisita. La Madre Luisita (María Luisa de la Peña) había nacido en 1866 en Atotonilco el Alto, en Jalisco, el estado mexicano donde la revuelta cristera fue más firme. En 1882 se casó con un hombre de 30 años, en un matrimonio acordado a pesar de que ella quería entrar en un convento. No tuvieron hijos, y decidieron que los pobres fueran sus hijos. Su marido, Pascual Rojas, era un médico buen cristiano y él y su mujer fundaron en 1892 un hospital para los más necesitados. Pascual murió en 1896, y en 1904 María Luisa entró en el Carmelo de Guadalajara.
Luego estuvo varios años de evolución espiritual en diversos conventos, siempre bajo la dirección de los respectivos obispos, hasta que en 1921 empezó a vivir con otras 12 compañeras bajo la regla carmelita.
Pero, cuando en 1926 el presidente Plutarco Elías Calles introdujo las leyes antirreligiosas que prohibían el culto en todo el país, la Madre Luisita y sus religiosas abandonaron el país y se instalaron en Estados Unidos. Llegaron el 23 de junio de 1927 y al cruzar la frontera se arrodillaron, besaron el suelo tras unos meses de angustia y persecución, y rezaron un Te Deum de acción de gracias. Fue el inicio de los trabajos y fundaciones de la religiosa mexicana en Estados Unidos, hasta su muerte en 1937.
La película cuenta la realidad tal como fue. En ese momento de persecución, "cuando ya no hay misas, ya no hay matrimonios, ya no hay comuniones, ya no se permiten prácticas religiosas de ninguna clase, es cuando empieza la película. Por eso estábamos tan interesadas. Nuestra comunidad empezaba justo entonces", explica la religiosa al transmitir la intensa experiencia que supuso para la comunidad ver Cristiada.
"Yo sabía que algunas de nuestras primeras hermanas habían sido encarceladas. Había escuchado historias de tener que dormir en cualquier sitio y tener que recogerlo todo a toda prisa y escapar por el tejado", cuenta la joven. Y añade un dato curioso: "Había leído cartas en clave escritas por la Madre Luisita llena de detalles sobre moda femenina. Ella era un alma sencilla y austera que sólo llevaba su hábito carmelita. ¿Por qué entonces todos aquellos detalles sobre lo más fashion en ropa de mujer? Viendo la película lo comprendí. Era para instruir a las religiosas, a quienes descubrían y arrestaban cuando al huir las distinguían por sus ropas pasadas de moda".
Todo esto que ya conocía "se hizo real" para la religiosa que escribe este artículo al ver Cristiada: "La sangre. La tortura. La injusticia de todo ello. Y por encima de todo, la fe del pueblo. ¡Qué fe!".
La comunidad salió con los ojos húmedos tras ver la película, y llenas de agradecimiento al obispo Gómez.
Habían recibido un enorme impulso para la que llaman "su misión": "Promover una vida espiritual más profunda en el pueblo de Dios, y fortificar a todos vosotros en la intimidad espiritual con Dios para fortaleceros en los tiempos difíciles".
"Os animamos a ver Cristiada, y cuando termine comprobaréis, como lo hice yo, que hay algunos paralelismos con la situación actual. ¡Viva Cristo Rey!", concluye.
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